Después del golpe de estado de Pinochet el 11 de septiembre de 1973, se desató una cadena continua de persecuciones en Chile.
Un cálculo conservador da cuenta de unos 2.000 desaparecidos en solo una semana y de más de 2000.000 Chilenos que dejaron el país huyendo de la masacre sistemática que llevaba a cabo el genocida Pinochet para fundamentar y asegurar su régimen sobre el terror.
Fue a partir de 1990 cuando se pudo comenzar a evaluar los resultados de la dictadura: la llamada Comisión de Verdad y Reconciliación -más conocida como Comisión Rettig- pudo compilar miles de testimonios y documentos sobre los muertos y desaparecidos. Posteriormente, entre los años 2003 y 2004 la Comisión sobre Prisión Política y Tortura -más conocida como Comisión Valech-, que conoció los relatos de las víctimas y los métodos que utilizaron los militares y agentes de la dictadura, completó parte del informe de sus predecesoras.
Una última comisión (conocida como Comisión Rettig) estimó en 2.279 el número de muertos o desaparecidos, pero un tercer grupo de trabajo, la Comisión de Reparación y Justicia, añadió una nueva lista de 899 crímenes, que elevó la cifra final de víctimas a 3.197.
Recién pudimos leer en las páginas de Aporrea el comentario de un cronista deportivo en Chile, quien entró a un estudio de televisión después que un fascista que organiza un homenaje a Pinochet declarara y exclamó “Esperemos que se disipe un poco el olor a azufre”
Esto es un indicativo de lo controversial que resulta todavía hablar de Pinochet en cualquier ámbito de Chile.
Y es que la herencia neoliberal del gobierno de Pinochet (que pontificó en la maldad por 17 años) permanece aún después del final de su mandato en 1990, tan es así que entre 1990 y el año 2010 la llamada Concertación Para la Democracia continuó promoviendo las políticas del dictador.
Su gobierno privatizó casi todas las industrias que fueron hechas públicas durante el gobierno de Allende, pero además, con el pretexto de que las Universidades públicas eran nidos de disidentes políticos, incrementó la creación de universidades privadas.
En este momento, el resurgir de las luchas Chilenas está liderizado por los estudiantes quienes aspiran lograr reformas a las leyes de la educación con el saldo de más de 700 escuelas ocupadas por participar en acciones de protesta.
Las universidades privadas Chilenas están entre las más costosas del mundo; una carrera puede costar $9.000 dólares anuales.
Justo ahora, cuando los estudiantes movilizan a la sociedad Chilena, un grupo de seguidores de Pinochet pretende realizar un homenaje al genocida.
¿Será una advertencia a los estudiantes de lo que puede sucederles si insisten en democratizar la educación y obviamente develar el carácter entreguista y neoliberal del sistema económico de ese país?
La solidaridad con Chile no se ha congelado en el tiempo, los hijos, hermanos, esposas esposos y nietos de los y las asesinadas y desaparecid@s claman justicia, tal como se comenzó a dar en Argentina con los crímenes de la dictadura militar .
Los venezolanos esperamos también que se haga justicia por todos los crímenes cometidos por los gobiernos del pacto de punto fijo... durante el gobierno de Leoni hubo 2.000 desaparecidos, sin contar los de los demás años de “democracia”, así que casi igualamos en mortandad a nuestros hermanos Chilenos...la solidaridad comienza en casa.
salud!!!
[1] Para las nuevas generaciones: Momios era el término como se identificaba a los enemigos del gobierno de la Unidad Popular del Presidente Salvador Allende
diegosilvasilva@cantv.net