Después de Simón Bolivar fue Hugo Chávez quien más quiso a Colombia; a la sazón entonces, Santander, y ahora Uribe, quienes más odiaron y odian a la Colombia de nuestros mejores afectos, copan la escena.
De Santander provino Uribe y de Uribe, Santos; así como de Bolivar provino Chávez y de Chávez, Maduro.
Santander, Uribe y Santos son íconos de la pestilente oligarquía guerrerista; mientras que Bolivar, Chávez y Maduro constituyen baluartes de redención social y de paz.
Esa rancia saga colombiana a la que pertenecieron y pertenecen Santander, Uribe y Santos -por sólo citar el ABC de tal oligarquía chupasangre- dispuso echarse a la bartola en brazos del imperio gringo y, darles las nalgas.
Ahora prefiero no citar a Miranda e inclusive ni al Libertador Simón Bolivar respecto a Colombia, sólo quiero citar -por lo pertinente- a Santos Calderón y a Maduro Moros, presidentes de Colombia y de Venezuela.
Santos -discípulo de Uribe- se equivocó con Maduro -a su vez, discípulo de Chávez- cuando éste le leyó la cartilla.
Sí Maduro cierra la frontera Venezuela-Colombia, es seguro que Santos se caga en la hostia y pide cacao; no obstante, Santos se la echa de sapo rabúo y hostiga a Venezuela; pero, no olvidemos, Chávez amó a Colombia.
Colombia libre y en paz fue objetivo supremo del Libertador Simón Bolivar y, en consecuencia, Chávez, que asume el legado histórico del Libertador, ni vaciló un instante en echarse encima esa tarea, es por lo que él procuró, de frente, la paz colombiana pero, no pudo.
Ya hablaremos de por qué.
Mas, ahora Colombia está lejos muy lejos de Chávez, lo que no es el quid de la cuestión sino que, con Santos, Colombia está en manos de Uribe Vélez, lo que quiere decir, en manos de Santos.
¡A buen entendedor pocas palabras bastan!
oceanoatlanticoguillermo@gmail.com