El fin de Gadafi

En política es arriesgado hacer pronósticos porque hay muchos factores difíciles de prever. El pronóstico de Fidel del año pasado de que Washington e Israel atacarían a Irán con armas nucleares el 2 de julio del 2010, o antes, es un ejemplo. En el caso de Libia, sin embargo, el escenario es relativamente previsible. 

1. Gadafi está terminado

El hecho básico de la situación de Gadafi es que está irremediablemente perdido. Este es el centro de gravitación del análisis situacional. Tiene el país divido en dos bloques, Tripolitania y Cirenaica; tiene Estados Unidos, la Unión Europa, Israel, las dictaduras feudal-mercantiles árabes, la Liga Árabe y la opinión pública mundial en su contra, al igual, que un embargo económico. Ante esas fuerzas, el poder que le queda es mínimo.  

2. Su destrucción militar

Militarmente, a Gadafi le quedan unos pocos aviones de combate, unos pequeños buques de guerra y pocas brigadas de combate. El equipo militar es obsoleto y en gran parte inservible. El entrenamiento y la eficiencia de las tropas son bajos. El rendimiento bélico en las últimas guerras en Uganda (1978) y Chad (1987) fue desastroso. De las trece bases aéreas, varias están bajo el control de los rebeldes. Los hangares de los aviones militares de Gadafi han sido plenamente identificados por la inteligencia militar de la OTAN, y lo mismo vale para los barcos de guerra, la infantería y las unidades de tanques. Con misiles cruceros o algunos ataques aéreos, la OTAN acabaría en dos días con esas Fuerzas Armadas. ¿Por qué, entonces, el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, dice que la implementación de una “No-fly zone” es difícil y requiere más fuerzas que las de un solo portaaviones?  

3. La Doctrina militar de Gates

La lectura de la historia militar estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial, que hace Gates, es, que Estados Unidos no debe involucrarse con tropas terrestres en guerras asiáticas. La guerra de Vietnam se perdió; la guerra de Corea fue un empate y el juicio final sobre las guerras de Irak y Afganistán no está claro. La esencia de esta visión del Pentágono coincide con una verdad que ya había formulado Stalin, en cuanto a una eventual conquista militar soviética de Europa Occidental: “El problema no es conquistar un país, sino mantenerlo ocupado y controlado”. Estados Unidos, al igual que en su momento la Unión Soviética, no tiene suficientes tropas de combate para ocupar un país por un tiempo prolongado. Su talón de Aquiles es su débil base demográfica. 

4. La solución imperialista para Libia

El verdadero significado de las palabras de Gates es, por lo tanto: necesitamos encontrar un régimen autóctono que garantice la estabilidad de Libia, antes de dar el golpe militar final a Gadafi. Estabilidad en este contexto significa la entrega del petróleo y el control de las fuerzas islámicas en Bengazi. Quitar a Gadafi y neutralizar a las fuerzas islámicas del oriente libio, este es el gran puzzle político-militar que tiene que resolver la Casa Blanca en este momento. La estrategia que emplea es la que usó en la guerra entre Irak e Irán: desangrar a los dos adversarios en una guerra, para después entronizar a un gobierno títere. Esta es la principal razón, por la que Obama no ha destruido a las Fuerzas Armadas de Libia todavía. Tienen que debilitar a las fuerzas islámicas, debilitándose ellas mismas en esta guerra. Exhaustos los dos, el imperialismo instala el nuevo orden. 

5. La última opción de Gadafi

El momento del ataque de la OTAN llegará cuando Gadafi emprende la campaña militar para retomar a Bengazi. Ante las inevitables muertes de civiles en esa guerra, magnificadas por una campaña mediática internacional, se repetirá el viraje de la guerra del Mariscal alemán Erwin Rommel en Tobruk y El Alamein, con una ofensiva de la OTAN. La única salida que le queda a Gadafi, es por lo tanto, parar la reconquista del Oriente libio y tratar de negociar con la oposición una forma de dimisión que le salve el pellejo.  

Todo indica, sin embargo, que el “León del Desierto” en 2011, como el “Zorro del Desierto” (Rommel) en 1943, ha llegado al fin de su camino. No construyó la democracia anticapitalista que había prometido y no construyó el Socialismo del Siglo XXI que le hubiera dado la fuerza para una Guerra Popular Prolongada. Agotado su sistema pequeñoburgués bonapartista de la Gran Yamahiria Árabe Libia Popular Socialista, se pasó al bando del imperialismo y sionismo. Cuando los movimientos modernizadores de la revolución democrática burguesa sacudieron las petro-cleptocrácias del Magreb y del Mashreq se quedó como el Mariscal de Campo de los nazis: sin tanques, ni artillería, ni bombarderos, para parar la ofensiva final del enemigo.

Es probable que no le queden más que dos semanas a Gadafi.


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Heinz Dieterich


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