Santos no podrá quitarse a Uribe de encima. Seguirá siendo una piedra en su zapato y en tanto no prosperen las cientos de causas que lo señalan como coautor de las barbaridades criminales del paramilitarismo en su país, no solamente cometidas durante los 8 años de sus dos presidencias (2002/2010), sino desde que ejerció los cargos de Alcalde de Medellín, Jefe de Aeronáutica Civil y Gobernador de Antioquia (década de los años ochenta), épocas esas que recuerdan sus muy estrechas vinculaciones con Pablo Escobar Gaviria, quien por cariño lo llamada Dr. Varito, allí seguirá haciendo de las suyas con el mayor apoyo del gobierno estadounidense.
Esa es una realidad a la que Santos tiene que acostumbrarse y de la cual no podrá abstraerse. Frente a la confesión reciente de Uribe que tuvo en sus planes bombardear a Venezuela, es muy poco lo que él puede hacer y menos desmentirlo, pues fue su ministro de la defensa y por ello debió conocerlos al detalle…
Santos sabe mejor que nadie, que el paramilitarismo no desapareció. Sólo que ha cambiado de nombre. Ahora se les llama Águilas Negras, Los Rastrojos, Los Urabeños y entre otros, el Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia (ERPAC). Igual ha sucedido con sus liderazgos de mando y los actuales, al igual que ocurrió con los viejos, hoy dizque muertos algunos y otros, entre rejas en USA (los Castaños, los Mancusos, Don Berna, Jorge 40, etcétera, etcétera), no han resuelto cambiar a Uribe como su Capo Mayor y por eso ni de casualidad se va a arriesgar a que algún sicario, de los cientos de miles que deambulan por las calles del vecino país y que muy bien sabe lidiar con ellos su hermano menor, Santiago Uribe, según lo informó el diario Washington Post (‘Colombian president's brother said to have lead death squads'.…), intente sacarlo del camino…
Así se manejan las cosas en Colombia. Toda esa realidad de “maravilla” es de muy vieja data; fíjense que la guerra interna con dos grupos guerrilleros, las FARC y el ELN, ya dura más de 50 años y en los últimos veinticinco, se calcula que han sido asesinadas, por la violencia política, algo más de un millón de personas, entre las cuales se cuentan cuatro candidatos a la presidencia (Carlos Pizarro, Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal y Alvaro Gómez Hurtado*), más de tres mil quinientos militantes activos de un partido político (la Unión Patriótica), una treintena de congresistas y alcaldes, no menos de 3.500 dirigentes sindicales, más de 150 periodistas (33 durante los gobiernos de Uribe) y, por si eso resultara muy poco, agreguemos que hoy Colombia ocupa el primer lugar en el mundo en número de desplazados, con 5,5 millones y le siguen después, la República de Sudán, Iraq, Afganistán, Somalia y la República Democrática del Congo (Colombia continúa al frente de los países con mayor número de ...)
Pero, qué paradójico…! Aquí, en nuestro país, esta oposición que tenemos pretende vender la matriz de opinión de que en Colombia se vive una vida paradisíaca, donde no existe un solo pobre y, además, que la paz y la felicidad brillan por doquier…
(*) Por cierto, éste último fue quizás el político que más propulsó la violencia en Colombia y fíjense, fue víctima de ella…
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