Finalmente no se produjo la agresión militar a Venezuela que parecía iba a ser la carta de despedida del saliente narco presidente colombiano Álvaro Uribe, después de la brutal agresión a nuestro país en la OEA, con aquel asqueroso show donde un delincuente, convertido en embajador de un gobierno igualmente delincuente, denostó y ofendió a nuestro país, provocándonos a tomar acciones acciones violentas.
Aquella estupidez senil de Uribe, probablemente tomada bajo los efectos de un alto consumo de alguna droga alucinógena, tuvo y tiene obviamente varias lecturas. La primera fue dejarle al nuevo presidente, el no muy santo Juan Manuel Santos, una crisis en caliente con un vecino extremadamente peligroso como lo es el presidente Hugo Chávez. Precisamente la mínima respuesta ante la bárbara e injustificada agresión de la oligarquía colombiana, fue la ruptura total de relaciones diplomáticas y políticas con Colombia, política que cerraba la ruptura anterior de las relaciones económicas. La dignidad y el decoro de la nación, la defensa de su soberanía justificaron plenamente la referida decisión. No pisó el presidente el peine de la provocación guerrerista.
Otro era, igualmente, el filo político del ataque, crear en nuestro pueblo un ambiente de desazón y angustia, guerra psicológica con miras a incidir en el proceso electoral del 26-S. No se olvide que el ataque del gobierno colombiano se produce escasos días del apresamiento del terrorista salvadoreño Chávez Abarca. Creo que no es necesario hacer más demostraciones de la participación del gobierno de Uribe en el proceso subversivo para derrocar el gobierno revolucionario.
URIBE NO SE MANDA SOLO, ES UN EUNUCO DEL GOBIERNO YANQUI
Evidentemente, más allá de la megalomanía de Uribe, su vitriólico odio hacia Chávez y hacia Venezuela, repulsivo sentimiento generalizado en buena parte de la oligarquía cachaca colombiana, él no se manda a sí mismo, es un instrumento político en manos de los planes guerreristas y expansionistas del gobierno norteamericano, del nefasto y siniestro Comando Sur que opera a sus anchas en Colombia, de la embajada gringa, representantes de un gobierno desesperado por controlar el petróleo venezolano, que de alguna forma les retrasa el ataque a Irán, además del tremendo fracaso energético que a los Estados Unidos les ha producido el derrame petrolero del Golfo de México..
Esa jugada postrera, de alguien cuyo gobierno ya estaba para sacar las maletas del palacio de Nariño, pretende cerrarle el paso a cualquier política pragmática del nuevo presidente que busque un nivel mínimo de recomponer las relaciones entre Venezuela y Colombia, entre otras razones por la aguda crisis económica que se vive en los departamentos límítrofes con Venezuela.
Un gravísimo problema social, de magnitudes insospechadas se ha creado en todas esas zonas que dependen en su casi totalidad de Venezuela. Porque no es sólo el desigual intercambio comercial, favorable en más del 50% al empresariado colombiano –sin contar que dentro de esos “empresarios” viene el narcotráfico, el paramilitarismo y otro tipo de delincuencia–, sino el descomunal contrabando de extracción de gasolina, alimentos y cientos de productos que se le arrebatan a nuestro pueblo. Véase lo que está ocurriendo con los miles y miles de los llamados “pimpineros”, que viven gracias a la gasolina que se le roba a Venezuela. ¿Pretenderá Santos que Venezuela se siga dejando desangrar?
URIBE: UN GOBIERNO CRIMINAL Y GENODIDA
Pero la agresión de Uribe y su maldito gobierno criminal y genocida, le dio al gobierno del presidente Chávez la oportunidad de construir una agresiva política de paz que rápidamente pusieron en tensión y se movilizó la diplomacia criolla por todo el continente, sobre todo por Suramérca, con la propuesta de un plan de paz para Colombia, la denuncia permanente de la satrapía uribista, del genocidio a la vista de todos con fosas comunes contentivas de más de 2000 asesinados, como el caso de La Macarena, y el conocimiento de la construcción de hornos crematorios donde desaparecieron miles de colombianos, cuya muerte –los famosos ‘falsos positivos’– significaron para sus asesinos –paramilitares o soldados del Ejército de Colombia– remuneraciones estipuladas en el Plan Colombia. El pretexto ha sido combatir a la aguerrida y defensiva insurgencia guerrillera –en una guerra civil que lleva más de 60 años–, pero el gran negocio uribista han sido los falsos positivos y, por tanto, la guerra.
COLOMBIA: UN PAÍS QUE PERDIÓ SU SOBERANÍA
Ya antes, Venezuela, por boca de su presidente y los principales líderes de la revolución, habían denunciado las 7 bases militares, concesión total y absoluta de la soberanía colombiana que hicieran Uribe y Santos. Desde el escenario de Unasur hasta las grandes movilizaciones a nivel nacional y la solidaridad internacional de los movimientos sociales con Venezuela, quedó claramente establecido el peligro de la presencia gringa en suelo colombiano, el equipamiento de sofisticados equipos militares, electrónicos y de inteligencia que denotaban una clara intención de cercar militarmente a Venezuela y agredir a todo el continente. Esa situación no ha cambiado, al contrario, se acaba de anunciar la apertura de una gran base militar aérea en Arauca, a escasos kilómetros de Venezuela, eso evidentemente forma parte del mismo plan, pudiera interpretarse incluso que es la respuesta yanqui/colombiana a la advertencia hecha por Chávez en el sentido de que si Colombia agredía a Venezuela, le suprimiría el envío de petróleo a Estados Unidos.
El mundo se ha estremecido ante el anuncio de las nuevas fosas comunes descubiertas en Colombia. Se puso en evidencia el carácter genocida del saliente gobierno de Uribe Vélez y, más que eso, el fascismo de su gobierno de 8 años, los crímenes horribles, el amamantamiento de terribles grupos de criminales paramilitares capaces de cualquier atrocidad que el mundo daba por superada –como los hornos crematorios o las sierras para descuartizar personas vivas– después de la derrota del nazismo alemán. Colombia, uno de los países más violentos del mundo; donde no existe el menor vestigio de democracia, ni siquiera la democracia burguesa, donde se violan masivamente los derechos humanos; país donde el paramilitarismo y el narcotráfico coparon las instancias del Estado –Congreso, órganos de seguridad, Poder Judicial–. Un narco Estado, ahora controlado por el poder de la presencia yanqui. Un país empobrecido, millones de desplazados, desaparecidos, perseguidos, torturados. Uribe al irse, al agredir de manera tan artera a Venezuela, lo que hizo fue destapar la Caja de Pandora, no sólo soltó los demonios, los hizo visibles, ya Santos no va a poder esconder tantas atrocidades de su antecesor –atrocidades de las cuales en mucho él es corresponsable– y está, al tomar formalmente el poder, caminando sobre el filo de una filosa espada, si se mueve en falso, lo partirá en dos.
Si llegara a producirse, finalmente, la agresión militar anunciada contra Venezuela, ¿qué pasaría? Ese es otro análisis que demos hacer, que muchos compatriotas, revolucionarios vienen haciendo. Ya el comandante Chávez lo ha dicho: se encendería el continente. No nos van a agarrar de brazos cruzados ni durmiendo. Un ejército, como parte del colombiano, que matan a inocentes para cobrar recompensas, no es un ejército con moral para combatir ni a nuestro ejército ni a nuestras milicias populares. Pero, como dijimos, dejemos eso para otro análisis.
(humbertocaracola@gmail.com)