¿Pero qué
es el neoliberalismo?, no dejará de haber quien se pregunte. Sin entrar
en complicadas disquisiciones teóricas sobre el particular, hay dos
declaraciones de su ideóloga fundamental, la señora Margaret Taecher,
que por sí solas revelan la desalmada naturaleza, el instinto depredador
de este salvaje sistema económico que, entre otras aberraciones, privilegia
la ganancia comercial y financiera sobre la misma vida humana. Esta
señora, asesorada sin duda por los manes del pirata Morgan, declaró,
cuando todavía era primera ministra de Inglaterra, que la “sociedad
no existe”. ¿Qué conclusiones se pueden desprender de esta frase
monstruosamente infeliz? Bueno, si la sociedad no existe ¿para qué
entonces poner en práctica ningún plan de tipo social? Si ni usted
ni yo, o peor aún, si ni la clase media ni los sectores populares,
que somos lo que fundamentalmente integramos la sociedad, existimos,
para qué entonces construir hospitales? ¿Para qué construir escuelas?
¿Para qué construir un eficiente y cómodo transporte colectivo? ¿Para
qué construir viviendas, etc.? No se justifica, ¿verdad?
Este mismo desprecio
por la persona humana lo puso de manifiesto el gobierno de los Estados
Unidos y, en particular, el presidente Bush con motivo de los desgraciados
sucesos de Nueva Orleáns. En efecto, en el mensaje que el primer mandatario
norteño dirigiera desde su finca a la nación, les dijo a los aterrorizados
habitantes de los estados afectados por las inundaciones que huyeran.
No les envió un mensaje de aliento ni mucho menos le prometió ayuda,
simplemente les dijo que huyeran, mientras él continuaba tranquilamente
paseando su perro.
Claro, para el
señor Bush, desde la confortable y segura comodidad de su propiedad
veraniega, le resultaba muy fácil decirles a las víctimas que abandonaran
sus hogares y pertenencias, obtenidas solo Dios sabe a costa de cuántos
sacrificios. Pero en el supuesto de que esta pobre gente hubiera atendido
el llamado de Bush y hubiera querido abandonar las zonas inundadas ¿en
qué lo hubieran podido hacer si carecían de los medios adecuados para
alejarse del lugar? ¿Si no tenían los medios de transporte que les
permitieran abandonar aquella trampa mortal?
Lo sucedido no hay manera de justificarlo. Entre otras cosas, porque es muy difícil entender que en una región del país más desarrollado del mundo, y que por lo demás se encuentra constantemente expuesta a este tipo de catástrofe, no existiera ninguna clase de dispositivo que garantizara la seguridad de sus confiados pobladores; que no existiera por lo menos una brigada de rescate lo suficientemente preparada, equipada y entrenada para hacerle frente a una calamidad de la magnitud como la que se presentó.
¿Y porque no
existían esas brigadas? Pues porque como lo dijo la Dama de Hierro,
en un régimen neoliberal, y Bush y su camarilla de halcones lo son
en extremo, “la sociedad no existe”. El pueblo norteamericano, es
decir, la clase media y los sectores populares de esa nación, no existe
para los sectores gobernantes de turno. Y si alguna vez llegara a ser
tomado en cuenta, sería únicamente para reclutar soldados que vayan
a morir o a matar en otras latitudes para robar y saquear las
riquezas de los países más débiles e indefensos.
Nota: María Corina Machado
debió quedar escaldada de los tanto que caminó el martes en
la asamblea Nacional.
Es increíble que nadie ni
del gobierno ni del partido haya aclarado que el déficit habitacional
que Chávez recibió en febrero del 99 fue de l.500.000 viviendas.
Y que para la solución sólo de ese déficit , construyendo cien mil
casas por año, que es un esfuerzo colosal, ciclópeo, seria necesario
esperar 15 años.