Sin dudas que el artero asesinato del comandante guerrillero colombiano Alfonso Cano constituye un duro golpe para el movimiento revolucionario y para el pueblo de ese país hermano, sobre todo por ser una de las la figuras más ganadas para buscarle, junto a la poderosa fuerza que dirigía, las FARC, una salida política a la grave crisis social, económica, política y moral que estremece a Colombia en una guerra civil que pasa los 50 años y ha producido casi un millón de muertos y cerca de 3 millones de desplazados.
Sin dudas que la oligarquía colombiana, una ambiciosa e insensible burguesía prosternada a los dictados de la potencia norteamericana, que ha permitido el enclave de más de 7 bases militares coloniales yanquis en su suelo como amenaza real contra Venezuela y otras naciones de Latinoamérica y el Caribe.
Pudiera pensarse que la acción donde murió el comandante Cano fue un grave error político, sobre todo por ser éste portavoz de una tendencia política dentro de las FARC proclive a conversar y participar en negociaciones que pudieran conducir a la paz de la que tan necesitada está Colombia. Si nos remontamos a los hechos recientes de Libia, en plena agresión y bombardeos de USA/OTAN a esa nación árabe, recordaremos que el coronel Gaddafi buscó negociar la paz, una salida digna para su pueblo y para Libia, y el guerrerismo pentagonismo y los chacales de la Otan y los presidentes ambiciosos y criminales de guerra de los EE.UU. Francia, Italia, Inglaterra, España, cerraron esa posibilidad y ya conocemos la salida, la destrucción de Libia, cien mil libios muertos por los bombardeos y la acción de los mercenarios, Gaddafi linchado por órdenes de la Otan, la CIA y el Mossad, y ejecutado por una jauría de mercenarios y traidores.
Es decir, el imperialismo yanqui, el Comando Sur, el Mossad israelí, los sectores más ultra reaccionarios y fascistas del Ejército colombiano no tienen el menor interés en buscar una salida política al conflicto neogranadino, mucho menos negociar con la insurgencia a la que califican de bandolera para no reconocerle estatus político, pese a que es una fuerza superior a los diez mil guerrilleros sobre las armas.
El presidente Santos sigue, con un cambio de estilo, menos estridente y de agitación, pero en lo fundamental es la misma que el anterior presidente Uribe, el de los falsos positivos, el de las fosas secretas, el que invadió al Ecuador para asesinar un líder guerrillero ganado para la paz como lo fue Raúl Reyes. Refocilado por el también asesinato de Jorge Briceño (Mono Jojoy), así como se jactó de la muerte de Cano y felicitó a sus asesinos.
¿Derrotó Santos, su ejército, los mandos norteamericanos, la CIA al movimiento guerrillero colombiano con la muerte de Alfonso Cano y un grupo de camaradas de lucha?
Ese ha sido un objetivo perseguido desde siempre por la oligarburguesía colombiana, pero la muerte de líderes históricos de movimientos revolucionarios en diferentes períodos históricos en todo el mundo desmiente esa creencia.
Alfonso Cano creía, sin dudas, en la paz, buscaba la forma de que se negociara con dignidad. Obligado por las circunstancias de la guerra impuesta a Colombia por sus clases dominantes a luchar con las armas en la mano por un programa político que busca la redención de Colombia y su pueblo, de una revolución justiciera y humana. Avanzaba en la aspiración de una salida negociada con el gobierno de Santos, en aras de la paz de Colombia, nuevo cuadro político que permitiera la incorporación del movimiento armado a la legalidad y tener la posibilidad de presentarle al país su propuesta política, su proyecto de país y participar en unas elecciones libres, con sus propios candidatos y la opción de ganar como ganó Ortega en Nicaragua, o como ganaron Cristina Crisner en Argentina, el Pepe Mujica en Uruguay, Lula en Brasil, Evo en Bolivia, Chávez en Venezuela durante 12 años y el triunfo presidencial del 2012.
Pero Santos le dio una patada a la mesa, en parte obligado por los yanquis y las siniestras fuerzas extranjeras que se han entronizado en Colombia. Precisamente un cambio en el cuadro político interno, como ocurrió en Nicaragua o en El Salvador, es la muerte del intervencionismo extranjero, el desmantelamiento de las bases militares yanquis, cuya otra razón es la protección de la producción y exportación de la cocaína y otras drogas hacia los Estados Unidos del Norte. Pero militarmente las bases se justifican allí a partir de la filosofía imperial expresada por Dick Cheney durante el gobierno de Busch: “Para controlar a Venezuela, es necesario dominar militarmente a Colombia”. Eso explica la brutal patada de Santos a la política de paz, mantener viva la guerra, el terrorismo de Estado, los crímenes de lesa humanidad, los genocidios, los desplazamientos. La guerra es el armamentismo para mantener un ejército de 500 mil hombres, el más alto de América, ¿y quién se beneficia con ello? El complejo militar/industrial norteamericano, el Pentágono. Por ello asesinar a Alfonso Cano como lo hicieron, el más conspicuo líder de una salida pacífica al conflicto, el ideólogo de las FARC, es darle continuidad a la inestabilidad, a la crisis social, a los estallidos populares como la insurgencia estudiantil en Bogotá y otras ciudades colombianas.
¿Creen los imperialistas yanquis/europeos que asesinando a Gaddafi, por ejemplo, moriría el espíritu de rebeldía y dignidad del pueblo libio?
¿No murió José Martí apenas comenzaba la etapa final de la lucha por la independencia de Cuba? ¿Se acabó con su muerte la gesta de la independencia de los mambises cubanos y las luchas antimperialistas de ese aguerrido pueblo? ¿Se acabó el ejército revolucionario cubano? No, fueron derrotas importantes pero cuando el movimiento se recuperó la lucha continuó e incluso fue victoriosa.
¿No asesinaron al Che Guevara? ¿Mataron con él la rebeldía y las ansias libertarias de los pueblos de América? ¿Lo convirtieron en símbolo o no?
En Cuba, Batista y sus secuaces asesinaron a Abel Santamaría, segundo jefe del Movimiento 26 de Julio, asesinaron la mayoría de los cuadros de ese movimiento; después asesinan a José Antonio Echeverría y a Frank País, ¿se acabó la rebeldía cubana y Batista triunfó o fue al revés, la revolución, los barbudos de Fidel y el movimiento revolucionario no fueron los que derrocaron aquella sangrienta dictadura, parecida a la de Colombia?
Ni la muerte de Marulanda (por la edad), la de Raúl Reyes, la del Mono Jojoy y ahora la de Alfonso Cano detendrán la lucha, la misma crisis del capitalismo, la insurgencia de los pueblos, la rebeldía del pueblo colombiano, sobre todo de su juventud vengarán esa injusta muerte, más temprano que tarde los Uribe, los Santos pagarán esos crímenes, la paz en Colombia va así no lo quiera la oligarquía. ¡Honor y gloria a Alfonso Cano!
(www.revistacaracola.com) (Libertad para los 5 héroes cubanos presos en las cárceles del imperio o en las ciudades cárceles) (Con Chávez y la revolución bolivariana, todo)