Trinchera de Ideas

A propósito de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba

  LA SITUACIÓN RELIGIOSA EN LA ISLA.

Hace 13 años que el Papa Juan XXIII visitó a Cuba Socialista por invitación que le hiciera al máximo jefe de la Iglesia Católica y del Estado Vaticano, el presidente cubano Fidel Castro. Entonces el tema fue explotado negativamente por las más conspicuas plumas del periodismo transnacional, por los medios de opinión escrita, radial, televisiva de las grandes capitales de las naciones del primer mundo, quienes a su vez las envían a los más diversos periódicos tercermundistas. Poca fue, en aquel entonces, la referencia o el análisis de los analistas venezolanos al tema que diera pie a una objetiva investigación y a señalar las lecturas que la referida visita entrañó.

De nuevo se produce otra visita de un Papa, sin el carisma y la trayectoria política  del anterior, incluso con un pasado que lo señala como miembro de las juventudes nazistas durante el mandato de Adolf Hitler. Más allá de esas circunstancias dicha visita tiene una importancia singular en estos momentos donde a nivel mundial se construye la multipolaridad de las naciones, si partimos, en primer lugar, de la jerarquía del invitado, lo que él como Jefe Político puede hacer con su presencia en el país menos católico de América. Están, pues, por una parte, los intereses particulares tanto del Estado Vaticano como de la propia jerarquía de la Iglesia Católica dentro de Cuba, cuya religión ha perdido espacio ostensible en el seno de ese pueblo en el decursar de los 40 años anteriores de la visita del Papa Juan XXIII, quienes se inclinan por otras opciones, desde el libre pensamiento o ateísmo hasta la primacía del sincretismo mágico-religioso de origen africano.

La visita del Papa Benedicto XVI a Cuba evidentemente que sorprendió a muchos sectores que no entendieron la estrategia del anciano líder político de visitar el orgulloso y valiente pueblo cubano que por más del 50 años ha enfrentado las agresiones de todo tipo del imperio yanqui, además del infame bloqueo económico; tampoco se entendió la estrategia del gobierno revolucionario que preside el comandante presidente Raúl Castro de abrirle las puertas al controversial Papa.

Benedicto XVI es el Jefe del Estado del Vaticano, tiene en Cuba una representación diplomática, es decir, entre ambos gobiernos y Estados existe una tradición de relaciones políticas de varias décadas. Lo que ocurre, en el caso del Papa, es que representa una poderosa institución que es la Iglesia Católica y una milenaria religión, la católica, que en el caso de Cuba hasta hace pocos años ni es la mayoritaria ni es la más poderosa, acusando un evidente fortalecimiento en los últimos años gracias a las políticas de amplitud del gobierno revolucionario.

¿Es Cuba un país de la religiosidad, por ejemplo, como la México o hay un predominante libre pensamiento o ateísmo junto a las creencias mágicos religiosas de origen africano y diversas manifestaciones del cristianismo de menor fuerza an la nación antillana?

Un importante escritor cubano, Lisandro Otero, señala: “Cuba no es un país esencialmente católico como pueden serlo Colombia o México, en América Latina. No tiene la arraigada fe que profesan los españoles ni instituciones tradicionalmente ligadas al poder político. El catolicismo nunca penetró en la base popular”.

Limar, si quedan, las asperezas entre la jerarquía católica y el Estado cubano, asperezas que comienzan con el inicio mismo de la revolución el 1º de Enero de 1959, cuando la alta jerarquía católica hace separación del proyecto revolucionario en el momento mismo que comienza la revolución su período de justicia social con el inicio de las nacionalizaciones y a afectar los intereses de los poderosos y privilegiados cubanos y norteamericanos. El antecedente más cercano eran las estrechas relaciones oficiales que tenía la alta jerarquía de la iglesia y el sátrapa Batista; el ser instrumentalizada la alta jerarquía católica por los factores poderosos de la sociedad que moría con el nacimiento de la revolución para enfrentar esta.

Citando de nuevo a Lisandro Otero, al referirse al tema señala que: “El conflicto de la iglesia católica con el poder revolucionario se produjo, inicialmente, cuando tras el triunfo revolucionario  de 1959 se movilizó a los fieles en manifestaciones públicas y los templos se convirtieron en ágoras de debate político”.

“Las homilías eran diatribas virulentas contra el nuevo orden social. En algunos templos se escondieron contrarrevolucionarios”.

No era la iglesia católica cubana igual a la venezolana con un Witak, un Camuñas, los jesuitas revolucionarios, las monjas revolucionarias de la ‘Teología de la Liberación’; la colombiana con un Camilo Torres; la nicaragüense con Ernesto Cardenal o la salvadoreña con el Monseñor Arnulfo Romero; hombres y mujeres que hacían un verdadero trabajo a nivel popular. No tenía en Cuba la religión católica el arraigo que puede tener en otros países de América. El pensamiento religioso de un sector importante de la población estaba permeado con otras creencias de origen africano: la Virgen de la Caridad del Cobre, San Lázaro y otras divinidades, son la mezcla, la fusión, por así decirlo, de las creencias y divinidades africanas y católicas.

En el período del capitalismo no había iglesias en los campos cubanos donde vivía el 70% de la población, ni en las montañas había un sacerdote o una monja predicando el credo revolucionario de Cristo, de justicia social. La evangelización se daba en los colegios católicos donde asistían los hijos de los poderosos; las parroquias estaban en las urbanizaciones más privilegiadas de las principales ciudades y el clero católico era en un alto porcentaje españoles de ideas políticas derechistas, reaccionarios muchos, de ideas franquistas, neo fascistas. Para esa época fueron expulsados 130 sacerdotes y 470 se fueron voluntariamente.

Se produce en aquel lejano período de la revolución un conflicto entre los sectores creyentes de origen popular y sectores de la clase media que están comprometidos con la revolución y la jerarquía católica que enfrenta a la misma y asume las posiciones de los grupos poderosos afectados por la revolución. De aquella época surge una organización femenina, integrada por creyentes, que se llamó ‘Con la Cruz y con la Patria’, que defendía abiertamente a la revolución y también sus ideas y convicciones religiosas.

La nacionalización posterior de las escuelas y liceos católicos que se producen en Cuba, son motivados por los enfrentamientos políticos, nunca como una práctica de persecución religiosa o de las ideas, ni siquiera por ser instituciones privadas. En dichas escuelas estudiaban, como se dijo, los hijos de los ricos, de los sectores afectados y eran fuente de actividades contrarrevolucionarias, pero ni aún así puede presentarse un solo caso de un sacerdote fusilado o asesinado como si lo fue el Monseñor Romero por los paramilitares salvadoreños en pleno ejercicio litúrgico o las monjas y curas en la Argentina  o El Salvador, de atroces dictaduras.

Ni siquiera los tres curas que participaron en la invasión de Playa Girón acompañando a los mercenarios enviados por Kennedy, delito tipificado como el de traición a la Patria, al servicio de una potencia extranjera. Cuando se los apresó fueron, como la inmensa mayoría, canjeados por medicinas y alimentos pues ya había comenzado el bloqueo norteamericano a Cuba. Después algunos religiosos, curas, participaron en actividades contrarrevolucionarias y ninguno fue fusilado, fueron condenados y salieron mucho antes del tiempo de condena. Papel fundamental para evitar esas situaciones tuvo el Monseñor Zacchi, Nuncio del Papa en Cuba, quien contribuyó a la distensión entre la Iglesia católica y la dirigencia revolucionaria.

Mucho se especuló y manipuló sobre la persecución a la Iglesia, sobre todo en los mayores momentos de la Guerra Fría, pero en estos 53 años de Revolución nunca se cerró en Cuba ninguna iglesia católica ni otro culto permitido. Fueron expulsados sacerdotes españoles abiertamente contrarrevolucionarios, pero fueron sustituidos por otros de su misma nacionalidad, más apegados al culto y menos a la política.

LA CONSTITUCIÓN Y EL DERECHO A CREER O NO CREER

Comencemos por señalar que la Constitución cubana establece, dentro de los derechos del ciudadano, que éste puede profesar la religión que desee o no profesar religión alguna, es decir, se admite constitucionalmente el libre pensamiento comúnmente estigmatizado como ateo. No se le da primacía a ninguna religión, todas son consideradas iguales ante el Estado.

El artículo 8° de la Constitución señala: “El Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa. En la República de Cuba, las instituciones religiosas están separadas del Estado. Las distintas creencias y religiones gozan de igual consideración”.

La Constitución cubana sufrió una importante reforma y el Estado dejó de ser ateo para ser laico. Es decir, pese a haber una mayoría no creyente, se objetivizó aún más el cuadro de los derechos del hombre o del ciudadano cubano en su opción filosófica.

La libertad de culto es totalmente permitida y nunca está por encima de las leyes vigentes. El culto, se entiende, es exclusivamente religioso, por ello no se acepta la utilización de la fe para encubrir actividades, posiciones políticas o conductas que vayan contra la Revolución.

El artículo 55 de la Constitución cubana reformada en 1992 señala que: “El Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad de conciencia y de religión; reconoce, respeta y garantiza, a la vez, la libertad de cada ciudadano de cambiar de creencias religiosas o no tener ninguna, y a profesar, dentro del respeto a la ley, el culto religioso de su preferencia. La ley regula las relaciones del Estado con las instituciones religiosas.”

LOS CULTOS RELIGIOSOS EXISTENTES EN LA CUBA DE HOY

¿Cuál es la realidad religiosa hoy en Cuba, ya que tanto se especula en el exterior con la visita del Papa Benedicto XVI?

Cultos de origen africano

La Virgen de la Caridad del Cobre, Ochún, “Cachita” a nivel de la familiaridad popular, es el prototipo religioso femenino; mulata hermosa, como todas las de Cuba, protectora de la familia y diosa del amor y todos sus ingredientes eróticos y sexuales, dueña del agua de los ríos, del oro, del coral y del ámbar. Suyo es el poder de solucionar los conflictos amorosos, retener al amante que se va o salir de momentos difíciles.

¿Ella es la síntesis del sincretismo mágico venido con los esclavos del África, de la fusión u ocultamiento de las creencias ‘paganas’, mágicas de los esclavos africanos en una religiosidad católica impuesta por la fuerza del látigo, el castigo y la muerte incluso ante la herejía?

Es, pudiera decirse, un ser bifronte, con una cara la ven quienes tienen arraigada secularmente y en sus raíces históricas la magia de los cultos africanos. Con otra cara, la de la cultura occidental, la ven quienes no admiten en su totalidad el sincretismo africano, es la Virgen de la Caridad, pero morena, mulata no blanca como otras vírgenes que simbolizan la madre de Jesús, María.

A nuestro modesto juicio dentro el plano de las creencias el sincretismo mágico-religioso de origen africano, no vinculado a la religión católica ni a ninguna otra, son las que tienen mayor arraigo, cuánticamente hablando, en un importante sector del pueblo cubano, mayor que el catolicismo y el protestantismo.

Las creencias y prácticas mágico-religiosas son el resultado de la fusión de los ritos llegados con los esclavos africanos y su mimetización con el catolicismo impuesto por la fuerza y la violencia por los conquistadores hasta adquirir una fusión donde perviven elementos de una y otra. Eso referido a las creencias cristianas, pero hay las creencias africanas en absoluto estado de pureza al punto de la que la ciudad de La Habana es considerada ‘La Meca’ universal de la santería.

Entre los cultos mayoritarios y más extendidos en el pueblo cubano se pueden mencionar: la Santería o Regla Ocha, Palo Monte o Regla Conga y los Ñáñigos o Asociación Secreta Abakuá.

Debemos señalar que además del hecho religioso, la cultura africana tiene en Cuba una presencia determinante. La abolición, con el triunfo de la Revolución, de la discriminación racial eliminó las barreras culturales y el sincretismo religioso y las creencias de origen africano no sólo tienen una connotación mágica sino también cultural y ello las hace mucho más poderosas. Se rompieron las barreras raciales y las creencias santeras se extendieron  a blancos, mulatos, negros, chinos, etc.

 
Catolicismo

Ya hemos explicado que la iglesia Católica en el período de la república mediatizada, después de la invasión norteamericana en 1898, el abortamiento de la independencia ya ganada por los cubanos, la imposición de la Enmienda Platt, no concentró su esfuerzo evangelizador, la catequización extensamente a nivel popular, sino a nivel de los sectores dominantes y medios. Después del triunfo de la Revolución, su influencia disminuyó aún más, entre otras causas debido a la emigración hacia el exterior de los sectores de las clases pudientes (burguesía y pequeña burguesía) afectadas por la revolución y que eran su principal base social. El enfrentamiento que tuvo la jerarquía católica la aisló de muchos creyentes que estaban y están con la revolución.

“El cubano típico difícilmente puede ser calificado de religioso. A pesar de que normalmente la población es católica romana, la Iglesia tiene muy poca influencia. Aunque el cubano común sea abiertamente agnóstico y sólo ligeramente vinculado a la tradición romana, los cultos religiosos y sus manifestaciones se mantienen muy activos en Cuba”, escribió el norteamericano John Merle Davis, reforzando lo escrito en 1942 por el jesuita cubano Manuel Maza, en su libro ‘El clero cubano y la independencia’, donde señaló hace 69 años: “No es ningún secreto que en grado de catolicismo del pueblo cubano siempre ha sido motivo de discusión”.

Un cálculo aproximado del numero de creyentes cristianos los ubicaría en el orden de los 700 mil entre católicos y protestantes, es decir, menos del 7% de la población cubana actual que alcanza un poco más de los 11 millones de habitantes, aun cuando otras fuentes señalan que alcanza sobre los 6 millones de personas, cifra que luce, evidentemente, exagerada, inflada e interesada.

Reunidos todos los cultos cristianos nos encontramos que existen dos mil novecientos templos, dos mil son del culto católico, el resto, novecientos, son protestantes en sus variadas expresiones.

El número de monjas y sacerdotes alcanza la cifra aproximada de 450 monjas de diferentes órdenes, incluidas las seguidoras de la Madre Teresa de Calculta, y 250 o más sacerdotes, más de la mitad extranjeros. La participación de nativos cubanos como sacerdotes y monjas fue, antes y después de la revolución, muy menguada aunque se ha incrementado sobre todo a partir de la primera visita papal.

La Iglesia Católica ha ido ensanchando los últimos 13 años su radio de acción secular y fortaleciéndose, así, como bien lo señala el periodista mexicano Carlos Villa Roiz, en su reportaje por internet donde nos dice: “Las instituciones religiosas son propietarias de sus bienes muebles e inmuebles, incluyendo los templos, y circulan numerosas publicaciones de muchas denominaciones.

Las iglesias pueden realizar actividades sociales en hospitales y asilos; cuentan con apoyo estatal y mantienen contactos con sus homólogos en el extranjero o con los organismos ecuménicos que las agrupan.

También se efectúan actividades religiosas fuera de sus locales de culto: procesiones y peregrinaciones; rituales, conciertos, toques de tambor, talleres y congresos”.

EL Protestantismo

La presencia militar, política y económica norteamericana en Cuba llevó el protestantismo en sus diferentes expresiones al seno de la sociedad cubana. Incluso el proceso evangelizador a nivel popular era más sostenido por los protestantes que por los católicos.

El protestantismo asumió una posición diferente con relación a la Revolución que el catolicismo, incluso a nivel oficial eran fluidas y cordiales las relaciones. Con la única que llegó a tener problemas la revolución fue con tres iglesias de los ‘Testigos de Jehová’, por irrespetar los símbolos patrios, la escuela, la salud, la defensa en momentos en que los norteamericanos hostigaban y agredían a Cuba y precisamente, a esos valores. Los problemas no fueron por sus ideas religiosas sino por sus concepciones que eran más políticas que religiosas.

En los actuales momentos funcionan en Cuba 54 denominaciones protestantes, cinco de ellas ubicadas dentro de las denominadas iglesias tradicionales o históricas (Bautista, Cuáqueros, Presbiteriana, Episcopal, Metodista), 25 pentecostales; las restantes están incluidas dentro del llamado protestantismo tardío (Adventistas del Séptimo Día, Iglesia del Nazareno, Testigos de Jehová, Iglesia Científica de Cristo. etc.).

Existe, además, 800 pastores protestantes (algunos de los cuales han sido elegidos diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular en los dos últimos procesos electorales) y cerca de 900 templos.

  Espiritismo

En Cuba existe el espiritismo diversificado en tres vertientes. El espiritismo científico. El espiritismo de cordón y el espiritismo cruzado; las dos últimas son el producto de la fusión de elementos propios del espiritismo científico con elementos de los cultos africanos ya mencionados.

 
 Creencias solitariAS

Unidas todas las religiones existentes en Cuba no puede afirmarse que estas abarcan o acaparan la audiencia mayoritaria de creyentes que no tienen filiación en ninguna de las instituciones religiosas existentes. Hay en un alto número de personas con una creencia solitaria, individual que pueden unos preferir el catolicismo; otros, el sincretismo africano; que admiten las supersticiones o el misticismo. Muchas pueden ir anualmente a una iglesia católica, a un templo evangélico, a la conmemoración de San Lázaro, La Caridad o Santa Bárbara, las religiones hindúes tienen, incluso, seguidores.

 El libre pensamiento o ateísmo

La no creencia en religión alguna, el profesar una concepción materialista-científica de la vida es, quizás, el producto más genuino de la Revolución. Su peso específico es determinante en la nación antillana, abrazado por las nuevas generaciones, en un período expresó un izquierdismo contraproducente y torpe en algunos sectores. Lo consideran una importante conquista del pensamiento y de la libertad del individuo. Al principio eran ideas en exclusivo de los militantes revolucionarios, tomadas del marxismo, del pensamiento socialista; con el tiempo se fue extiendo, producto del estudio y el aprendizaje de las ciencias sociales, del debate de las ideas, de las enseñanzas a nivel de la escolaridad media y superior, a más y más importantes segmentos de la sociedad cubana. 

La libertad de pensamiento, consagrada en la Constitución Cubana de manera expresa y clara, es un derecho de los ciudadanos cubanos cuya mayoría lo ha asumido todos estos años con su carga de ciencia y grandes descubrimientos.

¿Es la fe un atributo o categoría espiritual exclusivo de las religiones, en nuestro caso, de la religión católica o de las religiones o, digamos, ésta ha sido usurpada por las religiones como una creación de los seres humanos en el devenir de los tiempos y en la lucha de los grupos humanos, de las clases sociales en su desigual desarrollo cultural y por elevar su condición tanto de vida material como de elevación espiritual, construyendo un cuerpo de valores éticos, morales, principistas que no necesariamente están asociados a una u otra religión en particular sino al hombre en sí mismo? Precisamente son las religiones, sus principales dirigentes, quienes le han dado a este cuerpos de valores, comenzando con la categoría espiritual de la Fe una connotación de exclusiva religiosidad, pretendiendo imponerse ideológicamente por sobre otras formas de pensamiento no religiosos, excluyendo o invisibilizando de manera deliberada el libre pensamiento científico que no acata los dogmas de la religión y plantea una confrontación de ideas.

Es perfectamente válida la categoría de la Fe en las religiones, pero, igualmente lo es en el extenso universo de los no creyentes o ateos. Cuando la inmensa mayoría del pueblo cubano, unido en los valores del patriotismo, del nacionalismo, el antimperialismo y el socialismo defienden su Patria y creen en la justeza de la Revolución y sus principios, esa actitud de defensa es un acto de Fe, un acto de Amor, un acto de Convicción en principios y valores éticos. Esa circunstancia, que se sintetiza en un acto político, no los produce la religión católica ni ninguna otra, la produjo y la produce el pueblo cubano.

La lucha en Cuba no es religiosa, de materialismo contra idealismo,

es política, de dignidad y soberanía contra el imperialismo yanqui

Una de las armas ideológicas esgrimidas por la contrarrevolución polaca fue la cuestión religiosa, de enorme arraigo en ese país, para enfrentarla al pensamiento marxista del dogmático partido comunista gobernante. La religión católica, el futuro Papa y la conspiración imperialista externa, jugaron un papel importante en el derrocamiento del socialismo en Polonia.

¿Es posible igual situación en Cuba donde la Iglesia Católica soliviante a los creyentes –como lo intentó en los años ‘60 del siglo XX donde no sólo conspiró sino que su planta física –las iglesias– y muchos de sus dirigentes  se enfrentaron a la naciente revolución y cometieron actos de terrorismo– y llame al derrocamiento de la revolución y de su gobierno?

Esa una aspiración acariciada de siempre por la contrarrevolución de origen cubano. Por años el imperio norteño diseñó matrices de opinión en contra de la Revolución Cubana. Todas las truculencias inimaginables, desde aquellas que el Estado le quitaba los hijos a las madres para enviarlos a Rusia, hasta el incendio de iglesias y el fusilamiento de curas, fue utilizado. Crear un conflicto espiritual entre los creyentes para enfrentarlos a una Revolución Humanista fue uno de los nortes; pero nunca lo lograron, pues el problema religioso nunca fue, en verdad, un conflicto entre la revolución y los creyentes pese a como señalamos, podía dar la impresión en un momento que la Iglesia Católica estaba enfrentando la Revolución, ‘que la iglesia era la reserva moral y espiritual de un pueblo oprimido por el totalitarismo rojo’. El creyente al principio, el no creyente después, siempre estuvieron unidos por una razón fundamental: la Revolución con su enorme carga de justicia social y de fe que encarnaba muchos de los postulados evangélicos sin presentarse como un proceso confesional sino eminentemente espiritual y político.

Al tocar ese aspecto durante la visita del Papa Juan Pablo II en 1998, el escritor cubano Lisandro Otero escribió: “No hay que olvidar que Cuba no es Polonia y que en la isla ocurrió una auténtica revolución que llegó a las bases sociales, en tanto que en Polonia el socialismo llegó con las bayonetas del Ejército Rojo (soviético)”.

La revolución, dirigida como es sabido por el Partido Comunista de Cuba, en el 4º Congreso de esa organización produjo, en el plano ideológico, un importante y trascendental salto: eliminó la exclusividad militante para los no creyentes. A partir de ese Congreso los creyentes: católicos, protestantes, ñáñigos o de la regla de Ocha, que cumplieran los requisitos éticos, morales, programáticos y políticos exigidos para el ingreso a la organización proletaria, podían hacerlo sin menoscabo de su religión. ¿Qué significaba esa decisión en el marco de un gran debate en dicho Congreso?

Que la lucha no era de los que no creen en Dios y quienes si creen; que la lucha no es entre religiosos y no religiosos; que la lucha es un problema fundamentalmente político,  ético, de una concepción más humana y justa del hombre y de la vida que precisa la unidad férrea de todos los cubanos, indistintamente de sus creencias o no, en torno a los objetivos fundamentales: preservar la independencia, la soberanía, los avances y las conquistas de la Revolución, impulsar el desarrollo del país y salir de la crisis que dejó la caída de la URSS.

Ese importante hecho, que une lo mejor del marxismo humanista con la iglesia de los pobres que fundó Cristo, con la belleza mágica de las religiones africanas en torno al gran objetivo de la redención social, auténtica, verdadera, sin demagogia, que fue el objetivo cardinal de la Revolución que nació hace 53 años, para enfrentar el común enemigo imperialista, ha sido soslayada por las transnacionales de la información quienes nuevamente, con motivo de la visita del Papa, que condenó en México la Teología de la Liberación, buscan, vanamente, un enfrentamiento político, pretendiendo asignarle a ese líder religioso, que condena las injusticias y la miseria, la guerra, el bloqueo norteamericano a Cuba, que juegue un papel subversivo y contrarrevolucionario.

 El periodista mexicano Carlos Villa Roiz en su trabajo La ley y la religión en Cuba,cultura religiosa, señala la presencia de creyentes en el parlamento cubano. 

“Hoy se permite que personas consagradas participen en los órganos de representación popular, y hay 3 pastores evangélicos, una presbiteriana, un bautista y un episcopal, así como el babalao, presidente de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, que por elección popular son miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral)”.

En todo caso es la Iglesia Católica la que tiene que revisar su conducta y ver si en un dilatado período de años ha cometido errores o no en Cuba, en su papel de llevar la espiritualidad y el evangelio a quienes cree lo necesitan. Es decir, pulsar los niveles de participación del pueblo cubano en los ritos y toda la liturgia católica, la fe hacia los postulados cristianos, etc. que se han perdido o abandonado.

La visita del Papa Benedicto XVI expresa, en suma, la ratificación pública no sólo el reconocimiento a un gobierno institucionalizado hace  cincuenta y tres años sino el caminar sobre coincidencias como la lucha por la justicia social, contra la pobreza, contra el criminal bloqueo norteamericano a Cuba. El Papa ve con vergüenza –como lo hizo su antecesor Juan Pablo II– el criminal bloqueo que dura más de medio siglo y afecta los derechos de un pueblo soberano que se dio el sistema que le garantiza más soberanía y dignidad, conocimientos y salud, deportes y estabilidad, sin violencia ni traumas, sin delincuencia ni injusticias, salvo las que emanan del bloqueo.

El Papa, que no pudo ocultar su asombro de no ver miles de militares y policías custodiando la ruta de su caravana y sí un pueblo alborozado y respetuoso, llegó con humildad a compartir con un pueblo que lleva cinco décadas luchando contra su poderoso vecino del Norte, un pueblo que sabe donde está parado, lo que quiere y hacia dónde va. Un pueblo con una fe indestructible por la revolución, por sus logros, por sus líderes, por ese extraordinario mundo que han construido en medio de tanta adversidad. Va, más que a llevar, a recibir porque él sabe que de ese pueblo y de su liderazgo, de su Revolución hay mucho, pero mucho que aprender; ese es un pueblo al que todos los pueblos del universo le deben también mucho, por lo mucho que de él han recibido, comenzando por la salud.

Llegar por Santiago de Cuba, invocar a Cachita, a esa mágica mujer, madre, esposa, hija de indios y de esclavos negros, es una forma de pedirle perdón a Cuba y su pueblo por el genocidio indígena de la centuria del 1500 que extinguió una hermosa población autóctona.

Ir al templo de la Caridad del Cobre tuvo, a nuestro juicio, un profundo sentido autocrítico por los errores de la Iglesia Católica como tal, incluyendo la cubana y, más allá del aparente fortalecimiento de la Iglesia Católica cubana, está el reconocimiento que esa mítica figura expresa el sincretismo de hermosas creencias de la más genuina base popular, que expresa la secular rebeldía los indios, de los esclavos, los mambises, los barbudos contra las imposiciones y la opresión de los que por casi 500 años dominaron la heroica Isla.

Bibliografía

1) Fidel y la Religión, conversaciones con Frei Betto. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, Cuba, 1985.

2) MARQUES FARIÑAS, José M. La Situación religiosa en Cuba, Prensa Latina, La Habana, octubre 1997.

3) OTERO, Lisandro, Los enigmas de la visita de Juan Pablo II, periódico El Globo, Caracas 17/01/98.

4) MAZA, Manuel, El Clero cubano y la independencia, citado por Julio Portillo, en su artículo: Cuba; ahora el negocio del alma. El Nacional, 22-01-98.

5) Villa Roiz, Carlos,  La ley y la religión en Cuba, Cultura religiosa, portal El Impacto Diario, México, 28/08/12, 2012.

  6) Constitución de la República de Cuba, reforma de 1992. Edición de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Fuente: Gaceta Oficial, 2002.

(humbertocaracola@gmail.com) (Con Chávez y la revolución bolivariana y socialista, todo) (libertad ¡ya! para los 5 héroes cubanos presos en las mazmorras y en las ciudades cárceles norteamericanas)



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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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