Sea o no la líder que muchos esperan y que otros temen, la joven geógrafa –quizá involuntariamente- representa mucho más que una idea política determinada, así como lucha por asuntos que superan con largueza el tema educacional
PARA QUÉ ANDAMOS con
cuentos…a Camila Vallejo la prensa ‘oficial’ la mira con cara
de pocos amigos, le teme, le escruta su vida como si fuese heredera
de Pablo Escobar Gaviria o novia de ‘Carlos’ (Ilich Ramírez Sánchez),
a la vez que los editores cipayos de la prensa más yanacona de nuestro
subcontinente se devanan los sesos procurando encontrarle -o inventarle-
un escandalillo de aquellos que acostumbran usar en sus masturbaciones
faranduleras.
A los derechistas, la joven
geógrafa los tiene apopléjicos de ira y verdes de envidia e impotencia.
El más vívido ejemplo de ello es el ex instructor de genocidas y torturadores,
Cristián Labbé. Esa es la verdad. No por nada Camila y sus compañeros
dirigentes estudiantiles ya defenestraron a un ministro, Joaquín Lavín,
quien en dos ocasiones fue candidato a la Presidencia de la República
como gran carta de la derecha empresarial y del submundo talibán católico.
¿Gran carta? ¡¡Narices!!! Políticamente hablando, Camila le cortó
las alas en menos de tres meses. ¡¡Y fuera!!…que pase el siguiente.
El siguiente, claro, es Felipe Bulnes…¿pariente del ‘marqués’
Pancho que, en su época de senador del partido conservador, batalló
en el Congreso Nacional contra los ‘rotos hediondos’ del socialismo?
No lo sé. Tampoco importa mucho, pues con ese apellido difícilmente
podría ser progresista, cartesiano o agnóstico.
Si algo deseaban los dirigentes
de la derecha pinochetista era que no hubiese jamás una nueva ‘Gladys
Marín’, ya que carcamales como Carlos Larraín y cavernarios como
el mencionado Labbé pueden aceptar la existencia de mujeres parecidas
a Michelle Bachelet o a Carolina Tohá, posibles de manipular a través
de acuerdos de negocios estructurados en Casa Piedra y/o contratos de
usura minera, pero una mujer joven, antineoliberal, con enorme capacidad
de liderazgo, sin temores de ninguna especie, inteligente, osada y decidida,
les pone los pelos de punta.
A quienes se ocupan e interesan
en la Historia, Camila resulta ser excelente mixtura de mujeres vitales
en el largo proceso político y cultural chileno. Su participación
en el conflicto estudiantil –como presidenta de la FECH y dirigente
estrella de CONFECH- obliga a recordar a mujeres ilustres, como Amanda
Labarca, María de la Cruz y la ya mencionada Gladys Marín, entre otras.
A no dudar, y pese a lo sorpresivo y reciente de su aparición en política,
se ha transformado en la lideresa que gran parte de la izquierda esperaba
y necesita, pero también resulta ser una amenaza potencial para los
bastardos intereses económicos de un duopolio que no ceja en sus esfuerzos
por seguir pegado a la teta fiscal y a los oscuros negociados, cuyo
fin último no es otro que la engorda de pocos con el aherrojamiento
y expoliación de muchos.
Pero, por cierto, ni con toda
su capacidad y carisma podrá ella girar un milímetro el timón
del tozudo e hiper estructurado Partido Comunista al cual pertenece.
El nefasto duopolio binominal es consciente de que más temprano que
tarde la tienda de Recabarren y Teitelboim la llevará a la batidora
desde donde saldrá convertida en un engranaje más, burocrático y
obsecuente, del ‘aparato’ del Partido. Desde ese momento, nuestra
hoy fulgurante Camila representará poco peligro para el sistema neoliberal,
como cero problema le significan hoy a ese mismo sistema los diputados
Guillermo Teillier, Lautaro Carmona y Hugo Gutiérrez, absorbidos ya
por la maquinaria del sistema a través de la aceito$a Concertación,
mayordomía indesmentible de la Alianza y de las transnacionales.
Sin embargo, no siempre el
camino es tan conocido como parece; por ello es permitido soñar durante
un instante…pensar, por ejemplo, en la posibilidad de que los dirigentes
de esta generación juvenil -que nos ha despertado del letargo de la
obsecuencia política- realmente puedan aventar las viejas estructuras
partidarias y crear prístinos y vigorosos referentes. Ello, y no exagero,
me provoca una doble conmoción; por un lado, la alegría refresca mi
conciencia y aliviana mi espíritu, pero a la vez surge de inmediato
un temor que posee historia: los desquiciados de siempre, los sediciosos
de siempre, los talibanes derechistas de siempre, los de ayer y los
de hoy, podrían abrir sus chequeras y ordenar a los mercenarios de
antaño y a los de ahora disparar a mansalva contra los inocentes. Lo
hicieron en 1907 (escuela Santa María, en Iquique), lo repitieron en
1934 (Ranquil), en 1969 (Pampa Irigoin, Puerto Montt) y llegaron a perpetrar
uno de los genocidios más espantosos acaecidos en Sudamérica, como
fue el de año 1973. Por cierto, son capaces de volver a las andadas,
y de hecho ya hemos leído algunas amenazas vomitadas por inefables
partidarios del ultra neoliberalismo dirigidas específicamente contra
Camila Vallejo.
Sea o no la líder que muchos
esperan y que otros temen, la joven geógrafa –quizá involuntariamente-
representa mucho más que una idea política determinada, así como
lucha por asuntos que superan con largueza el tema educacional. Los
guarismos no mienten, son datos duros que todo interesado en la política
debe considerar como elementos imprescindibles para forjar opinión
o juicio al respecto. Más allá del desplumado mundillo partidista
que es desaprobado por la sociedad civil, hay una opinión generalizada,
mayoritaria, respecto a que el actual sistema no resiste un solo gramo
más del nutriente demagógico y clasista que le entrega el duopolio
Alianza-Concertación. Es así que el 82% de la población rechaza el
lucro en la educación; el 75% desea una nueva Constitución Política;
más del 80% impetra que se termine el sistema electoral binominal,
y una mayoría también importante (sobre el 70%) propone renacionalizar
no sólo el cobre sino todos nuestros recursos minerales e hídricos.
Si Camila, esa “bella lideresa”
–como la ha bautizado la prensa mexicana- representa todo lo anterior
y está dispuesta a formar parte de la nueva cohorte dirigencial chilena,
obviamente que se transformaría ipso facto en la conductora
política que amplios sectores de la izquierda y del progresismo honesto
están esperando.
Pero, también pasaría a constituirse en el elemento que el odio del fundamentalismo derechista considera ‘peligroso para la patria’, expresión esta que -como bien sabemos- es usada por los depredadores y golpistas para esconder el verdadero afán que los distingue: “todo adversario de nuestros intereses económicos y sociales debe ser asfixiado y desaparecer”. Los señores Larraín (Carlos y Hernán), Labbé Cristián, Allamand Andrés y Moreira Iván, saben mucho respecto de ese aserto.
arturoalejandro90@gmail.com