Diversas han sido las opiniones que sobre los resultados de la Cumbre de las Américas, realizada en Cartagena de Indias, Colombia, entre el 14 y 15 de abril de 2012, se han expresado; nos parece que, bien vale la pena, a manera de conclusión de las tres entregas anteriores sobre el tema, hacer las siguientes reflexiones:
Consideraciones:
1.- Debe definirse cuál es el status de la Cumbre de las Américas ya que, el objetivo fundamental de su convocatoria fue para constituir el ALCA. Sin embargo, dicho foro hemisférico, por la temática que ha venido tratando, por los mandatos que produce, ha devenido en una especie de Asamblea General de la OEA, solo que, con la participación de los Jefes de Estado y de Gobierno de la región. Para su convocatoria no existe un reglamento en el cual este establecido cuáles son los países miembros de la misma, por lo que la exclusión de Cuba no tiene ninguna justificación.
2.- Pareciera ser un problema semántico, pero no lo es. Seguir llamándola Cumbre de las Américas significa seguir aceptando que existen varias Américas, una América superior y una América inferior, una América desarrollada y una América atrasada; por esa vía, Estados Unidos y Canadá, están en capacidad de decidir por el resto del hemisferio, la mejor prueba de lo afirmado se encuentra en el resultado de la VI Cumbre, la Declaración de Jefes de Estado y de Gobierno no fue aprobada porque estas dos naciones vetaron la referencia al tema de la participación de Cuba, sobre la soberanía de Argentina en las Malvinas y el diseño de una política de lucha contra el tráfico ilícito de drogas en la región. Posición, que no solo constituye un acto de soberbia y una conducta irrespetuosa -de ambas naciones- hacia Colombia como país sede y a los otros 33 países participantes en la misma. Estados Unidos y Canadá, como es usual en estos casos, bien pudieron haberse reservado los párrafos referidos a estos temas, con lo cual la declaración hubiese sido aprobada, así lo ha hecho Venezuela. Y, lo hemos hecho porque estamos conscientes que no es posible construir una relación de amistad sincera, sino se basa en el respeto.
3.- Debemos tener presente que, si algo caracteriza la política internacional de los Estados Unidos es su continuidad. Revísese la política internacional de los años que lleva Barak Obama al frente de la administración norteamericana y, se constatará que en nada se diferencia a la ejecutada, durante 8 años, por George W. Bush. La misma tiene, como fuente de sustentación, los principios establecidos en la “doctrina Monroe” y el “destino manifiesto”, por ello, no debe producir ninguna extrañeza la actuación del mandatario de la tierra del Tío Sam, en la VI Cumbre de las Américas. Actuación que no tiene otra intención que seguir manteniendo unos organismos internacionales que funcionen bajo los postulados de la guerra fría. Es por ello que, al igual que su antecesor, George Bush, el actual mandatario del imperio se ha planteado como norte impedir la consolidación de Latinoamérica y el Caribe, como una región libre y soberana.
4.- La Cumbre de las Américas debemos convertirla en un escenario para la confrontación, amplia y sincera, de los principales problemas que aquejan a la región, con miras a buscarle soluciones a los mismos. Hay que tener presente que Estados Unidos no cesara en sus pretensiones de consolidar el neoliberalismo como modelo de desarrollo en la región. La derrota de Mar del Plata no lo amilanará, no lo hará cesar en sus pretensiones hegemónicas. A este respecto, bien vale la pena tener presente que el Presidente Barak Obama, en Cartagena de Indias, dijo: “Espero que podamos reconocer esta enorme oportunidad que tenemos y la aprovechemos, y sé que lo empresarios que están aquí lo entienden, entienden que están en un nuevo mundo en el que tenemos que pensar con nuevas ideas”; en su intervención del sábado 14, habló de la “gran promesa” para el crecimiento de los negocios en las Américas y resaltó el hecho de que a partir de ahora le prestará mayor atención a la región; resaltó, asimismo la cooperación que EEUU brinda a la región, dijo que Estados Unidos y Latinoamérica mantienen “una de las relaciones comerciales más dinámicas del mundo”, destacó como un hecho sumamente importante el que América tenga “casi 1.000 millones de ciudadanos, casi 1.000 millones de consumidores entre nosotros, hay mucho que podemos hacer juntos”, reafirmó sus pretensiones de dominación cuando dijo que: “Es un momento de gran promesa para las Américas. Creo que si aprovechamos las oportunidades ante nosotros, continuaremos siendo socios económicos”.
5.- Debe tenerse presente que los países latinoamericanos y del Caribe, como lo señalan los informes de CEPAL, entre otros, viven una etapa de recuperación y crecimiento económico, de avance en la solución de sus problemas de injusticia e iniquidad social, una fase de apertura y redimensionamiento de la democracia. Razón por la cual, debemos avanzar en el diseño de un modelo de desarrollo que sea correspondiente con las realidades de nuestros países.
6.- Sin caer en triunfalismos exagerados, no hay duda que los resultados de esta VI Cumbre nos permiten afirmar que Estados Unidos ha sido colocado a la defensiva con respecto al tema de Cuba, frente a los demás países del hemisferio. No ha quedado duda, asimismo, que su visión imperial de las relaciones internacionales, basada en su supremacía como potencia hegemónica, lo conduce a reafirmar el mantenimiento y defensa de prácticas colonialistas como la que ejerce Inglaterra sobre las Malvinas. Ninguna sorpresa habría de producir su posición con respecto a la necesidad de abrir en el hemisferio una seria y profunda discusión sobre el tráfico ilícito de drogas y otros estupefacientes, Estados Unidos en la CICAD, organismo encargado de tratar el tema en la OEA, ha impedido siempre que el mismo se aborde de manera seria, no superficial.
Sugerimos:
1.- Tener presente que el gobierno de los Estados Unidos ante las sucesivas derrotas que ha venido sufriendo desde Mar del Plata, por la no aprobación del ALCA, como instrumento de “integración” para la dominación económica y política de la región, se plantee redimensionar la OEA, para oponerla a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (CELAC), a la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), entre otras. Por lo que, debemos cerrar filas en la CELAC en torno de la defensa de un proceso de integración cuyos principios sean los de la cooperación, solidaridad y complementariedad.
2.- Debemos devolverle a la agenda hemisférica, como asunto de primera prioridad, la lucha por la justicia social. No olvidemos que, entre los grandes logros que hoy exhibe nuestro país se encuentran los avances -en los más diversos sectores- del área social, las Misiones Socialistas son la mayor evidencia de ello. Venezuela, a través del ALBA, podría proponer en la próxima reunión de la CELAC que se realice una Cumbre extraordinaria para conocer los alcances de los países del hemisferio con respecto del cumplimiento de las Metas del Milenio, antes del 2015.
3.- Partiendo del supuesto de que la Cumbre de las Américas siga existiendo como foro hemisférico, debemos convertirla en un escenario en donde la discusión gire en torno de la formulación de un proyecto que apunte al establecimiento de un nuevo orden social, caracterizado por: el reconocimiento del ser humano como sujeto fundamental; en donde se reconozca la potencialidad de los movimientos sociales como elementos fundamentales del poder popular, en la determinación del nuevo tipo de sociedad; donde se produzca una transformación profunda de la economía, transitando de una economía con fines de lucro hacia una economía con sentido de justicia social; profundizar la ampliación de las estructuras gubernamentales y de organización social, con miras a transitar de una democracia representativa y partidocrática, hacia una cada vez mayor participación ciudadana, hacia una democracia participativa; en donde se reconozca la heterogeneidad cultural y la interculturalidad, como valores de lo cotidiano, de lo local, de lo que nos da identidad y define como pueblo.
4.- El establecimiento de un nuevo modelo de modernidad en la región, pasa por reconocer que ella es posible, si se avanza en la conformación de nuevas y mayores prácticas de democratización de la sociedad. En tal sentido, abrir una discusión en el hemisferio, a partir de estos principios, supone desterrar toda visión fatalista, de caos, de democracias limitadas, precarias. No, muy por el contrario, los latinoamericanos y caribeños estamos en condiciones de diseñar un nuevo tipo de democracia, radicalmente distinta a la democracia burguesa y partidocrática; una democracia que le devuelva, al ciudadano y la ciudadana, su condición de ser humano, que le garantice la libertad, la igualdad y la felicidad. Suena utópico, pero es posible.
Profesor ULA
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