El vanguardismo tiene mucho de lo heroico e individual, aunque en veces, sea compartida por un pequeño grupo. Circunstancia esta última que no le vincula a las multitudes, las mayorías o, para decirlo con una palabra como orgásmica, las masas.
Ese vanguardismo, en el campo de la política, suele suponer que lo pensado por el individuo o el pequeño grupo, en veces muy talentoso y creativo, coincide con lo que las multitudes o mayorías esperan. Ven todo sencillo, desde su perspectiva, pero pasan por alto, lo que aquellas piensan o están dispuestas a hacer. Lo que les lleva a olvidar u obviar que esas multitudes o mayorías son indispensables para lograr las metas o construir los caminos. Por eso, no es extraño, que el vanguardista quede sólo o pírricamente acompañado. Lo que no le niega que la posteridad le reconozca el mérito de “haberse adelantado a su tiempo”, su sacrificio en veces innecesario. Es usual que por generosidad, a los vanguardistas, ilusos, uno le reconozca sus sacrificios; es propio de la condición humana. Los bonzos, esos carajos que se queman, allá en el oriente, uno no puede desdeñar. Tampoco debemos ignorar que un gesto, una acción de vanguardia, dentro de un cuadro favorable puede servir para desatar una tormenta o un proceso hacia el cambio.
Ese fenómeno tiene mucho de la épica. Esta o epopeya, es determinantemente individualista. Es la poesía o historia escrita para exaltar el accionar de los héroes, individuos destacados o a destacar por algún interés. El género romántico tomó de la épica, ese rasgo; lo individual, lo heroico. Así llegamos a la historia romántica, donde lo importante es el individuo, tanto que en veces, sin rigurosidad alguna, se le atribuyen cosas como sólo sucedieron en la imaginación del escritor. Los pueblos, las masas, otra vez la bendita o excitante palabra, no se ven en parte alguna. “La Venezuela Heroica”, de Eduardo Blanco, es un ejemplo de ello. Por eso, con acierto, en los pensum de estudio se incluyó dentro del género literario y no como texto para estudiar la historia de Venezuela.
Lo romántico sigue ejerciendo una influencia trascendente. El cine, teatro, música, etc., están en gran medida atrapados en sus valores. El héroe ha formado por años el ideal de nuestros sueños y hasta uno le busca y ansía como un catalizador que apresure todo y nos facilite las cosas. De allí que, el héroe o vanguardista, siempre esté parapetado tras de su varita mágica o palabra que todo lo simplifica.
La mayoría de la gente, de un lado u otro, siempre añora un mesías con un mensaje claro y una palabra contundente que ponga todo en su sitio. Así la cosa es más fácil. Chávez bien lo sabe y sufre; por eso clama para qué se entienda que él, “sólo es una pequeña brizna en medio del huracán”.
“Aquí lo que hace falta es un hombre con bolas”, se ha dicho mucho en Venezuela. El fenómeno que envuelve a Chávez y nuestra historia reciente, quizás sirvan para que algunos fortalezcan esa creencia.
Rafael Correa, quien como Chávez, no juega al vanguardismo; por lo menos no hace de eso un arma de uso cotidiano, planteó tiempo atrás, en la Conferencia del ALBA, realizada en Caracas, la conveniencia de no asistir a la Cumbre de las Américas, cuestión que contó con el respaldo del presidente Chávez, pero no contó con una decisión al respecto. Además, en aquella reunión, no estuvieron presentes unos cuantos, como Brasil y la Argentina, que hacen falta para que la posición sea contundente, acompañada y no vanguardista.
La posición de Cuba, en la oportunidad que Santos, presidente colombiano, presentó sus excusas “por falta de consenso”, no significó una renuncia al deseo de estar allí. Es más, con posterioridad, el presidente Chávez, dijo categóricamente “que sea ésta la última de esas cumbres sin Cuba.”
De modo que, la posición de Correa, respetable, coherente con lo que había adelantado, que coincide con lo que emana de las vísceras de cada uno de nosotros, parece un acto vanguardista. Muy hermoso, sensitivo, pero que se aleja del resto de los componentes.
Por la carga romántica que nos embarga a todos, sobre todo a los americanos de este lado, esos gestos nos estremecen y ponen a vibrar. Por supuesto, si esa fuera ahora o se convierte más tarde en la posición de todos, sería maravilloso.
La ausencia de los países del ALBA en esa Cumbre, no impedirá que ella se desarrolle; además a aquéllos aislaría del resto y dejaría las cosas más fáciles para EEUU. Por el contrario, si quienes asisten, entre ellos las representaciones de Argentina, afectada por el asunto de Las Malvinas que reclama una toma de posición, Bolivia, Brasil, Nicaragua, Venezuela, etc., cumplen su rol como debe ser, no habrá formalidad que impida abordar la ausencia de Cuba, el bloqueo y la arbitrariedad colonialista inglesa.
Además, la asistencia a ese evento en pie de lucha, lejos de ser un simple saludo a la bandera, un acto vanguardista heroico pero ineficiente, profundizará las contradicciones, ahondará las grietas entre nosotros y ellos. Ir a ese evento nos acerca a las mayorías y no nos encierra en un círculo pequeño de héroes románticos, amados, pero también rezongones, que suelen atraer sólo a los amantes de la épica.
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