Las oposiciones de izquierda en los llamados países “socialistas” o “socialdemócratas” apoyan, critican y siguen

1. Engels escribió en alguna ocasión que los socialistas deben acompañar todas las luchas que busquen beneficiar a los trabajadores; sin embargo sucede que muchos terminan una etapa porque se acomodan, se cansan o se quedan; por el contrario, los socialistas siguen hasta que el largo viaje llegue al final. ¿Qué hacen las derechas? Si la revolución es radical se van del país con su dinero, y si saben que la “revolución” o los cambios anunciados son de mentiritas, se disfrazan de “progresistas”, ayudan con sus inversiones y obligan al gobierno a derechizarse. Cuando la burguesía abandona el país (como en Cuba) asesora al imperio para producir una contrarrevolución violenta; cuando no abandona el país va penetrando poco a poco al gobierno hasta domesticarlo. Por eso la izquierda radical, sin ocupar cargos, debe vigilar, criticar y movilizar para dar continuidad al proceso; de lo contrario la derechización se hace irreversible.  

2. El capitalismo del siglo XX, a pesar que desde el inicio de la segunda mitad creímos que había iniciado su derrumbe, fue poderoso pues junto con el Vaticano, logró destruir y desmantelar las revoluciones y movimientos avanzados que llegaron a denominarse “socialistas”. Creímos que con la revolución rusa en 1917 –que aprovecha la Primera Guerra- se había iniciado el ciclo de revoluciones socialistas; que la Segunda Guerra había producido otros 10 países socialistas y que con la Revolución china (1949) y la revolución cubana (1959) ya no se pararía el proceso. No solo se derrumbó el llamado socialismo ruso y chino, sino que todo parece haberse venido abajo; incluso los llamados partidos comunistas del mundo se desplomaron y la mayoría desapareció. Desde los noventa el imperio yanqui, junto con los países del llamado G8, determinan sobre el rumbo de la política mundial mientras el 90 por ciento de la población mundial apenas busca defenderse.

3. Pero junto al inicio del siglo XXI nacieron gobiernos socialdemócratas que aplican programas neoliberales (Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay) y otros gobiernos que han proclamado la construcción del socialismo a partir de medidas gubernamentales con el apoyo de la población pobre (Venezuela, Bolivia, Ecuador, incluso Nicaragua) La realidad es que estos últimos –con una enorme voluntad y llenos de contradicciones- buscan instrumentar medidas “socializantes” que suelen quedarse en buenos deseos porque los empresarios y la derecha las frenan. Venezuela y Bolivia, los más avanzados, han logrado sacar algunas leyes, avanzar aunque fuera un cinco por ciento su camino, pero el gran poder capitalista es un bloque al parecer imposible de romper con políticas legales y pacíficas. Así que el socialismo, como sistema sin explotados y explotadores, sin desigualdades económicas y sociales, sigue estando a unos 50 años de lejanía.

4. ¿Qué deben hacer los izquierdistas de cada uno de esos países? Pues sumarse y ayudar a la construcción de medidas gubernamentales que beneficien a la población, pero también al mismo tiempo estar movilizando a las masas para exigir que se pongan en práctica. Los izquierdistas luchan desde abajo para nunca dejar de presionar a los de arriba para exigir que cumplan; pero cuando los socialistas entran a formar parte del poder la revolución inicia su declive. Así ha sido siempre: aquellos socialistas que eran calumniados y perseguidos, se convierten en el poder en los acusadores y perseguidores; entonces hay que reiniciar el proceso. Ejemplos hay miles y no debemos permitir que se repitan. La mejor ayuda que se pueda dar a la construcción del socialismo no es siéndole incondicional; al contrario, es siendo un analista crítico desde la posición de izquierda. La incondicionalidad en vez de ayudar asesina el proceso.

5. Frente al capitalismo nuestros análisis y críticas tienen que ser destructivos y confrontadores porque no creemos que deba o pueda reformarse; ayudar al capitalismo a renovarse significa hacerlo más eficiente en la explotación, fortalecerlo para ser mejor represor. Sin embargo en los países progresistas como Venezuela, Bolivia y Cuba nuestras propuestas deben ayudar a hacer avanzar el proceso que camina a favorecer a la mayoría de la población, pero cuando este proceso comienza a desviarse es nuestra obligación señalarlo, incluso luchar contra él. Esa es la actitud que hay que mantener en México contra los gobiernos capitalistas, pero también ante gobiernos socialdemócratas o de izquierda. ¿Cómo un izquierdista o socialista puede acomodarse, rendirse ante el poder y perderse en el oportunismo, tal como a pasado mil un veces en la historia? Esa es la diferencia entre un socialdemócrata y un izquierdista o socialista real.

6. Los gobiernos socialdemócratas como los de Lula, Mujica y algunos más, buscan mejorar las cosas, hacer más llevadera la vida de los pobres dentro del sistema de explotación capitalista. Si el imperialismo no les da un zarpazo de golpe de Estado y el mundo no salta antes en pedazos por la contaminación, las reformas socialdemócratas pueden durar otros cincuenta o más años y obviamente millones de pobres y miserables seguirán muriendo por hambre y enfermedades curables. ¿Cuál debe ser la actitud de los izquierdistas ante las componendas políticas que le llaman “alternancia”, “arreglos en los oscurito”, desvíos presupuestales, subsidios a grandes empresarios, terrible multiplicación del desempleo, entrega de riquezas a transnacionales? ¿Deberán ser cómplices de lo que ven frente a sus ojos u organizarse para luchar contra el gobierno aunque se diga “progresista”?

7. En México quizá López Obrador tenga su última oportunidad; sería el único en el país que dentro de la vía electoral podría hacer una campaña de centro/izquierda y luego un gobierno de carácter progresista. ¿Es igual que todos? Obviamente no, aunque siga esperanzado sólo en los procesos electorales. Creo hoy que la izquierda debería acompañarlo exigiéndole mayor definición con la lucha social de los trabajadores y buscando alejarlo cada vez más de los grandes empresarios. La izquierda puede apoyar y denunciar, así como empujar desde abajo sin buscar cargo político alguno. El único objetivo es abrir más espacios para continuar con las luchas hacia el socialismo y la autogestión. Los grandes empresarios y el imperio yanqui presionarán y amenazarán de diversas maneras a cualquier gobierno; es allí donde la verdadera izquierda no puede transigir y tiene la obligación de enfrentarse a cualquier rémora o enemigo.

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Pedro Echeverría V


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