Las contradicciones sociales en Venezuela y el mundo entero empiezan a manifestarse con fuerza. Las medidas económicas que se aplican en las sociedades tomadas hasta hace poco como ejemplo de progreso y desarrollo, viven hoy los males de una disminución drástica de la inversión social, el compromiso de nuevas deudas, la perdida de las viviendas por embargo de los bancos acreedores de créditos hipotecarios, el aumento de la edad para poder ser beneficiario de una pensión o jubilación, incremento de los precios de productos de primera necesidad. Esta es la realidad actual de los países europeos y los Estados Unidos ante la nueva crisis económica surgida desde el 2008 y catalogada como más grave que la gran depresión de los años 30 en el siglo XX. ¿No les recuerda la carta de intención firmado por el entonces Presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez con el FMI?
Pero en el escenario geopolítico internacional se puede evidenciar como estos países en crisis, han utilizado las vías de las intervenciones militares para hacer la guerra a naciones con gobiernos independientes, soberanos y antiimperialistas, pero fundamentalmente territorios que tienen mucho petróleo para solventar sus problemas.
Todas las políticas aplicadas por el Fondo Monetario Internacional en Grecia, Italia, España, Portugal entre otros, han generado descontento en la población, los indignados tomaron las calles y no se han retirado ¿les recuerda el Caracazo?, exigiendo no se destruya el estado de bienestar pactado entre el Estado, la empresa privada y los sindicatos. Pero la nueva cara del capitalismo, su reacomodo, obliga a mirar hacia el gran capital especulativo como la puerta de la acumulación y reproducción de más capitales, de la manera más expedita y con menos costos, deteriorando la inversión productiva de bienes y generando mucho desempleo.
Al parecer el FMI cree poder volver a regir la economía venezolana, para ello necesita un gobierno que represente los intereses de los centros financieros, que elimine los controles de cambio, congele los salarios, privatice las empresas del Estado y dentro de ellas PDVSA en primer lugar, aumente los precios de los servicios públicos (agua, luz, electricidad).
Pero además de la aplicación de esas medidas económicas, se desataría en Venezuela una ola represiva y de violencia inimaginable, la persecución a los sectores de izquierda y progresistas, los revolucionarios chavistas, al pueblo organizado para defender sus derechos. En otras palabras, si se implanta un gobierno de derecha en nuestro país, las políticas serían en función del beneficio de los grandes empresarios y el desarrollo estaría dentro del concepto del libre mercado, es decir, los ricos en el poder y los pobres que se las averigüen. El FMI sólo traerá un desastre social y económico, por eso, las alternativas de integración regional permiten ir por el camino de la paz y el desarrollo sustentable basado en nuestras propias capacidades y el intercambio tecnológico- productivo, transfiriendo los conocimientos científicos, manejo de técnicas e innovaciones. La creación de la ALBA, UNASUR, Banco del Sur, Tele sur y las alianzas internacionales con naciones emergentes como China, Irán, Rusia, Bielorrusia, la creación de la CELAC sin Canadá y los Estados Unidos, aseguran la futura consolidación de Venezuela.