“Hay que ser cautos”; esta fue la primera reacción del Departamento de Estado, ante los indicios que Ollanta Humala es el nuevo presidente peruano. Para luego agregar, con esperanza que pase alguna vaina rara, “todavía no se ha declarado un ganador oficial.” Fue un gemido por una herida penetrante.
No podía ser otra la actitud. El triunfo de Humala no era lo esperado en sanedrines donde afinan la política de la Casa Blanca. Les gustaba Keiko Fujimori, por sus vínculos con la derecha peruana.
A esa derecha poco importó que hasta la madre de Keiko, a ésta haya acusado de vínculos en prácticas deleznables de su padre contra ella. A Susana Higuchi, ex esposa de Alberto Fujimori, según denunció, le causaron serios males por orden de éste y su hija se hizo la desentendida. Lo que lleva a creer estuvo de acuerdo con la naturaleza y esencia del gobierno de su padre. Por ese deseo, pese a que nadie duda que Humala sea el presidente electo, el gobierno de Obama, en un gesto inusual, prefiere “ser cauto”.
Tanto se comprometió la derecha peruana a favor de Keiko Fujimori, que produjo “asco” en Mario Vargas Llosa. Éste, en un gesto difícil de entender, llegó a consternarse por la vulgar parcialización de los dueños del diario limeño “El Comercio” a favor de Keiko. Por supuesto, como dijo el autor de “La Casa Verde”, ello significó ignorar la campaña de Humala y sus avances en la intención del voto. Siendo “varguitas” un tipo de tronío en la derecha, uno puede decir “a confesión de parte….”
Pero pese a no ser el candidato de la derecha y tampoco de Obama y menos la señora Clinton, Humala fue insistente en deslindarse innecesariamente del presidente Chávez. Como Mauricio Funes, presidente de San Salvador, Humala se ha excedido en declaraciones que sugieren una imagen como poco agradable del venezolano.
Lo más grave es que Funes, hasta donde uno sabe, ha terminado por acercarse a Obama y los Halcones, tanto como se ha alejado de la gente del Flmn, organización que en muy buena medida contribuyó a llevarle dónde está.
Es verdad que la izquierda peruana hizo de Humala su candidato y nos consta; fue cuantiosa la lluvia de correos que de parte de ella hemos recibido; trabajó intensamente por el triunfo alcanzado. Ayer mismo, factores numerosos de esa tendencia, llamaban al mundo a estar atento para impedir cualquier trampa que tergiversase los resultados que anunciaban las urnas.
Pero el caso de Funes es emblemático; uno le vio al principio como muy comprometido y hasta agradecido con quienes le dieron su respaldo.
Menos mal que el ganador en Perú, sigue diciendo que su guía y faro lo es el ex presidente Lula. Esa declaración, implica un compromiso serio en las luchas de América Latina por su soberanía, unidad y políticas de inclusión.
Pero preocupa, que Mario Vargas Llosa, al anunciar su apoyo a la candidatura Ollanta Humala, para finales de la campaña de la segunda vuelta, dijese que asumió esa actitud porque la de éste es “una política social con inclusión.” Esa declaración, dada después de algún encuentro, nos hace temer que “varguitas”, como caballo de Troya, haya intercedido para que en Humala, la inclusión pierda significado.
No es descartable que la derecha, ante el triunfo anunciado de Ollanta Humala, en una reacción clasista instintiva, haya interpuesto a “varguitas”. Sobre todo sabiendo de los movimientos circulares de aquél.
Nos alienta en algo, por lo menos, que el celebrado escritor no haya acudido a votar, lo que muestra su respaldo poco sincero.
Pero aunque ya sabemos y contentos estamos del triunfo de Humala, lo más sensato, es coincidir con los gringos; no proponemos un salto de talanquera, sino seamos cautos, pero optimistas; dejemos al trompo bailar y definir su espacio. Para nosotros es un susurro de esperanza.
¡Eso sí, sigamos siendo lo que somos; los vientos insisten en soplar a nuestro favor!
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