Hora trágica para los pueblos débiles

Con el comienzo de la historia, nacieron las más extraordinarias civilizaciones, deseosas de poder, eso permitió enfrentamientos entre ellos causando guerras para entrar en decadencia y hundirse.

Luego vino un ciclo histórico que se llamo el imperio romano. El imperio romano tuvo su decadencia y luego se hundió; para darle pasó a otro nuevo ciclo: La edad media, cumplió su curva histórica y se hundió. Hundida la edad media, vino el gran poder de la monarquía; cumplió sus funciones y se hundió en la historia.

De ahí nació la revolución burguesa, que engendro el proceso de lo que llamamos la civilización capitalista, controlada por el imperio norteamericano; que ya deslumbra la decadencia de su avasallante poder económico.

No será fácil enfrentar el peligro que representa el imperialismo yanqui, que amenaza nuestros países, pero habrá que lidiar sin tregua ni descanso para no caer en sus garras.

Francia, Alemania, Italia e Inglaterra por igual son grandes potencias que se unen para capitalizar las barbaries, el exterminio de poblaciones enteras, con tal de abrogarse las riquezas naturales de sus suelos. Hoy los vemos, sentimos como nuestros hermanos de Libia, donde estos “Asesinos Imperiales” utilizan su poderío militar para someterla y rendirla. Ahora este despojo que han hecho con la República de Libia, donde han utilizado su poderío armamentístico contra ese débil país, ¿Lo llaman la victoria?

Escritores y pensadores de América Latina y de países comprometidos con esos imperios, noblemente engañados por el miraje lejano, han aplaudido este engaño pérfido, esta burla a la generosidad humana; este zarpazo de tigre disfrazado de tartufo y deslumbrado por esta cruel victoria, se quieren hoy convertir al culto de la fuerza. Así se han empeñado hacer creer a esos pueblos la generosidad de aquel coloso en ponerlo como modelo de las grandes republicas, pintándolo como amigo y como hermano de esos pueblos masacrados por ellos para robarles su riqueza.

¿Me pregunto? Porque no hacer saber a esos pueblos, quienes son esos países invasores, raza voraz, enemiga y desdeñada, inhumanos, bastardos, crueles, insolentes, y despectivos hacia nosotros, con una idea monstruosa de su superioridad, y una imbecilidad de conquistadores, para apoderarse de nuestro continente.

¿Por qué no mostrar a nuestros pueblos, como es esta oligarquía norteamericana y europea? Que se le pinta como la generosidad, lo que fue ambición, como desinterés lo que fue emboscada, con heroicidad aquellos que fueron pillaje y robo. Así lo hicieron en Afganistán, Iraq, y hoy lo acaban de hacer en Libia; robándole mas de 200 mil millones de dólares y todo su petróleo.

Sus tropas al regresar a sus países de origen se les hace ver a esta horda opulenta, como un ejército de héroes que vienen de la victoria; victoria criminal y esos pueblos lo creen, porque el espíritu humano es ávido de fábulas y ahí se hace de la historia una conquista contra la verdad, como dijo José de Maistre, filósofo francés y abre el camino a la invasión.

Y ante este horror terrible y generoso hay un deber inflexible e imperioso el de decir la verdad y toda la verdad a todos los pueblos de América y del mundo.

Ante el desenlace de esta invasión, que cambio la suerte del pueblo libio, llevada a cabo por esa horda imperial. Ante la llamada teoría imperial que no es otra cosa que la doctrina de pillaje, del robo y la conquista.

Ahora ante esta ola de fuego y sangre derramada sobre el pueblo libio para ahogarle sus derechos de tener patria, ya que ellos se han convertido en amos de esa nación. Ante la conquista simulada de ella.

Ante esta anexión solapada y cobarde, ante la actitud mediática de la prensa yanqui y de los dueños de medios de la oligarquía venezolana, ante el giro tortuoso que están tomando los acontecimientos, ante la lúgubre visión del mañana amenazante, ante la ocupación definitiva de Palestina y Siria, que ya lo vemos como tierra tomada por el imperialismo, ante ese tropel de aventureros que marchan, callar es un delito; es la hora trágica para los pueblos débiles; y debe anunciárselo para que no vayan a agarrarnos desprevenidos, porque el apetito del mostro se ha despertado. Este mostro imperial no esta saciado, y su fiebre es de conquista.

Los bastardos de sus pecheros y lacayos, tienen las garras puestas sobre la Republica Bolivariana de Venezuela, y ésta horda yanqui encontrará bestias salvajes que lo guíen, los ambiciosos van a la cabeza de los invasores para recibir como amo a su imperio.

¡Patria Socialista Viviremos y Venceremos!


Ran geljuan1@hotmail.com



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Juan Rafael Rangel Ortiz


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