Los EEUU y las Guerras Permanentes

Cuando EEUU decidió enviar más tropas al (Vietnam), el senador J. William Fulbright, entonces presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en 1966, dijo: "No es natural ni saludable para una nación involucrarse en cruzadas mundiales por un principio o idea, descuidando las necesidades de su propia gente". La advertencia de Fulbright es aplicada ahora por algunos en Afganistán. EEUU sigue combatiendo en guerras en el extranjero, sin tener en cuenta las necesidades internas, dijo Andrew J. Bacevich, que cuenta la historia de Fulbright en su nuevo libro, las reglas de Washington: “El camino de Estados Unidos hacia una guerra permanente”.

El complejo industrial–militar concepto aplicado a los grupos económicos  interesados en mantener las guerras en el mundo, quienes gobiernan los EE UU, han contralado al presidente Obama, y por eso, no ha cumplido con las promesas de su campaña electoral, y ha quedado comprobado con su aceptación a la invasión en Libia. La crisis económica en EEUU, iniciada hace más de 30 años  continua, y el país atraviesa duros recortes presupuestarios en varios Estados, y el gasto militar va en aumento, pese a las necesidades sociales internas. Si las críticas a Bush apuntaban a sus invasiones militares a Afganistán (2001) y a Irak (2003), donde los dólares eran gastados para implantar “nuevas democracias”, en estos días la guerra de agresión contra Libia,  remite a épocas que Obama había prometido dejar en el pasado.

A la llegada de Obama a la Casa Blanca, la deuda total estadounidense llegaba a los 50 billones de dólares, más de tres veces el Producto Bruto Interno estadounidense y superior al Producto Bruto Mundial. Las deudas con el exterior llegan a 10 billones de dólares y el desempleo ya afectaba al 6,7 %, sin contar otros 7 % de subempleados,  aproximadamente 50 millones de desempleados. El déficit presupuestario de EEUU es enorme e insostenible. Los pobres se ven exprimidos por los recortes en los programas sociales y un mercado laboral débil. Uno de cada ocho estadounidenses depende de cupones para alimentos (cestaticket) para comer. A pesar de estas circunstancias, el partido Republicano quiere acabar con los impuestos por completo, y los Demócratas se ven  obligados en  mantener contentos a sus contribuyentes ricos.

Estos recortes de impuestos vienen, desde hace tres décadas de un régimen fiscal de élite en los EE.UU, que ha favorecido a los ricos. Desde que Ronald Reagan asumiera la presidencia en 1981. El ingreso anual de los 12.000 hogares más ricos es mayor que el de los 24 millones de hogares más pobres. Como sabemos, las crisis del capitalismo las siguen pagando los trabajadores. Obama no ha  intervenido para evitar más guerras, y la crisis económica continúen afectando a los trabajadores. El economista Jeffrey Sachs reconoció que si Obama no toma la decisión de aumentar los impuestos a las clases más ricas, y beneficiar a los trabajadores, Estados Unidos puede enfrentarse a una “revolución” y una “segunda Gran Depresión”.  

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Germán Saltrón Negretti

Defensor de los Derechos Humanos.

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