La actitud ha tomar frente a la información de Wikileaks tiene tres vertientes: (1) de rechazo por parte del gobierno de EE.UU y sus aliados incondicionales; (2) de aceptación y aplauso, como novedad periodística; (3) de dudas y preguntas por parte de quienes ven fines ocultos en la entrega a los medios noticiosos de tan abundante información confidencial.
Las preguntas sobre el trasfondo que pueda haber en la labor periodística de Wikileaks despierta más dudas que transparencia. ¿Por qué? Por cuanto se supone que los documentos secretos de la diplomacia estadounidense referidos a planes de dominación mundial y a la labor de espionaje que realizan sus embajadas en todos los países, están sometidas a vigilancia extrema. En consecuencia, la extracción de un muy elevado número de documentos, crea suspicacias. Periódicamente vemos, como, las acusaciones de espionaje y contraespionaje, hacen crisis ¡explotan! lo cual puede interpretarse como demostración de la vigilancia estricta que existe en el campo de la información confidencial. Si la extracción u obtención realizada por Wikileaks hubiera sido de un par de documentos, ¡no crearía suspicacia! pero, cuando se trata de 400 mil, eso ¡Indigesta, no es asimilable! ¿Cómo puede ocurrir tamaño despelotamiento en la vigilancia de la información confidencial de EE.UU.?
Hasta ahora las entregas de Wikileaks a cinco periódicos privilegiados para que las divulguen, han sido manipuladas de tal forma que, de información veraz y oportuna, pasa a ser “chismografía diplomática”, más propia de figurar en las páginas de la revista española “Hola” o en publicaciones especializadas de farándula. En lugar de publicar las incongruencias de la señora Hilary con sus embajadores ¿No será posible encontrar en esos 400 mil documentos, información referida al derribo de las torres gemelas; a la invención de ese fantasma apocalíptico llamado Ben Laden, invencible frente al poderío militar del imperio y su intermediario, la OTAN; a las falsas acusaciones contra Afganistán e Irak para justificar la invasión genocida; a las alianzas con Israel o Colombia; a la guerra de Osetia del Sur; a la presencia de EE.UU y la OTAN en las ex repúblicas soviéticas para sitiar a China y a Rusia, potencias económicas y militares que compiten con la hegemonía del imperio; o a la producción y distribución de heroína y cocaína bajo la vigilancia militar de EE.UU y la OTAN? ¿Será simple coincidencia que EE.UU., primer consumidor de sustancias alucinógenas, tenga gran presencia militar en los países de mayor producción: Afganistán y Colombia?
Preguntas y dudas se equiparan. ¿A quién sirve Wikileaks? ¿Al periodismo veraz o a la conjura imperialista contra la soberanía de los pueblos libres? En tanto se hace gala de la chismografía dirigida a objetivos precisos: Argentina, Venezuela, Irán, Nicaragua, Bolivia, Corea del Norte ¿Dónde queda la crisis del capital que acorrala la economía de EE.UU y desmorona la de Europa? ¿Se trata de salvar o hundir a alguien? ¿A Obama, a Hilary, a los altos jefes militares, a la muy desprestigiada diplomacia yanqui?
leonmoraria@gmail.com
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