El general (r) español Vicente Díaz de Villegas es fiel reflejo de ese ejército. La prensa española lo calificaba como «hombre OTAN» y añadía que él mismo se consideraba un «legionario». El legionario-OTAN, a su salida de Venezuela, es retenido e interrogado por las autoridades de inteligencia venezolanas sobre sus actividades en el país y su profesión. Piensan que es periodista. Les enseña unos articulos de opinión en el periódico de extrema derecha La Gaceta; en uno de ellos culpa a Sadam Hussein de la guerra de Irak y apremia al mundo occidental a dar un mensaje «claro y contundente» contra Irán. Otro lo inicia con un rotundo: «Los medios son importantes pero es la voluntad de vencer la que es resolutiva».
En Nuestro hombre en La Habana de Graham Green un padre inglés abandonado por su mujer cubana, Jim Wormold, agobiado por las deudas y las malas ventas de las aspiradoras que vendía, entra en el servicio secreto inglés para poder darle a su hija habanera una mejor educación. Durante meses pasará planos e informes de «armas secretas» copiadas de planos de las aspiradoras que vendía, logrando así ser considerado por sus superiores en Londres como un informante seguro y cumplidor.
La mezcla que el general español en su laberinto hizo de etarras, amenazas, empresas aeronáuticas, periodismo, informes para empresas públicas, etc, me recordó al bueno de Wormold y sus aspiradoras. Un libro con más de 250 páginass, La hinteligencia militar, Sergio Pesutic 1986, fue un éxito de ventas, a pesar de estar en blanco.
El general, en España, fue interrogado por el CNI, el servicio de inteligencia estatal española, y no creyeron lo que contaba; ni interrogados ni interrogantes habían leído el libro de Pesutic.