Pero la moratoria puede ser de corto plazo

“Trauma de Afganistán” da respiro a América Latina

1. El reconocimiento imperial de la derrota

Robert Gates, el Ministro de Guerra del Imperio, fue el primero en reconocer la grave derrota de sus fuerzas bélicas de agresión. En la más emblemática institución de las Fuerzas Armadas estadounidenses, la Academia Militar de West Point (USMA), Gates se confesó el 25 de febrero del 2011. Citando una advertencia sobre la Guerra de Vietnam, que el célebre General Douglas Mc Arthur había dirigido al Presidente Kennedy en 1961, dijo ante los cadetes: “A todo futuro Secretario de Defensa que aconseja al Presidente a mandar nuevamente un gran ejército estadounidense a Asia o Medio Oriente o África, se ´le debe examinar su cabeza´, como decía tan delicadamente el General Mac Arthur.” 

El Presidente Obama repitió la declaración de derrota el 3 de junio en cadena televisiva nacional, al anunciar que retiraba (draw down) 33,000 tropas invasoras de Afganistán. Esta  decisión se implementa contra la voluntad del Estado Mayor Conjunto y del General David Petraus, Comandante en Jefe en el teatro de operaciones. Las implicaciones geopolíticas de esta capitulación más dramática de Washington desde la Guerra de Vietnam, son de dimensión mundial. Veamos algunas. 

2. Colapso temporal del proyecto global neofascista, PNAC

El proyecto global de los neofascistas estadounidenses y sus aliados sionistas (Project for a New American Century, PNAC) para el reordenamiento imperial del  Mahgreb, Oriente Medio, Asia Central y hasta Paquistán, ha fracasado. Iniciado en forma limitada bajo Clinton y continuado con los métodos hitlerianos  bajo el gobierno de “Baby” Bush, el PNAC ha producido cientos de miles de muertos y millones de desplazados en todo el mundo. Pese a su barbarie, no ha logrado la reconstrucción neocolonial de las naciones conquistadas (nation building), que es el objetivo primordial de toda estrategia de contrainsurgencia imperialista. La destitución de Petraus, el gran arquitecto del proyecto en Irak y Afganistán (troop surge - aumento momentáneo de tropas), significa el fracaso del intento de dominación regional mediante las fuerzas militares. El Emirato Afgano Islámico de Afganistán de los Talibanes, controlados por Paquistán, se acerca. Y con ello, el infierno patriarcal para las mujeres. 

3. Las razones de la derrota

Entre las principales razones de la derrota se encuentran las siguientes. Diez años de guerra en Irak, Afganistán y otros campos de batalla han desgastado físicamente a las Fuerzas del Pentágono y las han desmoralizadas a fondo; porque han sido guerras sin éxito ni beneficio  visible para el Imperio. Guerras sin sentido, en las cuales los militares fueron carne de cañón de una élite política inepta, criminal y, delusionaria frente a la nueva realidad del poder mundial. A un año de las elecciones presidenciales, el 59 por ciento de la población estadounidense comprende esta situación. Por eso está en contra de la guerra de Afganistán. 

En toda guerra de guerrillas, la retaguardia (hinterland) es un factor decisivo del triunfo popular. Esa retaguardia del Talibán es Paquistán, una nación de 180 millones de habitantes con armas nucleares. Washington no puede ocupar militarmente ese hinterland. Puede hacer “golpes quirúrgicos” contra el Talibán en las áreas tribales; pero, Islamabad no puede permitir la destrucción de los islamistas, porque su futuro gobierno en Afganistán será el contrapeso estratégico frente a India, Rusia, China e Irán. Todos esos son elementos claves de la derrota estadounidense, que faltan, por ejemplo, en el caso de Colombia. 

La derrota de Afganistán es más grave que la de Irak. El retiro de Irak es posible gracias a un acuerdo político con los Sunis. Tal acuerdo no se ha logrado con los Talibán. Por eso, la defenestración de Petraus en plena ofensiva estratégica contra el Sur y Oriente de Afganistán, y el retiro de 33,000 tropas, es equivalente a la huida de Washington de Vietnam del Sur. La incapacidad imperial de repetir el acuerdo político de Irak con los protagonistas del planeado Emirato Islámico, se debe, en parte, a las condiciones físicas (montañas) del teatro de operaciones en Afganistán, que son mucho más idóneas para la guerra irregular que los desiertos de Irak. Lo mismo vale para la logística. Dado que el país no tiene salidas al mar, toda la logística invasor tiene que pasar por vulnerables corredores terrestres de miles de kilómetros o por suministros aéreos, a costos prohibitivos. 

4. “Beneficio colateral” para Libia y América Latina

La derrota de Vietnam, que la derecha imperial llama demagógicamente el “Trauma de Vietnam”, abrió un paraguas de protección geopolítica para los movimientos revolucionarios de África y América Latina. El pueblo de Vietnam, sus Fuerzas Armadas y su Vanguardia Comunista, personificada en el Tio Ho y el General Giap, produjeron la primera derrota épica en la historia militar de Estados Unidos. Fue ese sacrificio sobrehumano de los Vietnamitas, que impidió la intervención militar de tropas de tierra estadounidenses en las revoluciones de África (Angola, Mozambique, etc.) y Nicaragua, permitiendo el triunfo de sus movimientos revolucionarios; evitó también una intervención militar masiva estadounidense en Cuba, después del fracaso de Bahía de Cochinos.

El “Trauma de Vietnam” duró desde la caída de Saigón (1975) hasta el inicio de la intervención militar de Ronald Reagan contra el Gobierno Sandinista, en noviembre de 1981. No se sabe, cuánto tiempo paralizará el “Trauma de Afganistán” la intervención de tropas de tierra estadounidenses. Libia se ha beneficiado de él y es obvio, que también la Patria Grande cae momentáneamente bajo su paraguas de protección. Pero si Mc Arthur tiene razón, que Estados Unidos “está orientado hacia una economía de armas inducidas por una psicosis de guerra, la histeria y una incesante propaganda de miedo”, entonces la moratoria puede ser de corto plazo.



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Heinz Dieterich


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