Inquietud en la ultraderecha ante posibilidad de perder su ‘derecho a veto’

En los ‘santuarios’ empresariales derechistas y concertacionistas se susurra con temor esa posibilidad, la que abriría puertas a una Asamblea Constituyente

Arturo Alejandro Muñoz

EL ACTUAL escenario político comienza a mostrar ciertas malezas y hongos cuyas virtudes no son precisamente halagüeñas ni útiles para el sistema democrático. Más bien, parecen servir de anticipaciones a graves momentos. Quienes pasamos la curva del medio siglo de vida fuimos testigos de situaciones similares al iniciarse la década de 1970. Sabemos de qué se trata, y conocemos también la forma como se teje la maraña para cazar al país en sus hilos.

Esa “araña tejedora” no es otra que la ultraderecha, aliada –como siempre- al sector más predador del empresariado criollo y foráneo. Estos ‘socios’ poseen larga experticia en el tema sedición y golpismo. Haciendo uso de la genética aversión que una parte de la sociedad chilena tiene en relación al cambio y a la modernidad en serio, impidieron a sangre y fuego -muchas veces en nuestra Historia- que Chile avanzase y se desarrollara en democracia, en igualdad ante la ley y el Estado, y respetando a ultranza las decisiones desglosadas de la soberanía popular. Hoy vemos cómo algunos sectores fundamentalistas del conservadurismo resurgen desde las cenizas en las que les había sumido el plebiscito de 1988 (el del Sí y el NO), y lo hacen con renovadas energías gracias a la pusilanimidad enfermiza de los gobiernos post dictadura, quienes privilegiaron el laissez faire y los acuerdos comerciales por sobre la justicia verdadera, con lo cual decenas de torturadores, complotadores y delincuentes políticos –que habían ‘reinado’ en la época totalitaria- se presentan ante el electorado y la sociedad civil cual si fuesen respetables políticos demócratas interesados en el bienestar del pueblo.

Hubo un momento –de levedad absoluta (así lo entiendo hoy)- en el que mucha gente creyó que las tiendas partidistas que conforman el actual bloque político gobernante habían, por fin, evolucionado hacia la democracia institucional. Craso error, pues a poco avanzar la actual campaña presidencial y parlamentaria –que tendrá su punto cúlmine en noviembre próximo- algunos destacados dirigentes de los partidos derechistas no desperdiciaron tiempo -ni ocasión- para dejar caer sobre la sociedad chilena ‘pincelazos recordatorios’ de aquellos años siniestros, en los que muchos de ellos participaron como coadyuvantes, o como simples pero dañinos “torcedores” pinochetistas, si se me permite un término futbolero brasileño.

¿Cuál fue el punto de inflexión, o el hecho ‘bisagra’, que me hizo dudar nuevamente de las verdaderas intenciones de esos sectores talibanes de la ultraderecha empresarial? Abusando quizás de mi olfato político llegué a la conclusión que la sumatoria de vergonzosos ‘patinazos’ dados por INE, CENSO, CASEN, SII y Contraloría, arrojaba un resultado de negra prognosis: tales sectores nos están avisando que si en noviembre los guarismos electorales les son muy negativos, debemos prepararnos para un gran engaño, una enorme manipulación de datos y cifras, o simplemente ser víctimas de asonadas y, tal vez, de un intento serio de “cocinar” los guarismos electorales de noviembre y, si ello no resulta, ¡golpe de estado!

Lo anterior no es un despropósito ni una exageración. El ex general Juan Emilio Cheyre, hoy Presidente del Consejo Directivo del SERVEL, en entrevista concedida al canal de televisión CNN Chile demostró cuán ignorante es en materias electorales. Se hizo un entero nudo al momento de explicar qué se considera voto nulo, y cuál es el voto objetado. La guinda de la torta fue el momento en el que confesó no saber cuántos chilenos que moran en el extranjero habían solicitado inscripción. ¿Un desastre? Claro… un desastre, pero también un evidente peligro para la credibilidad que ese servicio debe otorgar. Por ello no debe considerarse una alharaca sospechar que luego de los datos amañados por el INE, el Censo y la encuesta CASEN, exista la posibilidad concreta de que en noviembre los resultados de los comicios también sean “manejados”, más aún al confirmarse que en SERVEL hay seiscientos mil personas inscritas pero que están fallecidas. Ese número es un bocado tentador para meter baza en él y desbalancear cualquier resultado.

Volviendo al tema de las elecciones y la posible sedición, ¿cuál podríamos, entonces, considerar como resultado electoral ‘muy negativo’ para que esos poderosos grupos de capitalistas revuelvan gallineros militares? Perder la elección presidencial (lo que hoy día parece asunto seguro) les dolería intensamente, pero no lo suficiente para activar sediciones. En cambio, una paliza en los comicios parlamentarios que incluso derribe el “poder de veto” que aún mantienen en el Parlamento, sería, ¡cómo no!, la chispa que requerirían para reiniciar sus actividades sediciosas y golpistas, reuniéndose en secreto con generales y almirantes, visitando la embajada norteamericana de manera continua, viajando a Washington para conseguir el visto bueno de los muy ‘democráticos’ gringos a objeto de castigar a Chile y su pueblo, usar y abusar de la prensa que poseen y administran, atemorizar a la gente con alzas de precios, desaparición de mercaderías, y el largo etcétera que los mayores de 50 años conocemos perfectamente.

Es el momento de exigir a los candidatos presidenciales, y a los postulantes a curules en la Cámara de Diputados y en el Senado, una declaración oficial respecto a respetar la democracia sea cual sea el resultado electoral en noviembre. Y si los derechistas pierden incluso el porcentaje de sufragios que les ha permitido hasta hoy mantener un clasista veto en el legislativo (con el cual mantienen el lucro en la educación, el binominal y la Constitución totalitaria), la única forma de creerles sus declaraciones de amor a la democracia y a la libertad, sería mediante la protocolización -ante notario- de un compromiso de irrestricto respeto a la institucionalidad y al país…lo que en castellano simple debe entenderse como un gran NO a la sedición, al clasismo y al totalitarismo.

Lo mismo es exigible para muchos parlamentarios y dirigentes de la Concertación respecto a la estructuración de una Asamblea Constituyente, la cual día a día recibe más apoyo ciudadano, lo que de seguro será un grito nacional a todo pulmón dentro de uno o dos años, ya que el rechazo al actual bicameralismo no puede ocultarse con un simple berrinche, como el del señor Camilo Escalona, quien peregrinamente pretende mantener el actual sistema porque en él (y sólo en él) puede seguir usufructuando de indignos acuerdos y traiciones a destajo. Escalona –y quienes en estas materias piensan como él- tiene claro que con una Asamblea Constituyente se termina, de un paraguazo, el actual bandidaje que colma nuestras instituciones esenciales.



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Arturo Alejandro Muñoz


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