Su nombre es Marcos Camacho; se le conoce con el apodo de Marcola, y la sola mención de ese alias pone en alerta a policías, militares y gobernantes brasileños.
Está detenido -hace ya largos años- en un presidio de Sao Paulo, pero desde allí el año ha vuelto a ordenar a sus 'comandantes' desatar el infierno. A partir de ese momento, todas las ciudades brasileñas viven con el alma pendiendo de un hilo. Decenas de asesinatos a plena luz del día, asaltos violentos a bancos y locales comerciales, un centenar de buses de transporte público quemados en las calles, miles de brasileños huyendo a refugiarse en sus casas mientras la policía se bate a balazos con las bandas organizadas que bajan desde los 'morros' y favelas, es pan de cada día en el extenso litoral brasileño.
El país de la 'verde amarelha' es consciente de que ha nacido una nueva clase de pobres decidida a morir o matar, una clase de pobres armada hasta los dientes con tecnología de punta y sin miramiento alguno para usarla a destajo. Marcola es su líder indiscutido y Sao Paulo el centro de sus operaciones.
Muchos paulistas hubieron de vivir días enteros atrincherados en sus domicilios, escuchando el zumbido de motocicletas, balas y bombazos, percatándose que la policía era incapaz de poner atajo a asaltos diarios a automovilistas en pleno centro citadino, o ataques a cuarteles policiales que dejaban un par de cuerpos tendidos para siempre en las aceras, o incursiones a balazos en locales comerciales .el pánico reinó dos semanas en la ciudad más poblada de Sudamérica. Finalmente, las autoridades y los políticos hubieron de 'negociar' con Marcola para obtener -momentáneamente- cierta dosis de tranquila normalidad.
Lo que usted leerá a continuación es la traducción de la entrevista que el diario O'Globo realizó a Marcola, el año 2007, al interior del penal que se le asignó para cumplir sentencia, desde donde ordena a sus 'comandados' a cumplir irrestrictamente las órdenes del hampa brasileña es decir, a sus veinte o treinta mil seguidores que viven en favelas y que, dirigidos por delincuentes de alta peligrosidad, forman parte activa del ejército 'marcolense', ya sea de manera voluntaria o por temor a ser asesinados si intentan salir del círculo de maldad.
Las crudas y sicopáticas declaraciones del principal líder de la delincuencia brasileña mueven a la sorpresa y a la reflexión, pero especialmente señalan cuán inútiles, prevaricadores y deshonestos parecen ser los parlamentarios, las autoridades y los policías y militares de un país atrapado por la corrupción política que caracteriza al gigante de Sudamérica.
O'Globo (OG) : ¿Usted pertenece al PCC? (PCC: Primer Comando de la Capital, nombre que da Marcola a sus 'comandados').
Marcola (M): Más que eso, yo soy una señal de los nuevos tiempos. Yo era pobre e invisible ustedes nunca me vieron durante décadas y antiguamente era cómodo resolver el problema de la miseria el diagnóstico para ustedes era obvio: migración rural, desnivel de ingresos la solución nunca llegaba. ¿Qué hicieron? Nada. El gobierno y la prensa sólo nos hacían aparecer en los reportajes a los morros (cerros de las ciudades) o en las músicas románticas sobre 'la belleza de los morros al amanecer'. Ahora, estamos ricos con la multinacional del pueblo. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social. ¿Se da cuenta? Soy culto leí a Dante en la prisión.
OG: Pero, la solución sería .
M: ¿Solución? No hay más solución, compadre. La propia idea de 'solución' es un error. ¿Ya vio las 560 favelas de Río de Janeiro? ¿Anduvo en helicóptero por encima de la periferia de Sao Paulo? ¿Solución, cómo? Ella sólo sería posible con muchos billones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, con una inmensa voluntad política, con crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general; y todo tendría que ser bajo la batuta de una 'tiranía esclarecida' que saltara sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice (¿o usted cree que los 287 chupasangre van a reaccionar?; si pudieran, esos chupasangre se roban hasta el mismo PCC) y por encima del Poder Judicial, que es el que impide sanciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país, tendría que haber comunicación e inteligencia entre los policías (nosotros, en la prisión hacemos incluso 'conference calls' con 'soldados' que están alojados en otros centros carcelarios). Todo ello costaría billones de dólares e implicaría un cambio psicosocial profundo en la estructura del país. O sea, es imposible. No hay solución.
OG: ¿Usted tiene miedo de morir?
M: Ustedes son los que tienen miedo de morir, no yo. Además, aquí en la cárcel no pueden entrar a matarme pero yo sí puedo mandar a matarlos a ustedes allá afuera. Nosotros somos hombres-bomba. En la favela tengo cien mil hombres-bomba. Estamos en el centro mismo de lo insoluble. Ustedes en el bien y yo en el mal y, en el medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos otra especie, somos otros bichos, diferentes de ustedes. Para ustedes la muerte es un drama cristiano en una cama, con un ataque al corazón para nosotros la muerte es la cecina diaria envuelta en una bala. ¿Ustedes, los intelectuales, no hablaban de lucha de clases y decían al pueblo 'sea marginal, sea héroe'? Pues bien, llegamos, somos nosotros. Ja, ja, ja Ustedes nunca esperaron esos guerreros del pueblo, ¿no? Yo soy inteligente. Yo leo leí 3.000 libros y leo a Dante mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el total analfabetismo, diplomándose en las cárceles como un monstruo Alien escondido en las brechas de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. Nosotros estamos delante de una especie de post-miseria. Eso mismo. Una post-miseria genera una nueva cultura asesina ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis 'comandados' son una mutación de la especie social, son las semillas del gran error de ustedes.
OG: ¿Qué cambió en las periferias?
M: La 'grana' (la plata). Hoy nosotros tenemos plata. ¿Usted cree que US$40 millones no mandan? Con US$40 millones la prisión es un hotel, una oficina. ¿Qué policía va a querer matar esa mina de oro? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si un funcionario vacila, es despedido y metido al 'microondas' ja,ja,ja. Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos y burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros somos la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes van paso a paso. Nosotros estamos al ataque. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transforman en súper estrellas del crimen. Nosotros los transformamos a ustedes en payasos. A nosotros nos ayuda la población de las favelas, por miedo o por amor. Ustedes son odiados, son regionales, provincianos. Nuestras armas vienen de fuera, somos globales. Nosotros jamás nos olvidamos de ustedes, pues son nuestros caseros. Ustedes se olvidan de nosotros apenas pasa el momento de la violencia.
OG: ¿Qué debe hacer la sociedad entonces?
M: Voy a dar un ejemplo, incluso en mi contra. ¡¡Atrapen a los barones del pueblo!! Hay diputados, senadores, hay generales y hay incluso ex presidentes de Paraguay en las paradas de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata? No tiene dinero ni siquiera para el rancho de los reclutas. El país está quebrado, sustentando un Estado muerto con impuestos de 20% al año, y Lula aún aumenta los gastos públicos empleando 40 mil picapedreros. Estoy ahora leyendo a Iausewitz, 'Sobre la guerra'. Ustedes no tienen perspectivas de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras. Mis comandados, mi gente, tiene ya hasta cohetes antitanques para acabar con mi gente tendrían que lanzar una bomba atómica en las favelas pero además, mi gente acabaría fabricando también muchas 'umazinhas', esas bombas sucias .¿ya lo pensó? ¿Ipanema radioactiva?
OG: Pero ¿no habría solución?
M: Ustedes sólo podrían alcanzar algún éxito si desistieran de defender 'la normalidad'. No hay ya más normalidad. Ustedes precisan hacer una autocrítica de vuestra propia incompetencia. Pero voy a ser franco estamos todos en el centro de lo insoluble, sólo que nosotros vivimos de ello y ustedes ustedes no tienen salida. Ustedes son la mierda. No hay solución, ¿y sabe por qué? Porque ustedes no entienden la extensión del problema.
TODO LO escrito en este artículo pareciera corresponder a un guión cinematográfico, sin embargo la percepción interna que permanece es la de haber conocido y escuchado a un psicópata social, un sociópata casi demoníaco, en el que se combinan la intelectualidad y la maldad como una argamasa de cinismo y crueldad incontenibles.
Semejante monstruo, lleno de odio, se culturizó, es decir, se auto engendró. Un espécimen alienado digno sólo de ser mantenido largos años en una institución siquiátrica. Sin embargo, en beneficio de sus atenuantes, es válido afirmar que Marcola -y otros como él- se presenta cual producto de una sociedad consumista y ególatra, una sociedad que olvidó los valores esenciales de la humanidad trocándolos por un absoluto individualismo que permite 'perdonar y olvidar' los ilícitos y engaños cometidos por la clase política.
Muchas personas creyeron que estas declaraciones expresadas por Marcos Camacho (Marcola) el año 2007 al gigante de la prensa brasileña eran bravuconadas inútiles de quien deberá pasar el resto de su vida tras las rejas. Quienes así pensaron, una vez más se cometieron el error de menospreciar la capacidad de fuego y acción que caracteriza a la delincuencia brasileña, pues hoy, en pleno segundo semestre del año 2012, Marcola y sus "comandados" vuelven a meter en sus casas a los millones de vecinos de ciudades importantes, ya que asaltos a bancos y locales comerciales, enfrentamientos a tiros con la policía, e incluso lanzamiento de granadas, informan al gobierno central en Brasilia que la guerra ha recomenzado, y que la saga de ataques efectuados por el poderoso y temido PCC del hampa (Primer Comando de la Capital). Tiene como fin no sólo determinar propiedad de barrios y territorios sino, además, impedir la realización del Mundial de Fútbol 2014.
Es así que en metrópolis como Sao Paulo y Santa Catarina, el PCC ha asesinado a varios policías y a algunos familiares de estos, señalando con ello que lo aseverado por otro "coronel" hace algunas semanas se constituyó trágicamente en hechos concretos: "los policías saben que no deben enfrentársenos; si lo hacen, les aseguro que cobraremos venganza en sus familias independiente de la ciudad, sexo ye dad que los componentes de esas famitas puedan tener". Y lo están cumpliendo.
Aún más, por instrucciones de Marcola, algunos 'dirigentes' del PCC viajaron a Porto Alegre (estado sureño, que limita con Uruguay) procurando que el hampa local se asociara a ese comando criminal. Para buena suerte de los 'gaúchos' portoalegrenses el hampa de ese estado desestimó la invitación del PCC sin embargo, organismos de inteligencia policial brasileña creen que volverá a la carga para unir Rio Grande do Sul a las huestes del PCC, y la insistencia -siempre según 'inteligencia' policial- obedece a que Marcola y sus 'comandados' quieren 'exportar su estructura' a los países del cono sur.
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