De todas las intervenciones que el comandante de la Revolución Cubana, doctor
Fidel Castro Ruz, ha tenido en los últimos días, después de su recuperación
“milagrosa”, su presencia en las Escalinatas de la Universidad de la Habana ha
sido, con mucho, la de mayor significación, tanto por la importancia de las
ideas expuestas en ese histórico escenario de la Cuba revolucionaria sino,
también, por los simbolismos que se expresaron en la realización de un acto
político que expresa un cambio fundamental de visión, frente a un mundo
radicalmente distinto al que vivió y peleó con las armas en la mano, en la
mítica Sierra Maestra.
La comparecencia del aún Secretario General del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba ante más de diez mil estudiantes, académicos y trabajadores
universitarios, ha sido su primer acto de masa desde su reaparición y estuvo
lleno de importantes simbolismo que descubre una estudiada puesta en escena para
que los presentes y quienes lo pudieron ver a través de las televisores cubanos
y del mundo, entendieran que no se trataba de un simple discurso del otrora
dirigente estudiantil de la Facultad de Derecho, sino de un curtido combatiente
revolucionario que ha percibido hoy, como ninguna otra persona, el peligro real
e inminente de una Guerra Mundial que acabe con los miles de millones de
evolución de la vida terrenal y de desarrollo científico y tecnológico de la
Humanidad.
La primer símbolo es haber escogido la Escalinata de la Universidad de la Habana
para dar este memorable discurso, porque fue allí donde se vivieron las más
hermosas páginas de la rebeldía estudiantil contra la sangrienta y mafiosa
dictadura de Fulgencio Batista, dando origen a varias generaciones de patriotas
y revolucionarios cubanos, que hicieron posible el 26 de julio de 1956 el
ataque militar contra Cuarteles Moncada y La Cabaña, dirigida a encender la
rebelión de todo el pueblo cubano, lo que significa que su convocatoria esta
dirigida fundamentalmente a las nuevas generaciones para que salven a la
Humanidad de la extinción a causa de la guerra y que asuman la responsabilidad
que le tocó a Cuba de alertar a los pueblos del pueblo planeta acerca del
peligro que se cierne sobre toda la Humanidad.
El segundo símbolo lo constituye el hecho de presentarse, por primera vez en
cuatro años, totalmente vestido con uniforme verde olivo, sin charreteras de su
grado de Comandante de la Revolución y desprovisto del protocolo – aunque con la
seguridad - acostumbrada. Su apariencia era la de un simple y humilde soldado
cubano, decidido a dar un discurso, tan igual como la Primera y Segunda
Declaración de la Habana, en cuanto a su propósito fundamental de definir una
conducta política hacia el futuro, pero esta vez centrado en el horizonte “…
de esta gran Humanidad que ha dicho basta y ha echado a andar…” en peligro
cierto de extinción por la posible guerra nuclear originada en la agresión
imperialista-otanista-sionista a la República Islámica de Irán, y en el cual
tuvo la valentía de afirmar que hoy, en este contexto histórico concreto solo
“La Paz con la Paz se gana” y que los revolucionarios deberíamos dejar a un lado
las “guerras anacrónicas”, dichas con un gesto, que no deja dudas sobre sus
principales destinatarios: los revolucionarios colombianos.
En tercer elemento simbólico esta representada por el día escogida para el
discurso, la cual coincide con la fecha en el que el más acérrimo enemigo de
Cuba y de la Humanidad, el imperialismo usamericano, decidió renovar por un año
más, la vigencia de la ley Helms–Burton, mediante la cual se mantiene un
criminal, inmoral y por demás inútil bloqueo económico y financiero contra la
Cuba revolucionaria que impide el desarrollo pleno de la economía cubana y la
superación de antiguas políticas de seguridad y defensa, que absorben parte
importante de su presupuesto e inevitablemente laceran derechos civiles y
políticos de sus ciudadanos; lo cual no puede ser sino vinculado con el
insistente llamado del comandante Fidel Castro al presidente de los Estados
Unidos de América, Barack Obama, a que tenga la valentía de resolver
definitivamente esta injusticia contra el pueblo cubano, reclamada hoy por un
revolucionario comprometido con la Paz y la amistad entre los pueblos.
Después del Discurso de la Escalinata, ha de esperarse que en la Habana, Caracas
o Sao Paulo, pueda realizarse, antes de finalizar este peligroso año 2010, un
Encuentro Mundial por la Paz, en Defensa de la Humanidad y del Planeta Tierra,
para unificar las voluntades de los pueblos, los gobiernos y las
personalidades de la academia, las arte y la ciencia, en un poderoso movimiento
que sea capaz de impedirle al complejo militar industrial imperialista que
desate una guerra que extinga toda vida sobre nuestro marabvilloso y
único planeta Azul.
yoelpmarcano@yahoo.com