El pasado 5 de octubre una señora manifestante de los "indignados" de Nueva York le dijo a la corresponsal de Telesur Aurora Sanpiero esta inquietante declaración: "Nos vamos a quedar sin clase media, los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres". La nivedad es que esta misma sensación tienen en Europa. Después de cuatro años de crisis económica global concentrada en las economías más desarrolladas, la sensación ha comenzado a transformarse en estadística, acción social y temor político en muchos gobiernos. El siglo XX demostró que esa díscola clase social es decisiva para la estabilidad.
En curiosa paradoja, un grupo de países de América latina vive lo contrario, un crecimiento relativo de sus clases medias urbanas. Estudios de la CEPAL, del Observatorio de Política Exterior Española (ONEX) y Fundación Alternativas, indican que las clases medias latinoamericanas acumulan hoy un 30% promedio en la población regional.
Esto entusiasmó la opinión del sociólogo boliviano Fernando Calderón, Asesor Especial en Gobernabilidad y Desarrollo Humano de la ONU, quien acuñó la riesgosa frase "América latina es la clase media del mundo". Es un hecho reciente. En Brasil lo llamaron bye, bye pobreza y sumó al consumo de su pequeña clase media a unas 30 millones de personas entre 2004 y 2010, según la Fundación Getúlio Vargas. En Argentina se habla de 5 millones de nuevos asalariados, de los cuales más de millón y medio habrían engrosado su tradicional clase media de casi el 30%, la más alta del continente junto con la de Uruguay. Desde el año 2003, Venezuela vió crecer su sector medio hasta alcanzar el 24% superando el 17% que tenía en 2001. Chile registró una ampliación del 19 al 25% pero en más tiempo, de 1992 a 2008.
Esta nueva clase media latinoamericana se concentra en 44 ciudades, una parte se debe a las inversiones internacionales desde los años 80 aplicadas en servicios, banca y comercio y a las nuevas profesiones. Pero las más recientes en Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina, Uruguay y Ecuador, se explican, también, como un resultado de las inversiones sociales.
La declinación de las clases medias en EEUU y Europa responde a un mapa complejo de causas tan variado como sus explosiones locales. Los motivos están retratados en los mensajes de las pancartas y volantes que muestran las pantallas de TV, los mensajes en las redes sociales y la información de prensa. Son el nuevo desempleo profesional (19% en Europa, 14% en EEUU, y 23% en África del norte), la inflación inmobiliaria, la especulación bursátil, la desinversión en educación, sanidad, jubilación y pensiones. Se ha creado una nueva sensación de inestabilidad individual, familiar y de contracción en la perspectiva de ascenso social en la clase media.
La estadounidense lo ha comenzado a sentir en forma de pesadilla. Wall Street Journal informó el 17 de septiembre de este año, que Procter & Gamble “está recortando la mercadotecnia que destina a las clases medias que están desapareciendo, vendiendo cada vez más a clientes de rentas altas y bajas y abandonado las rentas medias.” Otra multi de venta masiva como Heinz, está siguiendo su ejemplo. A eso lo llaman Teoría del Consumidor Reloj de Arena, o sea, “una sociedad abultada en la cumbre y la base y estrecha en su centro”. El dato es aterrador, según este diario financiero. “El patrimonio neto de un quinto de los hogares en la escala media se ha hundido un 26% en los últimos dos años. La renta de la familia norteamericana media, ajustada de acuerdo con la inflación, es hoy inferior a la de 1998”, relata el WTJournal. Hace un mes, la firma norteamericana RealtyTrac, reseñó que entre junio de 2007 y junio de 2010 se acumularon casi 900.000 hipotecas impagas en EEUU; de ellas el 68% pertenecían a "profesionales de clase media urbana y eran cubiertas por bancos locales medianos y pequeños".
Los otrora prósperos europeos sienten lo mismo. “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros” rezaba uno de los eslóganes principales del 15M español. “¿Capitalismo? Game over”, se lee en un escrito callejero. En Grecia y Portugal se modificó tanto el consumo que las firmas promocionan los precios más que las marcas. Los dos protagonistas de las huelgas europeas son la clase media profesional y los obreros.
En Medio oriente fue notoria la presencia de sectores profesionales "medios", pidiendo libertades ciudadanas y haciendo el uso de las redes de internet, un instrumento de comunicación preponderante en ese sector. Un reflejo particular fue la presencia de tantas mujeres y jovenes profesionales, bien vestidos, con celulares y camionetas 4x4 en las marchas de Egipto, Yemen, Argenlia, Oman, Bahrein, Israel y Libia. Pocas guerras como la de Libia mustran tantos carros de lujo en Trípoli, Bengazi, Sirte, etc.
El estudio Towards a Theory on the Emergence of New Parties escrito por Paul Lucardie sobre la reconfiguración del voto en Europa del norte, advierte que franjas de clase media se desplazan hacia la "derecha" y nutren grupos neonazis o partidos ultraconservadores que ganan espacios en los parlamentos en Noruega, Irlanda, Suecia, Holanda, Suiza e Italia del norte. Esto es cierto, pero también lo es que en Nueva York, Washington, Los Angeles, España, Portugal, Islandia, Chile, Francia, Puerto Rico y Grecia, el mismo malestar en la clase media hace girar a otras franjas hacia la "izquierda".
Esa condición metabólica de "clase colchón", como la llamaba Hanna Arendt, nacida con la nueva economía global y de Estado expansivo desde finales del siglo XIX, será decisiva en el futuro inmediato del mundo. Como lo es para la señora indignada de New York que se ve desaparecer dentro de su clase.
(Publicado en Miradas al Sur/Buenos Aires)
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Modesto Emilio Guerrero
www.modestoguerrero.com