El terremoto no había terminado de sacudir la geografía de Haití (enero 2010) cuando 5000 rangers y marines estadounidenses llegaban al territorio haitiano y empezaban a patrullar las calles de su capital.
De inmediato, Francia sentenciaba a través de su ministro de cooperación Alain Joyandet: “se trata de ayudar a Haití y no de ocupar Haití’’, intentaba ocultar lo que hasta hoy, sigue siendo una invasión.
Después, unas cuestionadas elecciones realizadas en noviembre, EEUU, Canadá y Francia a través de la OEA, están intentado imponer en una segunda vuelta, a los candidatos pro-yanquis.
Llama la atención la presencia de Francia como interlocutor de la OEA, cuando nada tiene que ver con el sistema Interamericano, lo que aumentan las suspicacias sobre los intereses que su ocultan entre estos países miembros de la OTAN.
Todo parece indicar que hay un pacto EEUU-Francia, y tiene como epicentro estratégico el Caribe. Sólo así se explica que haya llegado a Haití procedente de Francia donde se encontraba exiliado, el asesino Duvalier; dictador que gobernó ese país y asesinó a más de 50 mil haitianos.
El arribo del asesino Duvalier a Haití, con el visto bueno de EEUU y Francia, promueve la hipótesis de que habrá olas de violencia originadas por mercenarios e infiltrados, con el objetivo de “desestabilizar el caos” e imponer un títere ¿Duvalier? que “justifique” la permanencia yanqui.
Haití ya no es sólo una posición geográfica estratégica para el imperialismo, la afirmación de que Haití es un gran yacimiento petrolero cobra mayor fuerza y se impone, entonces, sacar del territorio haitiano al internacionalismo de Cuba y Venezuela antes de julio de 2011 y dejar a Haití fuera de la futura Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.
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