Terremoto, tsunami, mundial de fútbol y rescate de los 33 mineros, conformaron el mejor "show" que requería la derecha

Finalizado el show time, el gobierno es encarado por el país real

Para contrabandear leyes antichilenas. Ahora el pueblo deberá cobra la factura 

EN LA HISTORIA política chilena, desde que se redactó la Constitución del año 1925, nunca se había producido la alianza abierta, estrecha e infranqueable del poder económico con el poder político para formar un solo cuerpo…¡¡nunca!!, hasta ahora, cuando un seudo empresario (digo ‘seudo’ ya que Sebastián Piñera es, en estricto rigor, un especulador financiero) accedió al sillón de O’Higgins y abrió las puertas del gobierno para que los propietarios de los mayores capitales existentes en la república participasen en calidad de “servidores públicos” o, en el peor de los casos, como asesores interesados.

Se trata entonces del “gobierno de los capitalistas, por los capitalistas y para los capitalistas”. Es lo que eligió el 51,6% de los chilenos en la segunda vuelta electoral, el 17 de enero pasado, y en el noble juego de la democracia debemos aceptar y respetar el gobierno de nuestro 38º Presidente; pero ello no significa adhesión inconsciente ni incondicionalidad pusilánime, por lo que la crítica, la opinión, las libertades esenciales del ser humano, deben ser no solamente defendidas sino, en lo principal, puestas en práctica, habida consideración que tal como lo señala la ciencia biológica ‘órgano que no se usa, se pierde (fallece)’.

En política se estima que los primeros cien días de todo gobierno corresponden a una especie de “pololeo encantador” con la ciudadanía, pero una vez que ese lapso termina, se inicia la acción crítica que procura señalar errores e incoherencias a objeto de que la administración pertinente –si es que lo desea- proceda a corregir aquello que amerita enderezamientos.

Por extraño que parezca, en el actual gobierno esos 100 días de coquetos devaneos políticos han obtenido una prórroga cuya prescripción aun no se vislumbra, pues el horroroso terremoto y tsunami de febrero, luego el Mundial de Fútbol de Sudáfrica (con la parafernalia de la ‘roja de todos’ y Bielsa), y finalmente la tragedia de los 33 mineros atrapados, que terminó siendo una verdadera y fantástica epopeya, le han regalado al Presidente Piñera un nuevo margen de semanas, o quizá de meses, para continuar a salvo de las críticas y coscorrones que todo gobierno recibe de parte de los medios, del público y de las tiendas partidistas opositoras.

Los tres eventos mencionados en las líneas precedentes han permitido que el gobierno derechista pudiese realizar –muy sotto voce y alejado de la curiosidad periodística- una serie de medidas que, a juicio del suscrito, van en abierto y exclusivo beneficio de un pequeño grupo de personas, llamadas ‘empresarios’, y en claro detrimento de la mayoría de los chilenos, quienes, a decir verdad, coadyuvan en la depredación del país ya que muestran total desinterés por los asuntos públicos relevantes, puesto que se informan preferentemente (o se mal informan) a través de las entregas periodísticas de la televisión abierta, la cual, como bien se sabe, está en manos de los mismos derechista que forman parte del coro polifónico que estructuró y financió la llegada de la actual administración a La Moneda.

Fue precisamente esa inopia política que caracteriza hoy a gran parte de a sociedad chilena la que vino de perillas también a la actual administración, pues mientras millones de ojos lagrimeaban con el histórico rescate de los mineros atrapados bajo seiscientos cuarenta metros de tierra nitrosa en el norte atacameño, el ministro de minería –bautizado por la prensa oficialista como el “Lawrence de Atacama”- movía riendas e influencias (y cumplía órdenes superiores provenientes de un lugar que está al norte del río Bravo) en el Congreso Nacional, logrando que los inefables parlamentarios criollos aprobaran un ‘royalty’ que, visto con ojos de país europeo, es vergonzosamente escuálido.

Ese ministro –cumpliendo las instrucciones comentadas- aprovechó el efecto médiatico, político y emocional que originó el rescate de los 33 mineros, y con la servil complicidad del 95% de los parlamentarios de la Concertación (cuyos gobiernos en conjunto con la derecha UDI-RN desnacionalizaron el 60% del cobre en 1990-2010), acentuó el saqueo efectuado por las empresas trasnacionales y grupos privados a nuestro cobre y metales preciosos asociados (oro, plata, molibdeno, platino), estableciendo un pequeño impuesto complementario, que realmente no puede ser considerado royalty, para la reconstrucción post terremoto, el cual afectará solamente el 1,25% de los US$40.000 millones de dólares, que son las ganancias que la minería desnacionalizada ha obtenido desde el 2004 a la fecha.

Para incrementar esta entrega total de nuestros recursos a las fauces extranjeras, el gobierno piñerista mantendrá la invariabilidad tributaria de las empresas mineras hasta el año 2024. Es bueno destacar que los impuestos reales promedio pagados por la gran minería transnacional-privada, alcanzarán apenas el 8,25% de las ganancias, incluyendo el norme robo (no controlado) al Estado de Chile, robo que supera los US$ 10.000 millones de dólares anuales en metales preciosos no declarados en los concentrados del Cobre.

Definitivamente, y de manera hábil –lo cual demuestra que la derecha conoce a fondo el carácter farandulero y facilista de la gran mayoría de los chilenos- el gobierno montó un reality show en el desierto atacameño, y coetáneamente al rescate, aprovechó de meterle al país el dedo, la mano y el puño en la boca.

Acto seguido, nuestro 38º Presidente se las endilgó a Europa llevando un bolso pascuero repleto de piedras nortinas que regaló  a diestra y siniestra, desde Londres a Berlín, a cuanto político, periodista o paseante se le cruzó en el camino…además, por cierto, de mostrar hasta la saciedad el consabido papel con el mensaje: “estamos bien en el refugio los 33”, lo que finalmente avergonzó a sus propia esposa que, en una especie de súplica susurrada, le pidió no mostrarlo.

Mientras tanto, acá en el sur de Chile, los habitantes de Lota, Talcahuano y Coronel, que sufrieron los peores embates del megasismo de febrero, del maremoto y, después, de las inclemencias del invierno, agotaron su paciencia ante la absoluta carencia de ayuda oficial para superar sus graves problemas. Además de la inoperancia y ausencia del gobierno, los penquistas comprobaron que esta administración de capitalistas y mega empresarios nada haría por ellos, pues incluso la banca privada (a la que el país ha sacado de varios atolladeros en los últimos 40 años) cerró sus puertas y negó la entrega de créditos hipotecarios a personas mayores de 60 años, estuviesen o no estuviesen  damnificadas.

Con la sonrisa que ha venido caracterizando sus apariciones ante la prensa, en Europa, aun en gira, Piñera se refirió a este último asunto cuando fue interpelado por algunos periodistas (europeos, por cierto, pues los chilenos eran simples yanaconas obsecuentes y serviles, pertenecientes a los medios que la misma derecha posee y maneja en el país). Con la soltura de lengua que le es propia, el Presidente informó que regresaba a Chile para encargarse personalmente de la reconstrucción post terremoto. ¡Después de siete meses y medio!

Pero, esta vez la supuesta habilidad o vivarachada chilensis no le resultó, ya que han surgido voces críticas señalando que esa es –amén de una frescura de cutis que aterra- una demagógica y neoliberal forma de gobernar, puesto que si los daños provocados por el sismo de febrero alcanzaron -en las viviendas particulares- un monto cercano a los US$3.000 millones de dólares, Piñera viene a actuar (y a gastar dinero fiscal) casi ocho meses más tarde, luego que el 60% de los damnificados ya ha solucionado o ‘parchado’ su problema con medios propios.

El ‘reality show’ amenizado por el ministro Lawrence de Atacama y dirigido por el propio Presidente de la República, ha concluido. Poco a poco los invitados a la fiesta comienzan a marcharse…las mesas van quedando vacías…pero los garzones no se han movido de su sitio habitual, allí están, alrededor del gran comedor, con las facturas en sus manos, dispuestos a cobrar el valor de la jarana.

Adiós  ‘show time’…bienvenido país real. A partir de este momento, el ‘pololeo’ que hubo al inicio del quehacer gubernativo comenzará a transformarse en impetraciones de gobernabilidad para todos los chilenos, y no sólo para satisfacer la insaciable voracidad económica de algunos empresarios y financistas.

arturoalejandro90@gmail.com



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Arturo Alejandro Muñoz


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