Los acontecimientos políticos y la crisis social, crisis de profundos cambios del Medio Oriente iniciados en Túnez, que dio al traste con el presidente dictador de más de 20 años en el poder, le continuó la macro crisis y la explosión revolucionaria y de masas en Egipto que, tras dejar en las calles egipcias más de 400 patriotas muertos por la policía, derrocó al dictador Mubarack, y abrió un compás de transición a un espacio político distinto, avanzado, progresista, pese a una transitoria Junta Militar de Gobierno, mientras el pueblo egipcio permanece en la calle y la clase obrera arrecia la lucha de clases por sus derechos laborales y sociales y enfrenta el capital explotador, privado o del Estado, en huelgas que aún persisten, dixi las luchas de los trabajadores que operan el estratégico Canal de Suez.
Siguió y sigue la crisis social y las multitudinarias movilizaciones de masas en el Magreb y estalla la rebelión social y anti gubernamental en Yemen, Argelia, Bharein, con significativas acciones de calle buscando el derrocamiento de los presidentes de esas naciones. Parecía que la onda expansiva se extendería a otras naciones árabes, sobre todo aquellas donde la presencia y el dominio del imperio norteamericano y los imperios europeos ha sido decisiva en el control político, económico y militar de gobiernos y oligarquías dóciles. Inesperadamente estalla la crisis en donde menos se esperaba. En Libia, país donde, desde finales de los años 60 del siglo XX, se inició la revolución encabezada por el coronel Muammar al-Gaddafi y en donde el pueblo libio ha alcanzado uno de los más elevados niveles y estándares de vida que ni sueñan tener los tunecinos, los egipcios y otras naciones árabes estremecidas por hambrunas y pobreza. Libia presenta niveles de desarrollo tecnológicos, agrícolas, científicos, del poder popular insospechados en occidente.
¿Por qué, sin ser las condiciones libias parecidas a las de otras naciones árabes mucho más pobres y las formas de gobiernos tienen en su pueblo un altísimo componente de poder popular se produce un estallido social de una magnitud que amenazan con una guerra civil?
Es evidente que en Libia la crisis que lleva a un sector opositor de la población a tomar la calle, sobre todo en las ciudades del interior de la nación, le sirve a factores externos que se plantean el derrocamiento violento, armado del presidente Gaddafi y el gobierno revolucionario. Evidentemente que la crisis social y política en la amplia nación árabe de alguna manera encontró una situación propicia en Libia a partir de las contradicciones internas entre las llamadas Tribus que conforman el componente histórico de esa nación, de sectores opositores y, sobre todo, la conspiración impulsada por el gobierno norteamericano a través de sus servicios secretos (CIA), la dictadura israelí (el Mossad) y los gobiernos de la Unión Europea. También de la “occidentalización” que el gobierno de Gaddafi ha tenido en los últimos 10 años, que al juicio de sectores avanzados lo ha ido apartando del proyecto revolucionario original y ello ha generado conflictos en sectores revolucionarios.
La agresión subversiva comienza cuando desde el mar, naves de guerra “desconocidas” dispararon a mansalva contra ciudades libias produciendo un caos que obligó al gobierno a responder militarmente. Un golpe relámpago, una acción armada donde coincidieron los mercenarios infiltrados por Israel y Estados Unidos, Al Kaeda que produjo violentos y fuertes choques armados, golpe e insurrección que, en primera instancia, fue derrotado por el gobierno revolucionario de Gaddafi, baste ver la relativa normalidad en Trípoli en las imágenes de Tele Sur y el control progresivo del país.
Indudablemente que las muertes de libios en las luchas de calle son altamente lamentables, dolorosas y, por supuesto, nunca las compartiremos, sin embargo nos ubicamos en el contexto de la realidad libia de esos instantes.
Producida la derrota inicial del golpe –acompañado de una intensa campaña mediática internacional de mentiras, falsedades, manipulaciones que para nada se utilizaron en la crisis de Túnez o Egipto–, el imperialismo pasó al Plan B que contempla la posible agresión militar y la fractura de Libia, aspiración ésta de algunas tribus libias; el objetivo es claro, apoderarse del petróleo, uno de los principales abastecedores de las naciones de Europa. Con Libia dividida es mucho más fácil volver al colonialismo y saquearle sus riquezas, sobre todo la petrolera.
El imperialismo yanqui intentó matar dos pájaros de un tiro, mientras subvertía con mercenarios, agentes del mossad israelí, la CIA y grupos guerrilleros de Alkaeda de Bin Laden (grotesca figura creada y amamantada por el imperio para enfrentar el ejército de la URSS cuando la gran nación socialista estaba en Afganistán, apoyando la lucha de ese pueblo), lanzaron la matriz de opinión –dicha por el irresponsable Primer Ministro de Inglaterra– de que el presidente Muammar al-Gaddafi venía rumbo a Venezuela donde Chávez le daría asilo político. La pregunta lógica que todo el mundo ante tamaña mentira se hizo fue: ¿qué tramaba el gobierno norteamericano que enlazaba los acontecimientos de Libia y su presidente con Venezuela y su presidente? Por supuesto, la cancillería venezolana le dio una respuesta contundente desmintiendo la especie, pero la maniobra había que enlazarla con las políticas subversivas que impulsa contra Venezuela el gobierno de Obama: la pseudo huelga de los manipulados estudiantes de extrema derecha, la conducta de muchos diputados de la contrarrevolución en su brutal ataque contra la FAN, y otros intentos por “calentar la calle”. Comparaban a Chávez con Mubarack y la situación egipcia con la venezolana, imaginaban una insurrección popular que derrocara a Chávez.
Al referirse al tema de la guerra mediática transnacional contra Libia señaló el comandante Fidel Castro en su reciente artículo: “El mundo ha sido invadido con todo tipo de noticias, empleando especialmente los medios masivos de información. Habrá que esperar el tiempo necesario para conocer con rigor cuánto hay de verdad o mentira, o una mezcla de hechos de todo tipo que, en medio del caos, se produjeron en Libia. Lo que para mí es absolutamente evidente es que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días”.
El cuadro político del Medio Oriente con los acontecimientos de Libia es altamente complejo. El gobierno de Gaddafi es militarmente poderoso, eso lo saben las potencias europeas y la yanqui, por eso trabajan aceleradamente en la división del país, virtualmente se alían con Alkaeda y las Tribus –lamentable e incomprensiblemente el gobierno de Irán ataca al gobierno socialista árabe del coronel Gaddafi–. Otras naciones del Norte de África igualmente se mueven a favor de Libia, lo que puede cambiar totalmente el cuadro al producirse una confrontación militar de magnitudes imprevisibles. Con todo, a nuestro juicio, el imperialismo yanqui –con su V Flota en Barhein– no tiene todas las cartas en su favor, Gaddafi ha logrado, hasta el momento, controlar buena parte de la situación y detener el desarrollo de la guerra civil, para poder mover sus piezas políticas. Esperemos los nuevos acontecimientos.
Como dijo Fidel, a la OTAN se le fue de las manos el genio de la lámpara de Aladino.
(humbertocaracola@gmail,com)