¿Qué quieren oír hoy los españoles de la presidenta argentina?


Se preguntaron las «periodistas» argentinas Sylvina Walger y Laura Di Marco cuando les encargaron un libelo chismográfico para un suplemento común a muchos periódicos dominicales españoles. Las autoras empiezan por lo básico (la patada bajera de las mujeres): la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner es una acomplejada, su padre, o padrastro, que era gallego, ella lo borra de su biografía. Cristina 0 Periodistas 1.

Su matrimonio era un fraude y a lo más se asemejaba era a una sociedad mercantil limitada, en la que cada uno hacía lo que le venía en gana en materia carnal. A esto hay que añadirle alguna que otra cifra, como por ejemplo que a veces lleva 50.000 euros en joyas encima o una pincelada macabra: que su cáncer y su luto son un fraude populista para subir el gas, la electricidad y el mate.

Según el «reportaje» Cristina Fernández de Kirchner vive obsesionada con el lujo, especialmente bolsos, zapatos y joyas (especifican las marcas para agrandar el pecado) y por supuesto es nacionalista-populista xenófoba, razón por la que entendemos su fijación con las Malvinas (Falklands para las autoras les iba mejor) y su odio a Chile.

Se inventó un pasado de luchadora montonera para equipararse a algunos de los jóvenes que la siguen y al pasado de algunos de sus asesores que son hijos de desaparecidos. Tiene bipolaridad, razón por la cual si nacionaliza YPF está actuando su lado malo y, si la privatiza, actúa su lado bueno. 

Algunos de estos «importantes» descubrimientos, que sirven de alimento a la cada día más embrutecida masa española que lee, son justificados por el «agravio» que representa que Repsol deje de ganar lo que le da la gana, a costa de que los argentinos deban pagar por su petróleo el mismo precio que un suizo o un español. Al mismo tiempo un millón de españoles perdieron sus ahorros en bancos españoles con las llamadas «participaciones preferentes». Las autoras, para legitimar lo escrito, hacen un repaso no por las políticas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, sino por la «banda» de patoteros bienparecidos que llegaron al gobierno por ser amigos del hijo de Cristina, Máximo, y por ser aduladores con ella. Esto, en lógica aristotélica, se llama argumentum ad hominem.

Al hijo de Cristina, Máximo, lo presentan como indolente y corto mental, además de obeso (hoy es pecado ser gordo). No terminó la carrera de Derecho y sólo le interesa el fútbol, no tiene interés en la política y vive aislado en la Patagonia. Tiene problemas de oratoria y recibe clases particulares para mejorarla. Pero más adelante se desdicen, cuando afirman que Kicillof y otros, entran en política por el movimiento que Máximo funda, La Cámpora… ¿en qué quedamos? ¿no era un indolente futbolero? ¿Qué hace Máximo con Kicillof, premio extraordinario en la carrera de Economía?

A aquellos que rodean a la presidenta los describen en corto (mentalmente hablando). A Kicillof lo colocan estudiando alemán para leer El Capital en su versión original. Así, además de integrista-marxista, lo califican de retrógrado. A Amado Boudou de intrascendente, guitarrista de rock, y mentiroso. A Máximo, de bala perdida y a Eduardo “Wado” de Pedro, de «peligroso niño mimado».

Podrían darse una vuelta por el Estado español y escribir sobre la familia real y sus gobiernos. Lo escrito sobre los argentinos no llega a mal chiste.

xurxom@kaixo.com



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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

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