¿Servirá esto para que por fin comprendamos la verdadera naturaleza
imperialista y rapaz de los gobiernos de los Estados Unidos? Porque,
¿no es acaso una inmoralidad incalificable hacernos pagar intereses
sobre compromisos financieros que no hemos contraído? Supongamos que
a los banqueros norteamericanos les dé la gana de seguir aumentando
unilateralmente los intereses con el fin de incrementar sus ganancias,
¿hasta dónde podría llegar la deuda total de nuestro país? En ese
caso, que no es descartable, por cierto, ni con toda la renta petrolera
podríamos pagar esas falsas obligaciones. Pero, además, en el supuesto
de que nos viéramos obligados a utilizar la totalidad de los ingresos
petroleros, o al menos, parte sustancial de ellos, para amortizar la
deuda, ¿con qué recursos iríamos entonces a financiar nuestras importaciones
básicas? ¿En qué situación desesperada se colocaría a los venezolanos
que verían escasear hasta los alimentos?
Cuando el gobierno norteamericano invadió a Granada, lo hizo en
virtud de una supuesta amenaza contra la seguridad de la región; esos
mismos argumentos son los que se han venido invocando para agredir a
Nicaragua y para intervenir descaradamente en los asuntos internos del
Salvador. Pues bien, a la luz de estos acontecimientos económicos,
a la luz de las alzas de los intereses de la banca norteamericana y
de las medidas fondomonetaristas que nos quieren imponer y que nos conducirán,
tanto los intereses como las medidas, al más completo descalabro económico,
cabría de nuevo preguntar: ¿de dónde proviene realmente la amenaza
a nuestra seguridad? ¿de Cuba, de Rusia o de los Estado Unidos? ¿Por
cuáles de estos tres países tenemos más razones de sentirnos amenazados?
¿Por los que quieren unas relaciones con nosotros en términos de igualdad
y de beneficio mutuo, como serían las relaciones con Cuba y Rusia,
o por quienes quieren exprimirnos al máximo, que en este caso no es
otro que los Estados Unidos?
En una parte de la nota periodística que publicó un periódico
de la capital y que fue encabezada con el título que sirve de base
para estos comentarios, se lee: “Estas consideraciones expresadas
por De Laroisire –presidente del FMI, se mezclan directamente con
la estrategia que parece estar preparada en forma conjunta por el gobierno
de los Estados Unidos, la Junta de la Reserva Federal y el Fondo Monetario
Internacional”, es decir, que existe toda una conspiración contra
Venezuela para arruinarla económicamente y para malograr sus esfuerzos
de construir una patria libre y soberana.. De suerte, que si tomamos
en cuenta estos comentarios formulados, no por comunistas, ni por extremistas,
ni por ninguno de esos “cocos” con los que se nos suele asustar
a cada rato, sino por personas estrechamente vinculadas con el mundo
de las finanzas, no nos será muy difícil contestar la pregunta acerca
de dónde proviene el peligros real para la seguridad de nuestras naciones.
Por último, existe algo todavía más grave que nos conviene conocer.
Se trata de la política guerrerista que los círculos fascistas y reaccionarios
de norteamérica han impuesto, no sólo a su pueblo, que como cualquier
otro pueblo es amante de la paz, sino a todos los países que de alguna
manera dependen de aquella nación.
En efecto, en virtud de un endemoniado afán de dominación a
escala planetaria, los sectores gobernantes de los Estados Unidos han
emprendido una alocada carrera armamentista que excede ampliamente sus
posibilidades fiscales. Para enjugar esos déficits, la administración
norteamericana recurre, cada vez con mayor frecuencia, al auxilio de
la banca privada. Y ésta, en vista de que la demanda de dinero aumenta
incesantemente, opta, como ocurriría con cualquier otra mercancía
cuya demanda se incrementara, por subir los intereses, o sea, por encarecer
el precio del dinero que presta.
Ahora bien, como cada vez que los intereses de la banca internacional
aumentan nosotros tenemos que pagar más por los préstamos que ya nos
han concedido, significa que somos nosotros los que, sin tener nada
que ver con los mencionados planes guerrerista del belicoso cuatrero
del norte, lo que en parte estamos financiando sus macabros proyectos;
somos nosotros los que estamos aportando parte del dinero con el que
los Estados Unidos se prepara para una guerra que decretará la desaparición
de todo el género humano. ¿Cómo lo ves?
Nota:
Algunos de los estafados por las constructoras van a marchar para exigirle
al gobierno nacional que levante las medidas de expropiación que se
decretó sobre “sus inmuebles”. Bueno, tal vez el gobierno pudiera
complacerlos si presentan los papeles de propiedad, con la respectiva
protocolizacion de los mismos, que los acrediten como propietarios
de los apartamentos afectados por la medida. Y ojo, no vayan a meter
en esa marcha a activistas políticos.
Aqu, en esta feroz dictadura, todos tienen derecho a marchar y a manifestar
–siempre y cuando no al teren el orden público-