¡La protesta de Palanquero en Colombia!

El mundo sabe, reconocido por los propios colombianos y colombianas, lo difícil y riesgoso que es hacer lucha política abierta en Colombia. Los cementerios y fosas comunes y desconocidas (ahora algunas descubiertas) son testigos mudos de miles de personas asesinadas y enterradas por atreverse a desafiar las órdenes de un Estado que ha actuado con mano de hierro para reprimir las protestas políticas, gremiales o sociales contra el status quo. El terror ha gobernado durante muchas décadas imponiendo el miedo en la población. Pero tanto da el cántaro que el vaso se rebasa de agua. Ningún pueblo en el mundo es eternamente resignado a los designios que le expolian todos sus derechos fundamentales, es decir, sus sueños de justicia, libertad y solidaridad.

Tal vez, se creyó que con las bases militares en Colombia dirigidas por los militares y políticos estadounidenses el miedo iba a constituirse en una ideología arraigada en la conciencia de la población y que el terror se transformaría en un duende hospedado para siempre en la cabeza de todos los habitantes de Colombia. Es verdad que la mayoría de los votantes lo hicieron por el candidato Juan Manuel Santos para que éste diera continuidad a la política de seguridad democrática del expresidentes Uribe. Acaba de pronunciarse el ministro de la defensa de Colombia diciendo que con terroristas no se dialoga y que el Estado va a arreciar, arreciar y arreciar la acción militar para desarticular a la insurgencia. Así se le quiere cerrar la puerta a la posibilidad de un diálogo propuesto por la propia insurgencia. Sin embargo, el Estado colombiano le abre todos sus brazos a los más grandes y poderosos hacedores del terrorismo de Estado en todo el mundo: el estadounidense. Para el Estado colombiano los intereses del imperialismo están por encima y son mucho más sagrados que los del pueblo colombiano.

Recién se produjo un evento internacional en Colombia que tiene que ver con el destino de los pueblos. Puerto Salgar, donde tiene su asiento la base militar llamada Talanquero, fue el escenario de una singular protesta contra la presencia de militares estadounidenses en Colombia. No sólo es una meritoria manifestación de rompimiento con el miedo y un reto al terror que ha caracterizado a la política represiva del Estado colombiano sino, mucho más importante, destaca el papel de la mujer en las luchas políticas y las cuales han sido presa fácil de los hacedores de guerra y de muerte en Colombia como también en muchas regiones del mundo.

Es hermoso, aunque no se logren inmediatamente los objetivos, ver a mujeres estadounidenses tomadas de las manos con mujeres de las naciones de América Latina luchando codo a codo, palmo a palmo, paso a paso por el mismo ideal. Hubo un tiempo en que se pensó que la mujer asiática simbolizaría ese papel extraordinario en las luchas políticas por la liberación de sus naciones. Y lo hicieron, sin duda alguna. Las vietnamitas llenaron de gloria muchas páginas de la historia al igual que las mujeres chinas como actualmente la mujer palestina es el símbolo de la mano alzada, del sacrificio y del heroísmo por la causa que trata de liberas al ser humano del oprobioso régimen sionista.

En Latinoamérica, tierra de grandes desafíos y de grandes esperanzas redentoras, se ha despertado un oleaje de sentimientos y rebeldías de la mujer para cumplir su papel protagónico en las luchas de sus pueblos o países por alcanzar los sueños que durante mucho tiempo el capitalismo se los ha negado por variadas vías de confrontación política. Por ello, cobra una dimensión histórica la protesta, contra la presencia militar de Estados Unidos, que se ha realizado en Colombia. Serían varios los méritos pero es muy destacable que se haya hecho frente a la propia base militar, desafiando los rigores de la represión que se planifica con la presencia de altos oficiales del ejército estadounidense.

Mencionamos, como particularidad, la presencia en la protesta de una distinguida dama estadounidense, porque no sólo viajó miles de kilómetros para dejar escuchar su voz de rechazo al militarismo y a la guerra que impulsa el Estado de su país en otras regiones sino, ella, igualmente, desafía a la política represiva del gobierno de Estados Unidos, acostumbrado a aplicar leyes (como la patriota) para silenciar todas las voces que se oponen a los designios del imperialismo. Para esa mujer, que desconocemos su nombre y eso no importa, vaya nuestro más caluroso saludo y nuestro gesto de solidaridad por su valentía, por su respetable nivel de conciencia y por su sacrificio en las luchas de las mujeres y los hombres que quieren realmente vivir en una paz con verdadera justicia social, sin peligros de la guerra y de la muerte y que los pueblos se hermanen para siempre Copn las virtudes de la solidaridad.

De la misma manera, felicitamos a todas las mujeres de América Latina que hicieron presencia en la protesta contra la presencia militar de Estados Unidos en Colombia. Su ejemplo será un símbolo de continuidad en las futuras o inmediatas luchas que se desarrollarán a todo lo largo y ancho del continente americano buscando una luz que nazca y brille para todos los seres humanos amantes de la justicia, de la libertad, de la equidad, de la paz y de la solidaridad.



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El Pueblo Avanza (EPA)


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