Con la entrega, en el 2009, del premio el Premio Nobel de la Paz a Obama “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos” y este año, a la Comunidad Europea “por su contribución a la paz y la reconciliación, la democracia, y los derechos humanos en Europa”, parece completarse el reconocimiento a los principales instigadores y autores intelectuales de la violencia que azota en estos momentos a la humanidad.
No hace falta ser un genio para notar que la selección de los personajes a ser galardonados parecen responder cada vez más a una estrategia muy bien orquestada para legitimar, ante víctimas y ojos ingenuos, las licencias para matar de los capos y sirvientes del capital sionismo.
No es la primera vez que se desvirtúa este Premio creado por Alfredo Nobel para recompensara a “la personalidad que haya contribuido en mayor medida o mejor al acercamiento de los pueblos, la supresión o la reducción de los ejércitos permanentes, a la reunión o la propagación de congresos pacíficos”.
Ya se lo habían dado a Henry A. Kissinger , a Mohamed Anwar Al-Sadat, a Óscar Arias Sánchez y a Menájem Beguín, entre otros por sus imaginarias o más que dudosas contribuciones a la armonía mundial. Tampoco falta el cuadro de honor el inoperante mamotreto conocido como la Organización de Naciones Unidas, premiado “por su trabajo para un mundo mejor organizado y más pacífico” ¿incluyendo los aportes de la OTAN?.
Afortunadamente también hay que señalar que el manejo interesado del Premio ha merecido fuertes críticas por parte de la opinión pública y ha provocado fuertes reacciones adversas entre autoridades y expertos en paz y derechos humanos vinculados con su otorgamiento. Entre estos últimos destaca el jurista noruego Fredrik Heffermehl quien, en su obra La Voluntad del Nobel, critica el uso político que se está dando el Premio y señala que, en su criterio, el 45% de los premios otorgados después de 1945 son ilegales por no responder a los deseos manifiestos de su creador.
De seguir las cosas como van y de fracasar las autoridades suecas en la aplicación de r los correctivos necesarios, es muy probable que en los próximos años sean galardonados Netanyahu, las nuevas autoridades libias y los rebeldes sirios, por los crímenes cometidos en nombre de la paz, la democracia y la libertad.