El fenecido gobierno genocida del sátrapa Álvaro Uribe, con su recurrente política antivenezolana y antiecuatoriana, más su posición entreguista de la soberanía colombiana al gobierno imperial norteamericano al cederle ilegalmente a perpetuidad el espacio para la instalación de 7 bases militares, comenzando con la enorme base militar de Palanquero, donde aún permanecen las tropas yanquis y sus sofisticados equipos de todo género.
Colombia, como nación, no podía entonces estar más de espaldas a Latinoamérica, aislada, convirtiéndose paulatina en la Israel de América (hecho que permanece), una nación dócil a los intereses imperiales, guerrerista, que, ya al final del infeliz mandato del sicópata casi provoca una guerra con Venezuela, a la que “acusó” vilmente en la OEA, asquerosa parodia de denuncia, burda provocación a la que se prestó ese ministerio de colonia que es la OEA y su payaso de presidente, también enemigo de Venezuela. Gravísima ofensa que el presidente Santos no ha reparado.
Cuando nace Unasur, Colombia, aislada como estaba diplomática y políticamente del resto de los países latinoamericanos, no sólo no pudo evitarlo (como vocero imperial que era en la práctica) y tuvo la diplomacia colombiana que tragar grueso y las maniobras arteras del gobierno uribista contra Venezuela o Ecuador no prosperaron porque la correlación de fuerzas le era desfavorable, aún con la presencia del también gobierno derechista pro imperialista de Perú.
La oligarquía colombiana, visto el desastroso gobierno de Uribe en su delirante política exterior y el aislamiento al que sometió a Colombia, pareciera, a través del gobierno de Santos, cambiar la táctica sin tocar la estrategia, es decir, tratar de remozar el estilo, comenzando con el restablecimiento de relaciones con Venezuela, presionada Colombia como ha estado por la agudísima crisis económica que atraviesa y la vital necesidad de abrir un canal para recobrar las relaciones comerciales que significaban –y significan– sietemil millones de dólares anuales. Sin contar el avance arrollador del proceso político venezolano, la gigantesca proyección del comandante Hugo Chávez y el fortalecimiento de la Fuerza Armada Nacional y las Milicias Populares, pese a lo dicho por el jefe militar colombiano, según revela Wikileaks de un cable del embajador gringo en Bogotá. “El entonces jefe del Ejército colombiano, Freddy Padilla, pidió a Estados Unidos información de Inteligencia sobre Ecuador y Venezuela”. En el mismo cable Padilla desdeña la capacidad operativa del Ejército venezolano. “El Ejército colombiano vio que las Fuerzas Armadas venezolanas son considerablemente más débiles de lo que creían. En contraste con las ecuatorianas, que demostraron más profesionalismo, siendo más pequeñas”, describe Brownfield. ¿Cómo determinó eso el alto mando militar colombiano sin haber tenido una confrontación directa, a través del espionaje o de qué?
Ahora, el narco estado colombiano –¿dejó de serlo en sólo cuatro meses?– aparenta dar un giro en su política exterior suramericana y temerariamente se lanza, nada más y nada menos, que en pos de la presidencia de Unasur presentando el nombre de la excancillera María Elena Mejías, es decir, la veterana funcionaria diplomática se prepara para su papel de Caballo de Troya, que es lo que precisamente busca el imperio, minar Unasur porque el bloque de naciones progresistas, que arrastra las restantes, se ha convertido en un verdadero problema político para los intereses políticos norteamericanos, baste ver el haber abortado el golpe de Estado contra el presidente Evo Morales y, más recientemente, contra el golpe contra el presidente Correa en Ecuador, donde la mano del imperialismo estaba metida hasta los teque teque.
Para el imperio es imperativo recomponer las políticas neoliberales en la región, los golpes que ésta ha recibido en Venezuela, Ecuador, Bolivia han sido y son mortales, para ello cuenta con los gobiernos de Colombia, Perú y Chile; de allí la maniobra de tratar de minar a Unasur, buscando que pase la figura gris de la burócrata María Elena Mejías y apeteciendo la presidencia. Es muy difícil que ello ocurra, incluso luce excesivamente apresurado por parte de Colombia si se toma en cuenta que los efectos negativos del gobierno de Uribe y sus reiteradas y gravísimas agresiones a varios países latinoamericanos, más concretamente a Ecuador y Venezuela, están muy frescos. El gobierno de Santos sabe que la correlación de fuerzas no favorece su aspiración, además la maniobra es muy evidente, casi se diría que burda y ello no pasa desapercibido por los gobiernos de Venezuela, Bolivia Ecuador, Uruguay, Argentina, Brasil, Surinam, Paraguay, todos con gobiernos progresistas y tres en revolución, de izquierda que difícilmente de traguen esa píldora, mejor dicho, dejen pasar ese Caballo de Troya con figura de mujer donde la mano del imperio se ve clarita.
Finalmente la trayectoria de un Rodrigo Borjas Cevallos, ex presidente de Ecuador o de Néstor Kirchner, ex presidente de Argentina, ambos secretarios de Unasur, sólo puede ser llenada por un estadista y un líder de la trayectoria histórica y política de Alí Rodríguez, un revolucionario que nunca ha estado atado a las clases dominantes ni a ningún interés creado de las tradicionales clases dominantes o del imperialismo yanqui. No es sólo que representa a Venezuela y su gobierno revolucionario y socialista, sino que recoge las banderas libertarias de las luchas emancipadoras de los pueblos no sólo de Suramérica sino del continente americano todo. Una trayectoria revolucionaria de vida lo avala plenamente.
(humbertocaracola@gmail.com)