“Indiscutiblemente que la naturaleza tiene mecanismos fabulosos de equilibrio y de compensación en las personas.Entonces te digo: ni la salud, ni la muerte, ni la vejez me traen preocupación alguna… ¿Esta vez no me morí, ¿verdad?”
Una vez más el sentido táctico y estratégico de Fidel se puso en práctica después de un lapso considerable de silencio que motivó las más variadas conjeturas, fabulaciones y estentóreas opiniones de los enemigos en torno a las razones para ello. Algunas de ellas lindaban con la locura y la ridiculez. Pero en fin, ¡Así son ellos, los eternos abanderados del odio contra la Revolución Cubana, y se revuelven en su propio lodo!
Por eso, en el ajedrez político actual constituye un jaque mate la aparición del artículo de Fidel titulado Fidel Castro está agonizando, acompañado de varias fotos del líder de la Revolución. No podemos olvidar sus palabras de que la política tiene muchas más piezas y combinaciones que el juego de ajedrez.
También es cierto que en parte de la población cubana existían algunas preocupaciones y hasta necesidad de escuchar sus ideas a través de las reflexiones y contar con su presencia física a través de fotos o material audiovisual. Es un reflejo de lo que yo calificaría como una especial nostalgia fidelista. Pero nunca tales sentimientos han estado matizadas del morbo y, por otra parte, los cubanos han estado convencidos de que en cualquier contingencia, incluso la peor, la verdad siempre estaría presidiendo cada minuto de los acontecimientos. Y es que esto ha formado parte de la cultura revolucionaria cultivada con acendrado amor por Fidel en el seno del pueblo y del mundo. Cientos de hechos grandes y pequeños durante su vida, previos y durante su liderazgo como Comandante en Jefe de la Revolución Cuba, corroboran esta verdad irrebatible.
Y todo el mundo debiera conocer la consecuencia de principios que existe en Fidel y la Revolución Cubana en asuntos que son claves para la existencia de la Cuba revolucionaria y la credibilidad de los revolucionarios que la ennoblecen y son garantía de su continuidad histórica.
Cuando Fidel expresó sus ideas cardinales en torno a la verdad y la mentira, hizo una contribución extraordinaria a la ética del mundo frente a todos los sofismas, malabares y engaños practicados como una política oficial y que eran asumidos como una filosofía de la vida de los regímenes de explotación capitalistas. Y, a la vez, aportó una herramienta necesaria al mundo moral que debía sustituirlo ineluctablemente. Helas aquí:
"Nos casaron la mentira y nos obligaron a vivir con ella. Por eso parece que el mundo se hundiera, cuando escuchamos la verdad; como si no valiera la pena que el mundo se hundiera, antes que vivir en la mentira.”
Existe una combinación de honestidad y rebeldía en esta afirmación. Y es que para Fidel siempre ha estado presente, como parte de su carácter y temperamento excepcionales desde joven, y como parte del ejercicio de una praxis revolucionaria singular y trascendente, que se ha convertido en una filosofía de su vida, un sentido profundo del valor de la ética en el individuo y en el pueblo. De ahí su incansable labor de antes, después y ahora, de inculcar y transmitir esos valores, tantas veces negados, calumniados, vilipendiados y desvalorizados por toda la ralea reaccionaria, experta en el oficio de mentir en todos los momentos y de las más inconcebibles maneras.
Por eso hace ya mucho tiempo, Fidel confesó en una entrevista realizada en marzo de 1985 por personalidades norteamericanas, Mervin Dymally y Jeffrey Elliot.
“Yo creo que un revolucionario es lo que más se parece a Don Quijote, sobre todo, en ese afán de justicia, ese espíritu de caballero andante, de deshacer entuertos en todas partes, de luchar contra gigantes (…) que siempre está soñando con una causa noble que defender.
Yo creo que un revolucionario se identifica con el Quijote, cómo no, y muchas veces al revolucionario le dicen que es un Quijote. Las locuras del Quijote y las locuras de los revolucionarios se parecen, el espíritu se parece. Yo creo que es honroso para un revolucionario que lo comparen con el Quijote. A mí me gusta mucho ese personaje. Estoy seguro de que Don Quijote no habría vacilado en enfrentarse al gigante del Norte.”
Y en torno al transcurrir de la vida, partiendo del hecho de que nadie es eterno en este mundo, Fidel es abanderado de una filosofía de la vida que parecen no entender sus enemigos, que también lo son de Cuba y de otros muchos pueblos de este mundo convulso.
En la mencionada entrevista, Fidel Castro expresaba entonces sus valoraciones sobre el estado de salud, la vejez y la posible desaparición física:
“Porque yo también me pregunto eso: bueno, cómo andará mi presión arterial, cómo andará mi corazón, cómo he resistido tantos años. Creo que un elemento que me ha ayudado en este problema es la capacidad de abstraerme, la capacidad del buen humor, y poder apreciar el lado simpático, el lado cómico y hasta el lado ridículo de las cosas que nos ocurren. Eso me ha ayudado a resistir; puedo también agarrar un libro y no acordarme de ustedes hasta el otro día; entonces puedo hacerlo, moverme, cambiar de actividad. Puedo sustraerme perfectamente, es lo único que pueda explicar que se resista un tipo de trabajo intenso tantos años. Creo que me ayuda también la práctica de hacer ejercicios, me ayuda la práctica de ser moderado en la comida, y, en fin, me ayudó la naturaleza y también la suerte”.
“Yo creo que hace 20 años, 15 años, me preocupaba más la idea de que pasaran los años y se acercara la vejez. Indiscutiblemente que la naturaleza tiene mecanismos fabulosos de equilibrio y de compensación en las personas. Mientras más años pasan, menos me preocupo por la muerte y menos me preocupa la vejez: fíjese qué cosa más curiosa.
Digamos, ¿qué factores pueden contribuir a eso? Yo diría que hace 20 años, uno pensaba que necesitaba tiempo por delante para cumplir una misión, realizar una tarea. A medida que pasa el tiempo, uno va teniendo la sensación de que ya una gran parte de esa tarea que le correspondió en la vida está cumplida y que va quedando una obra detrás, entonces usted se angustia menos por la salud, por la vejez y por la muerte, porque va dejando aquello que se ha cumplido, la obra que tenía que realizar la ha realizado, la vocación y las aptitudes que alguien pudo traer consigo cuando viene al mundo en un momento en que pudiera tener alguna utilidad, han sido ejercidos, está uno más tranquilo, tiene mucha más tranquilidad. Entonces te digo: ni la salud, ni la muerte, ni la vejez me traen preocupación alguna.
La única presión que puedo sentir por eso, es la idea de que el tiempo hay que aprovecharlo mejor y hacer lo más que se pueda; si va quedando menos tiempo, hay que aprovecharlo mejor, porque sobre todo coincide con el período en la vida en que usted tiene más experiencia y puede ser más útil.”
Así que ya lo saben amigos y enemigos. Y como expresara Fidel hace años a sus interlocutores, hoy parece reiterar lo mismo: “Entonces te digo: ni la salud, ni la muerte, ni la vejez me traen preocupación alguna.” Y, por lo tanto, “Esta vez no me morí ¿verdad?”… “Planes para morirme, no tengo ninguno.”
wilkie.delgado@medired.scu.sld.cu