El Capitalismo no solo vive una de sus peores crisis cíclicas que amenazan su modelo de producción, acumulación y depredación, sino que tal crisis también se expresa en los valores con los cuales su modernidad cultural liberó la vida de toda la Humanidad del oscurantismo feudal, pero que hoy viene rompiendo con tales valores por ser ellos contrarios a sus actuales necesidades de acrecentar la explotación del trabajo, sostener su hegemonía política sobre sus Estados centrales y controlar los flujos migratorios necesarios para mantener la sostenibilidad de sus sociedades de opulencia y derroche material.
Un caso emblemático entre muchos de esta crisis de valores del Capitalismo está representada por la antigua Francia republicana, laica y tolerante que, contrariando a su primigenia “Declaración de los Derechos del Hombre”, que sirvió de base a las constituciones modernas y a la novísima Constitución Europea, presencia la persecución de las fuerzas policiales contra pequeños grupos de la etnia gitana, de procedencia rumana y húngara, con el fin de deportarlos del país, sin procedimientos administrativo o decisión judicial, bajo el peregrino pretexto de que su ingreso ilegal y la motivación de que su presencia en suelo francés afectaba la seguridad ciudadana.
Esta misma Francia republicana, laica y tolerante, desde los tiempo en que el actual presidente Nicolás Sarkosy se desempañaba como Ministro del Interior del gobierno de Jacque Chirac, se ha lanzado en una campaña racista y xenófoba de encarcelamiento, deportación, restricciones de acceso a los documentos y prohibición de trabajo a los inmigrantes no documentados de extranjeros – la mayoría provenientes de sus antiguas posesiones coloniales - con el declarado propósito de “proteger la identidad nacional francesa” de la influencia cultural de la cual son portadores tales grupos nacionales, pero sin reconocer que esa fuerza de trabajo barata, es esencial para sostener el nivel de la vida social y económica francesa, afectada por la longevidad de su población y la poca disposición reproductiva de sus mujeres.
Pero además, la Francia republicana, laica y tolerante de la “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, proclamada por su revolución burguesa de finales del siglo XVIII, ha decidido tomar medidas policiales y judiciales en contra de los creyentes de la religión musulmana prohibiendo el uso del burka, el turbante y cualquier indumentaria religiosa islámica en lugares públicos, pero sin ilegalizar los hábitos de los curas y monjas católicas ni los gorrines y demás indumentarias de los judíos ortodoxos, lo que constituye un acto evidente de discriminación y exclusión social, pretextado en la defensa del derecho a la libertad de las mujeres musulmanas, en un país con una pujante industria de la prostitución.
Lo especialmente destacable del derrumbe de los viejos valores de la República burguesa Francesa es que, contra toda lógica, esta política está siendo desarrollada por un ciudadano francés, hijo un inmigrante húngaro, con un apellido que delata su origen extranjero como lo es el actual; presidente Nicolás Sarkosy; lo que confirma que los instrumentos políticos de las burguesías nacionales imperiales y globalizadas, no tienen escrúpulos a la hora de extinguir los viejos valores supremos de sus ideas políticas, con el fin de favorecer a las corrientes chovinistas, xenófobas y racistas que, al interior de sus sociedades, promueven este tipo de campaña, las cuales han sido especialmente agresivas en países como Italia, España y Estados Unidos.
En la Europa de la globalización y el otanismo imperialista se hace cada vez más presente esta corriente reaccionaria que, no solo lesiona los derechos de millones de emigrantes no documentados que se están dirigiendo, por diversas vías, a ese continente en búsqueda de oportunidades de trabajo que no pueden obtener en sus países saqueados por los colonialistas y capitalistas y, destruidas por las guerras internas incentivadas por esos mismos intereses privados, sino que constituye un renacimiento peligrosos de las tendencias racistas, xenófobas y chovinistas que fueron la base ideológica en la que los militaristas, en medio de la crisis mundial de Capitalismo, movilizaron a sus pueblos para lanzarlos a la locura de las dos guerras interimperialistas mundiales del siglo XX.
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