El Congreso y el Gobierno de los Estados Unidos aprobó una ley, la Military Commissions Act of 2006, que legaliza y propicia la práctica de la tortura, mediante la autorización de interrogatorios coercitivos y la práctica de dolor físico y mental como un procedimiento normal.
EE UU lo hace en nombre de una guerra global contra el “terrorismo”, cuya indefinición jurídica, permite incluir como objetivos estratégicos y tácticos, no solo a los verdaderos criminales, sino también a personas que se enfrentan a las invasiones militares o gobiernos tiránicos, a quienes el Derecho internacional les garantiza su derecho de defensa, de acuerdo al estatuto de combatientes, organizaciones y movimientos de defensa civil o de resistencia de los ciudadanos.
La legalización de la tortura trata de justificar, una serie de escándalos globales, que ha puesto de manifiesto su uso por agentes y militares estadounidenses, principalmente en prisiones secretas y campos militares de detención. La tortura es un medio violento destinado a destruir la integridad moral y física del ser humano y anular su voluntad. Tanto los métodos científicos de interrogación coercitiva, como las técnicas de agresión física y psíquica definen el mismo sistema de degradación de los seres humanos.
La práctica organizada de la tortura, los abusos sexuales, los encarcelamientos clandestinos y las desapariciones forzadas, no son nuevas en la historia de la humanidad. Han sido una constante histórica por parte de los imperios. Afortunadamente, el imperio de los Estados Unidos está en decadencia económica, social y moral. Los pueblos están despertando y luchando para cambiar el modelo económico capitalista. Aquí, estamos construyendo el socialismo para ayudar a la salvación de los seres humanos en todo el mundo.
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