La crisis en
Egipto se agudiza tras la renuncia de Hosni Mubarak en Febrero 2011,
tras un mandato de 30 años y después de una serie de protestas multitudinarias.
Estas multitudes denuncian irregularidades en las votaciones de noviembre
2010, además de enriquecimiento ilícito, así como acusaciones de
posibles delitos. Reclaman una transición a un sistema democrático
sin despotismo. A su vez, en el Egipto de Mubarak el 40% de sus 80 millones
de habitantes, vivían con dos dólares o menos al día.
Ante la dimisión
de Mubarak, éste entrego el poder a las Fuerzas Armadas de Egipto,
quienes constituyeron un consejo militar de gobierno. Las Fuerzas Armadas
gozan de un poder e independencia considerables dentro del Estado egipcio.
Algunos periodistas opinan que, hasta en un 40% la economía egipcia
esta controlada por el ejercito egipcio. También son influyentes en
los negocios, la participación en carreteras y construcción de viviendas,
bienes de consumo, gestión de recursos, y vastas extensiones de propiedades
inmobiliarias.
Otro sector
influyente en Egipto es el partido de los Hermanos Musulmanes, con un
ideario basado en el Islam, quien en la actualidad es una organización
de una amplia base social. El objetivo de ellos es implantar un estado
islámico en Egipto, rechazando la influencia occidental en el país.
La estrategia de la Hermandad ha sido crear una especie de Estado paralelo,
dedicándose a promover una red de servicios sociales: educativos, sanitarios,
deportivos, cubriendo las carencias del Estado central, atrayendo así
las masas mas depauperadas de la nación egipcia. En la actualidad las
perspectivas de la hermandad se dividen entre la fidelidad al proyecto
original o la creación de un partido normal.
En la actualidad,
la plaza Tahrir de El Cairo, esta llena de ciudadanos, manifestantes
que derrocaron a Mubarak, quienes llevan muchos días manifestando y
han ocurrido muertes. Estos exigen que los militares abandonen el poder
y se establezca un gobierno civil. Aun cuando el mariscal Husein Tantaui,
jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, anunciara que los militares
no iban a perpetuarse en el poder. A su vez, los Hermanos Musulmanes,
seguros de su fuerza electoral y dispuestos a contemporizar con el ejército,
aconsejaron a los suyos que dejaran la plaza. Aun así, Tahrir sigue
siendo un hervidero revolucionario, animado por una población que querría
completar ya la transición hacia una democracia y ver a los militares
lejos del poder.
En general,
se mantienen tres sectores en conflicto: Los manifestantes
de Tahrir y de otras ciudades importantes de Egipto, quienes mantienen
su dinámica rebelde, pero que entre éstos no se ha articulado todavía
un liderazgo convincente. Los Hermanos Musulmanes, aguardan
pacientes las elecciones y están seguros de hacerse con el poder en
una democracia islamista. Mientras que los militares no
parecen dispuestos a renunciar a sus privilegios y mientras lamentan
las muertes y encargan al gobierno a un ex primer ministro de Mubarak,
siguen reprimiendo.
No sabemos que pasara, pero lo más probable es que, si no cesa la violencia, Egipto puede convertirse en un mar de represión y con un futuro incierto y sombrío.
joseamesty1@gmail.com
Teólogo y formador en Sociopolítica