Para el 29 de marzo convocó la Confederación Intersindical Galega (CIG), sindicato mayoritario en Galicia en número de afiliados, una huelga general en Galicia. A la convocatoria se sumaron los dos sindicatos mayoritarios en Euskadi, ELA y LAB. Las direcciones de los dos principales sindicatos estatales, CCOO y UGT, sintieron la presión de la calle y no tuvieron más remedio que secundar, la semana pasada y a regañadientes, la huelga general que la CIG convocó, pero desdiciéndose del objetivo real de la huelga para la CIG: la retirada de la ley de reforma laboral.
CCOO y UGT son los dos brazos necesarios e imprescindibles de todas las políticas regresivas que tanto PSOE como PP han venido implementando contra la clase trabajadora. Ambos sindicatos no han tenido ningún rubor en firmar desde la ley de pensiones del PSOE, que representa la mayor regresión en poder adquisitivo y en derechos de los trabajadores en materia de jubilación, hasta la actual Ley de reforma laboral del PP, que tanto CCOO como UGT pretenden «reformar», pero no exigir su retirada como exige la CIG.
El corolario final de esta traición por capítulos de los dos principales sindicatos estatales podemos verlo en el actuar de sus secretarios generales. El anterior de CCOO, José María Fidalgo, coqueteó con la extrema derecha de Rosa Díez e incluso sonó como ministro de Rajoy. Toxo y Méndez se apresuraron a firmar un acuerdo con la patronal española, por exigencia del gobierno de Rajoy, que el mismo Gobierno no tomó en cuenta y remató en la actual ley, que abarata y justifica todos los despidos y da barra libre al empresariado para que haga y deshaga a su antojo con los trabajadores.
