Lo que viene ocurriendo en el mundo árabe
tiene, a muchos de quienes se preocupan por estos sucesos, anonadados y
confundidos. No tenemos mucho conocimiento de la geopolítica y las políticas
internas de esa región, por lo que nos limitamos a manejar conceptos muy
generales o a repetir lo que los articulistas “expertos” o las cadenas
internacionales de noticias nos dicen o señalan. Para nadie ya debe ser un
secreto que éstas desinforman, pues actúan en función de los grandes intereses
imperialistas del mundo. Para muestra basta con leer las demandas de democracia
en Libia y el silencio sobre su total inexistencia en Arabia Saudita, donde no hay
ni siquiera una nación, sino una familia que es dueña de todo.
La caída de los regímenes pro occidentales de
Egipto y Sudán, producida por movimientos populares anti estadounidenses y anti
sionistas, fueron un golpe para las políticas de EEUU e Israel en el mundo
árabe y fortificaron la resistencia a éstas por Siria e Irán y los movimientos
Hezbollah y Hamas. La respuesta imperial ha sido combatir esta situación, a
través de grupos como “los hermanos musulmanes”, y actuar para que los cambios
no signifiquen ningún cambio. Además, han comenzado a trabajar con Arabia
Saudita, su mejor socio en el área, mediante su clan gobernante integrado por varios
de los hijos del creador de lo que erróneamente se conoce como estado
saudita.
El objetivo: Eliminar la resistencia de Siria
e Irán con acciones de hostigamiento a la República islámica y la
desestabilización del gobierno sirio por todos los medios posibles, incluyendo
a Facebook, desde donde se inicia, cuando nada había ocurrido, todo ese cuento
de la “Revolución siria 2011”. Al mes, arrancan los desórdenes de grupos de
adolescentes pagados, quienes fueron tratados represivamente por la policía
siria, lo que contribuyó a enervar los ánimos de familiares y amigos,
originando una espiral de violencia, que fue contenida con la intervención del
presidente Bachar el-Assad, el castigo de los funcionarios responsables y las disculpas
del gobierno a los familiares de las víctimas.
La paz lograda fue interrumpida casi
inmediatamente por francotiradores, que dispararon contra la población y las
fuerzas policiales, mientras otros asaltaban una de las sedes de los servicios
de inteligencia sirios. El gobierno movilizó 3 mil efectivos del ejército para
enfrentar a estos grupos, lo que fue presentado por CNN como agresiones a la
población civil. Otros combates similares ocurrieron en varias ciudades, ante
la acción de contrabandistas y de “los hermanos musulmanes”, que llevaron a
batallas campales, lo cual originó gigantescas manifestaciones populares de
respaldo a la nación siria y a su Presidente. Esto se ha ocultado.
Los implicados en los combates confesaron ser
mercenarios reclutados y pagados por Jamal Jarrah, relacionado familiarmente con
el responsable, según el FBI, del secuestro del vuelo que se estrelló en
Pensilvania el 11 de septiembre 2001, lo que señala la participación de Al
Kaeda en la conspiración desestabilizadora. Jarrah también está envuelto en la práctica
de espionaje para Israel y en acciones desestabilizadores en el Líbano. Luego
de derrotado militarmente el complot, en lo cual tuvo gran valor la amnistía
total decretada por el gobierno sirio para los participantes que se presentaran
voluntariamente y dieran información, son detenidos los jefes de la trama entre
quienes se encontraban oficiales israelíes y libaneses.
En forma inmediata, los medios de
comunicación árabes anti sirios se destaparon y comenzaron a publicar, sin
vergüenza ninguna, los objetivos perseguidos en Siria. Se trataba de chantajear
al régimen de Assad, quien tenía que romper con Irán y con la resistencia en
Palestina, Líbano e Irak, si quería que se suspendieran las acciones violentas
de desestabilización. Aunque los gobernantes sauditas están detrás de los levantamientos
violentos, se aprovecharon de la enfermedad del actual monarca, Abdalá I de 87
años, quien había mantenido buenas relaciones con Siria y quería modificar las
reglas de sucesión del trono, a través de un Consejo del Reino que permitiera
que gente más joven accediera al poder, cosa que no interesa a los actuales
gobernantes.
Estas explicaciones no niegan la existencia
adicional de otras causas.
Fuente
consultada:
Thierry
Meyssan. La contrarrevolución en medio
oriente. 15-5-2011, Damasco, http://www.voltairenet.org/article169867.html
La Razón, pp A-7, 29-5-2011, Caracas