Todavía hay gente, poco dadas a reflexionar sobre la esencia de las cosas, que insisten en afirmar, falseando descaradamente la verdad, como esos que hoy usurpan el gobierno del país africano, que a Kadafi lo asesinaron. Lo cual como ya se dijo, es totalmente falso. Entre otras razones de peso, porque entre el asesinato y el linchamiento existe una radical diferencia entre los métodos empleados para provocar la muerte de una o más personas. Por ejemplo, si a una persona que pregunta por otra le responden que fue asesinada, entenderá obligatoriamente que fue muerta por disparo de arma de fuego, por puñaladas, estrangulada, envenenada, golpeada repetidamente por un sol agresor, etc. Pero en todo caso se trataría de una muerte de relativa poca duración.
Pero si le dicen a la persona del párrafo anterior que el individuo por el cual preguntaba fue linchado, entonces necesariamente tendría que entender, de acuerdo con el significado que hoy tiene este concepto cuyos orígenes se remontan a los EE.UU., otra cosa. Entenderá que fue muerto a golpes por una turba desenfrenada que, utilizando todo cuanto objeto encontrara a su alcance, tubos, palos, patadas, puños, etc., le provocó brutalmente la muerte.
Y así fue como murió el heroico líder libio Muamar Kadafi. Kadafi no murió, como repetidamente se ha venido diciendo por quienes inconscientemente tratan de banalizar el horrendo crimen, de un disparo en la cabeza que, en la terrible circunstancia en que se encontraba la víctima, totalmente masacrado y convertido en una sola masa sanguinolenta, hubiera tenido todo el significado de un balazo piadoso. Un balazo que le hubiera permitido librarse, escapar del terrible e inhumano maltrato al que estaba siendo sometido, por lo cual hubiera sido, en todo caso, una bendición. Y eso si es verdad que no estaba en los siniestros planes de sus despiadados verdugos, quienes si algún sentimiento albergaban hacia aquel pobre ser indefenso, no era precisamente el de piedad. No, todo lo contrario. Si algo hubieran podido desear aquellas bestias desalmadas, era permitir que no muriera, conservarlo vivo para poder así continuar saciando en él indefinidamente sus perversos y animalescos instintos.
En relación con este espantoso crimen de lesa humanidad, los voceros de la oposición venezolana, que no pierden oportunidad para solidarizarse con las peores causas, las más repugnantes e inmorales que puedan existir, de inmediato salieron, respondiendo a órdenes superiores e inapelables, a avalar el brutal linchamiento de Kadafi. Como esa cínica y desvergonzada alimaña rastrera del Teochoro Petkoff, que si tuviera un poquito de dignidad y respeto por sí mismo, procuraría no dejarse ver de nadie. Se mantendría, sin asomar su nauseabundo hocico en los más oscuros albañales, de donde no debiera salir sino de noche, y eso como los delincuentes, muy subrepticiamente, para que no lo reconocieran. Tal es el asco y desprecio que inspira entre la gente decente este mal nacido. Este sucio es tan despreciable, que no hay ni ha habido ni habrá causa, cualquiera que sea su índole ética, que no haya traicionado y que no esté, por inclinación natural, dispuesto a traicionar. Porque ese es uno de los supremos valores de su vida: la traición. Los otros dos son la estafa y la cobardía.
Ahora uno se pregunta: ¿por qué es precisamente ahora cuando esta despreciable gentuza viene a darse cuenta de las supuestas tropelías que contra los derechos humanos del pueblo libio cometía Kadafi? ¿Por qué si sabían que esos atroces atropellos se estaban cometiendo, no los denunciaron en la debida oportunidad? Estas preguntas son pertinentes, porque uno no se explica que existiendo esa deplorable situación estas sabandijas, que hipócritamente presumen de defensores del los llevados y traídos derechos humanos, hayan guardado un silencio que hasta podría calificarse de cómplice. Bueno, la respuesta es muy sencilla: porque todavía Kadafi no había caído en desgracia ante los que sibilinamente aparentaban ser sus mejores amigos. Y mientras esas relaciones de presunta amistad se mantuvieran inalterables, los infelices subalternos de aquí no podían actuar por su cuenta. En primer lugar, porque se exponían a recibir fuertes regaños y sanciones por parte de sus inescrupulosos amos. Y en segundo término, porque no había razones para atacar al líder africano.
Pero, claro, ese silencio no debía durar por mucho tiempo, y no duró. Porque al romperse las relaciones de amistad arriba mencionadas, los degenerados de la oposición, obedeciendo servilmente las instrucciones de sus jefes en el exterior, entraron al ataque, y empezaron a repetir las mismas infamias que los venales medios de comunicación a las órdenes del imperio, empezaron vergonzosamente a divulgar por todo mundo. Al fin y al cabo no tenían otra opción, porque para eso les pagan. No les pagan para que presuman de autónomos e independientes, sino para que, como vulgares asalariado, acaten fiel y dócilmente las órdenes impartidas.
Nota: Hablando con una amiga de Barquisimeto, la del cuatro y el corrío, le decía que me sentía un poco incómodo –para decirlo suavemente- porque la gente de este gobierno después de matar el tigre le sigue teniendo miedo al cuero. Me refería a la multa que le pegaron a GloboVisión por los delitos comunicacionales cometidos durante los sucesos del Rodeo. Con motivo de esta sanción, la escoria moral que está al frente de esa emisora, se han puesto a decir, para tratar de provocar acciones de protesta por parte de sus desequilibrados seguidores, que esa sanción los llevaría a la quiebra. ¿Y qué ha respondido la gente del gobierno? Bueno, a dar explicaciones. A decir que eso es falso, porque el monto a pagar apenas es el 10 por ciento de las ganancias obtenidas durante el año pasado y que si patatín y que si patatán, que si esto y que si lo otro. Por qué tiene el gobierno que estar dándole explicaciones a delincuentes como los de Globo Visión. Lo que debe hacer en estos casos, para preservar el principio de autoridad, que tanto ha sido vapuleado, es decirles…”¡que van a quebrar!, magnifico, maravilloso, mejor pal perro si la perra es chuta. Así le ahorrarán al gobierno el trabajo de cerrárselos. Porque de continuar atentando contra la tranquilidad de los venezolanos y la paz pública, al gobierno no le temblará el pulso para aplicarles otra multa, aun más fuerte que la que se les acaba de aplicar. Las leyes de este país se respeta, y este gobierno está decidido a hacerlas respeta. Así es cómo el gobierno le tiene que hablarle a esta gente, y dejarse de tanta blandenguería si quiere que lo respeten.-
* Walter Martínez, en su programa Dossier, acostumbra informar acerca de las cotizaciones del petróleo. Y para tranquilidad de quienes sintonizan su visto y escuchado programa dice que el presupuesto nacional –el actual-, está calculado a 40 dólares el barril. Sería bueno también, señor Martínez, que informara, en aras de esa misma tranquilidad, sobre cuál es el monto de la deuda soberana de nuestro país.
* Continúa, pese a los torrenciales aguaceros que desde hace mucho tiempo están cayendo sobre Maracaibo, la terrible crisis del agua potable en esta ciudad. Ya, para denunciar este gravísimo problema que no tiene ninguna justificación, nos hemos dirigido a la Organización Mundial de la Salud y la Cruz Roja, con resultados igualmente fallidos. Es vista de esto y en virtud de sus poderes milagrosos, hemos decidido apelar al Santo Cristo de la Grita para pedirle que también haga este milagro. El milagro que permita que el clamor de un pueblo sediento se escuchado por quienes en sus manos tienen la solución de este gravísimo problema.
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