Ya son famosos los juicios que ha realizado la Corte Penal Internacional pero, hasta el sol de hoy, no se tiene alguna idea de que algún mandatario de nación imperialista haya sido sentado en su banquillo de acusados para ser juzgado por crímenes de guerra. Prácticamente todos han provenido de regímenes que vociferaron ser socialistas o comunistas o de gobernantes de naciones atrasadas que entraron en desgracia con gobernantes imperialistas que les subsidiaban y justificaban sus políticas de crímenes de lesa humanidad.
Lo primero que debe tenerse presente es determinar ¿qué es para la Corte Penal Internacional crímenes de lesa humanidad o violación de los derechos humanos? Es arrecho cuando unas personas bien acomodadas, cuyos sueldos son elevadísimos y que gozan de muchísimos privilegios sociales, sean los jueces que juzguen y condenen a quienes gritan o combaten por derrocar a los señores imperialistas. Mientras la potestad de juzgar, condenar o aplicar justicia jurídica a personas indiciadas de cometer delitos esté en manos de individualidades que devengan elevadísimos salarios para cumplir esa función, la justicia social seguirá siendo la mofa del derecho, entendido éste como una ideología que garantiza, precisamente, la aplicación y legalización de la injusticia social. Mientras la aplicación de justicia jurídica no esté en manos y poder de personas del pueblo y que no dependan del título de abogado ni de salarios, el derecho penal seguirá siendo la legalización de la corrupción a favor de jueces, fiscales, secretarios y policías. Mientras el norte de la justicia jurídica siga siendo juzgar y condenar, con duras penas de cárcel, a los reos y nada se haga por cambiar el régimen económicosocial que se sustenta en que una clase explote y se haga muy rica y otra sea explotada y se haga muy pobre, la esencia de la justicia social continuará siendo herida por las armas y balas de la muerte y muy maltratada por el derecho penal. Mejor dicho: sin justicia social, la paz será siendo una utopía y el derecho penal continuará siendo un instrumento para escoñetar a los más pobres y favorecer a los más ricos. Ojalá, ahora, no nos venga con el cuento que la justicia jurídica capitalista es para todos por igual poniendo como ejemplo el caso del director-gerente del Fondo Monetario Internacional, quien está siendo juzgado en Estados Unidos por acoso sexual y que terminará siendo resuelto por el billete.
Si tomamos en consideración lo anteriormente dicho o escrito, para la CPI un crimen de lesa humanidad o una violación de derechos humanos, en lo personal, es cometido por aquel gobernante que levante su voz y haga efectiva una defensa de su patria ante una invasión de países imperialistas; lo comete aquel mandatario que llame a su pueblo a tomar las armas para defenderse de los impostores foráneos que tratan apropiarse de su territorio; lo comete aquel Presidente de una república que se defienda de una explosión interna que pretende dividir a la nación para favorecer a los grandes monopolios imperialistas en la explotación y saqueo de sus recursos naturales. Y eso es tan cierto que los jueces de la Corte Penal Internacional ni siquiera tuvieron el cuidado, si en verdad fuese un Tribunal preocupado por la aplicación real de la justicia para condenar a criminales de lesa humanidad, de haber ordenado la detención en vida de Osama bin Laden o de George Bush, quien sigue con vida y cometió horrendos crímenes de lesa humanidad en Irak y Afghanistán, por lo menos. Ningún soldado, ningún oficial o suboficial del Ejército de Estados Unidos ha sido, ni siquiera por hipocresía u oportunismo, mencionado en la CPI como criminal de lesa humanidad o violador de derechos humanos, cuando todo el mundo observó las pruebas fotográficas de las horrendas torturas que cometieron con prisioneros de guerra en Irak o los miles de niños, niñas, ancianos, ancianas, hombres y mujeres muertos por bombardeos indiscriminados y que nadie pudo culparlos de actos de violencia social.
Si la CPI cree que todos los habitantes de este planeta son gafos, pero más gafos serán sus integrantes aunque ellos mismos crean que no lo son, porque dictar una orden de captura a Gadhafi por los muertos en Libia y no decir absolutamente nada sobre los responsables de los muertos en Egipto, en Arabia Saudita, en Bahréin, en Yemen, en Marruecos, en Siria, en Jordania y en otras naciones donde sus gobernantes ha ordenado masacres y genocidios, es una demostración de que esa CPI es una pantomima, es una institución de descaro oportunismo jurídico a favor de los Estados imperialistas que son, hasta el sol de hoy, los mayores responsables de los peores crímenes de lesa humanidad como de las más horribles violaciones a los derechos humanos. ¿Acaso no se justifica que algún organismo internacional de defensa de los derechos humanos dicte la orden de captura, para ser juzgados y condenados por cómplices conscientes de crímenes de lesa humanidad y de violaciones de derechos humanos, a los jueces que integran la Corte Penal Internacional?
Mientras exista esa Corte Penal Internacional, con potestad de dar orden de captura para juzgar y condenar a personas de cualquier país menos de Estados Unidos, es una prueba irrefutable que el imperialismo estadounidense no sólo explota y oprime al resto del mundo sino, peor aún, se burla con descaro de toda expresión de justicia social. A Gadhafi, como a cualquier libio, que lo juzgue su pueblo dentro del territorio libio por los acontecimientos internos de ese país, pero que no aparezcan las manos sucias ni las conciencias vendidas y parcializadas de la Corte Penal Internacional. Esa es nuestra opinión, aunque absolutamente nadie le pare bola.
¡Abajo la Corte Penal Internacional y viva la lucha por el socialismo!