Desde que leímos la primera edición del libro del periodista brasileño Fernando Moráis, nos pareció fascinante la vida de esta heroína legendaria llama Olga Benario, quien junto Luis Carlos Prestes (asignada por Stalin como seguridad de este) viajan a Brasil para conspirar y derrotar a Getulio Vargas. Delatados, caen presos. Prestes por 30 años y Olga Benario es deportada a Alemania. Si lo que Dieterich quiere decir es que J. Pérez Becerra conspiraba para el derrocamiento de Hugo Chávez, pudiera (aunque arrancado por los pelos) utilizarse la comparación. De otra manera, solo puede calificarse de una canallada. Quien se haya leído el libro sobre ella, puede recordar lo que ocurre cuando descubierto el escondite de Olga y Prestes, allanada su casa, la caja fuerte donde guardaban los dólares, los planes y los planos, no explotó. A pesar de ser concebida su seguridad por un militante inglés de la II Internacional, asignado por Stalin. Esta falla hizo dudar al viejo Stalin y la investigación reveló que el tipo era un doble agente ingles. Y lo citamos porque a veces oímos opiniones desde la izquierda, tan radicales que sólo ayudan al imperio y a la CIA. Sólo por eso. Claro, hay diferentes formas de adular o de servir a un ideal. Ya es demasiado obvio que ésta es una, la de Heinz Dieterich: ¿víctima de su propia paradoja, esa de falsificar la historia?
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