Por eso el humano debe andar siempre mirando hacia los lados y preguntando a los demás qué vieron. Un sólo ojo, oído no es suficiente. La opinión para que tenga sensatez debe estar muy bien fundamentada en observaciones, mediciones, en tomar en cuenta lo que los demás piensan, quieren o anhelan. Los políticos, jefes de Estado, deben procurar que sus actos y decisiones estén muy bien sustentados.
Los artículos o noticias producidos por la izquierda en relación a lo de Libia, según mi percepción, dan como un empate. La mitad de ellos, más o menos, defienden a Omar Gadafi y le perciben como expresión genuina de las luchas antiimperialistas. La otra porción para completar el cien por ciento, opina lo contrario. En ambos lados hay gente muy juiciosa a quienes solemos darle mucho crédito.
Los segundos, coinciden en hablar de dos Gadafi. El de antes, de cuando se alzó contra la monarquía y el de ahora, de paños y manteles dicen, con las clases políticas europea y gringa. Señalan como inicio del cambio del gobernante libio, el día que ésta le bombardeó el palacio. Le acusan de contubernio con los gobernantes europeos para reprimir a africanos que intentan llegarse al otro lado del Mediterráneo en busca de mejor vida.
Hablando de monarquía, se dice de ésta que es un régimen estrictamente personal, vitalicio y de sucesión hereditaria o escogido en una claque.
Gadafi, se pasó de maraca. Lleva unas cuatro décadas en el coroto y sin que nadie, por lo menos, le haya reelegido, alegando que está allí por disposición de las tribus. ¿Cómo funciona eso?
¿Cómo entender la persistente denuncia de Gadafi, acerca de la supuesta presencia de Bin Laden, como líder del movimiento opositor?
Le escuché por Radio del Sur, por supuesto a quien le traducía, que por ser esa emisora, uno supone que no le estaban coveando, amenazar, a modo de condena adelantada, al fusilamiento a quienes incurriesen en actos por él señalados. Lo que me hace pensar que la Ley la pone él, es el tribunal y, como Luis XIV, rey absolutista francés, Gadafi podría pensar, como dijeron que dijo aquél, “El Estado soy yo”.
Los medios nuestros, me refiero a aquellos que simpatizan o son del gobierno, he procurado no pararle a lo que dicen los otros, dejan muy claro que los hijos de Gadafi, son personajes tan de alto rango en el gobierno que parecen sus prevenidos al bate. De donde se podría hablar de predisposición, si no nepotismo, y eso, generalmente, donde usted le vea, es una manifestación sospechosa de derecha. Incluso, uno de ellos, anunció, lo leí en los mismos espacios que ya he dicho, que redactaría la primera constitución de Libia.
Por eso, hay que andarse con pie de plomo. Es muy válida y acertada la posición de defender la soberanía de Libia y su derecho a la libre determinación en sus asuntos. Como lo es, pues lo segundo deviene de lo primero, decir a los cuatro vientos: “Fuera de Libia manos extranjeras”. Porque si algo está claro, es que los gringos buscan la manera de meterse para cogerse lo que quieren.
Hay que evitar - volvemos a recordar que nadie es infalible - aquel error por apresuramiento y falsas expectativas, que llevó a Fidel Castro y al gobierno de Cuba a condenar el alzamiento de Chávez. Nadie puede negar eso, menos después que Nicolás Assange y Wikileakts, envainaron a los gringos.
Confieso que el problema libio, como decíamos antes, me tiene la “empalizá en el suelo” y por demás confuso. Pero las decisiones no están en manos mías. Pero sé que, equivocarse en asuntos como ese, suele ser costoso.
La zorrería de Caldera, alertado por lo acontecido durante el caracazo y en conocimiento de la inconformidad nacional, contribuyó que fijase una posición, si se quiere sibilina, que lejos de alejarle le acercó a las mayorías, aunque fuese para mal de éstas “otra vez”, como dijese Alí Primera.
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