Con relación al Congreso del PCC que se llevará a cabo en abril de 2011 en Cuba, ¿a qué revolucionario comunista, socialista, no le va a interesar un evento tan trascendente e importante? Creo que es fundamental el debate, porque tratándose de los cambios económicos, aunque muchos no lo crean, el proceso revolucionario venezolano puede hacer algunos aportes, sobre todo en lo referente a la propiedad social, comunal, estatal. Pienso que no se trata de fortalecer la propiedad individual en el sentido de la pequeña propiedad productiva o comercial que, a la larga, genera una mentalidad capitalista. A mi juicio no se trata de eso, hay que fortalecer la propiedad colectiva social, distinta a la propiedad estatal. Repotenciar la cooperativa y otras formas productivas en manos del pueblo trabajador. Creo que ha sido un error o, mejor dicho, es parte de una etapa que va quedando atrás donde el Estado sea el macro propietario, hay que creer en las fuerzas creadoras del pueblo, de los trabajadores. Se puede elevar el estatus y el estándar de vida de la familia cubana pero no en el sentido del consumismo capitalista, burgués, sino de un estándar de vida de un modelo social diferente.
Quizás el paternalismo estatal le ha hecho mal a muchos sectores que ahora, sin la teta del Estado, a veces una onerosa y costosa carga social subsidiada, les sea difícil adaptarse a esa realidad de estar, no en la calle desempleados como en el capitalismo, sino enfrentando nuevos retos productivos y de vida.
No creo que se trate de darle paso a una especie de NEP neo capitalista como fue en Rusia en tiempos de Lenin o copiar el modelo chino; Cuba tiene unas cuantas y poderosas fortalezas que deben potenciarlas y un pueblo con una capacidad creativa y solidaria sorprendente. Yo comparto con Fidel que no hay un socialistómetro que nos indique cómo y de qué forma debemos construir el socialismo, pero las conquistas del socialismo cubano son demasiado grandes e irreversibles. No creo que Cuba se encuentre en un cuello de botella, en una situación de crisis que pueda torcer el rumbo del proceso, menos con la crisis que vive el capitalismo a nivel mundial. Si hubiese crisis es del desarrollo y esto no es un eufemismo, los avances económicos logrados desde la caída de la URSS a hoy son muy significativo, uno de ellos es el desarrollo médico, el biotecnológico para sólo citar uno.
Cuba superó el aislamiento que le produjo la caída del campo socialista europeo y la caída de la URSS –su principal apoyo económico– y de la revolución nicaragüense. Por algunos años debió cruzar sola, con dignidad, el desierto, vivir un terrible período especial y su pueblo lo pudo soportar porque estaba preparado para ello, si no hubiese sido así no tendríamos hoy revolución cubana. Hoy la situación es otra, si no que lo diga la reciente votación mundial en la ONU a favor del cese del bloqueo económico yanqui a la Isla.
Precisamente, la caída de la URSS y del campo socialista europeo trajo, por paradoja –y en la distancia– el derrumbe de los dogmas, ahora se puede construir el socialismo sin una guerra sangrienta o una revolución violenta, lo prueban Venezuela, Ecuador y Bolivia, lo que no quieren decir, sobre todo en los casos venezolano y boliviano, que los procesos previos no hayan sido de duros enfrentamientos clasistas, armados como el 4 de febrero de 1992 que encabezó Chávez en una cruenta insurrección militar, o en un movimiento social y una huelga general que derrocó presidentes como en Bolivia, pero en ambos casos Chávez y Evo llegaron al poder mediante procesos electorales y programas de transformación social, igual con Correa en Ecuador y su revolución ciudadana y hasta con Daniel Ortega, que la primera vez llegó al poder mediante una cruenta guerra civil. Lo que no son revoluciones desarmadas, eso es otra cosa.
Claro, estas revoluciones no son dirigidas por partidos comunistas, pero sí por fuerzas de izquierda poderosas como lo son el PSUV, en Venezuela, el MAS en Bolivia, el FSLN en Nicaragua. Esos y otros países acompañan a Cuba en la ALBA, un proyecto que aún no se ha medido su envergadura de desarrollo en el continente, sólo ahora el imperialismo yanqui comienza a medir su “peligro” y comienza a conspirar por fracturarlo sólo así se explica el derrocamiento de Celaya en Honduras. Allí, en la ALBA está una de las fuentes de la nueva economía cubana, a partir de la solidaridad, de la hermandad, del humanismo socialista. Ese medio millón de cubanos y cubanas que han salido del trabajo en el Estado, tienen un rumbo, muchas opciones económicas y sociales, el ALBA es una, solo una, pero estoy seguro que hay muchas más y se debe estar trabajando sobre ello.
(humbertocaracola@gmail.com)