Ante fuerte aroma a derrota electoral la derecha chilena reinicia ‘campañas del terror’

Los datos duros y los fríos hechos demuestran que la derecha y sus aliados más cercanos han entrado en etapa de franca desesperación debido a una más que probable derrota electoral en los comicios de noviembre

Arturo Alejandro Muñoz

El juego de la democracia es, para muchos actores políticos, sólo eso: un juego… pero un juego en el cual no es dable perder, sino solamente ganar. Así parece ser el pensamiento de la derecha chilena, aquella facción de la política emanada de los negocios y la banca, esa misma que gusta ser considerada “centroderecha” para no asustar a los votantes que podrían recordar sediciones, asesinatos, torturas y prohibiciones, que son, a la postre, el principal manjar con el que se alimenta el fundamentalismo conservador.
“El estado soy yo”, gritó alguna vez el muy absolutista monarca francés Luis XIV. “En mi imperio nunca se pone el sol”, había asegurado el soberbio rey español Carlos I (Carlos V en Alemania). "Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio". Lo dijo hace más de un siglo Eduardo Matte Pérez, bisabuelo de Eliodoro Matte Larraín, actual mandamás de una de las pocas familias que continúan controlando el grueso del Producto Interno Bruto (PIB) de Chile. “No gobierno escuchando la voz de la calle”, aseguró hace pocos días el presidente Sebastián Piñera. “Si llegase a estructurarse una Asamblea Constituyente, sería más que probable que las fuerzas armadas salgan de sus cuarteles”, insistió en sus columnas mercuriales el ultra conservador y pinochetista Hermógenes Pérez de Arce.
Y de variados sectores del bloque gobiernista han surgido frases amenazantes, como: “en la Concertación quieren reeditar la Unidad Popular”; “debido a los programas de algunos candidatos ‘de izquierda’, “los inversionistas extranjeros podrían irse de Chile y el desempleo aumentaría de forma considerable” (lo aseguró el actual ministro de Hacienda, Felipe Errázuriz); “una reforma tributaria condenaría a este país al desempleo y a la hambruna por desabastecimiento”; “cambiar la actual Constitución frenaría drásticamente el desarrollo y atentaría contra la paz de la que hemos gozado estos años”, etc., etc.
Aquí y acullá la derecha es –y ha sido- siempre la misma. Clasista, totalitaria, expoliadora. En el caso chileno, que es aquel que preocupa -ya que nos encontramos próximos a una nueva etapa de comicios presidencial y parlamentarios-, opiniones como las mencionadas en el párrafo anterior requieren una severa reflexión y obligan a señalarlas como signos de desesperación derechista, puesto que si bien hay clara conciencia en las mesas directivas de RN y UDI respecto a la inminente derrota en la elección presidencial, el temor mayor (ergo, el verdadero) se circunscribe a lo que pueda ocurrir electoralmente en los comicios parlamentarios, donde cabe la posibilidad que la coalición oficialista pierda el derecho a veto, lo que por cierto significaría para ese sector una tragedia de proporciones catastróficas. Entonces, surgen las amenazas…
Y con ellas surge también la ‘campaña el terror’, método que la derecha latinoamericana considera eficaz ya que en épocas pretéritas le vino como guinda a la torta. Recordemos lo acaecido en nuestro propio país la década de 1970, cuando hubo incluso sectores auto bautizados como “cristianos y demócratas’ que se plegaron al infundio conservador para provocar pánico económico y político en millones de chilenos, con lo cual se preparó el terreno para el genocidio que tres años después cometerían contra el país y su gente.
No obstante, esta vez la derecha y sus aliados cambiaron el estilo y la forma, ya que se percataron de cuán poco éxito obtenían en la sociedad civil amenazando con un “regreso a la Unidad Popular” si RN y UDI perdiesen la presidencia de la república. Poca duda cabe que en esta ocasión han sido los ‘aliados’ (o ‘mayordomos’) de la derecha quienes diseñaron las nuevas campañas de pánico masivo, infundios y mitos al por mayor, destinados, ciertamente, a impedir que la ciudadanía (y en especial la juventud) aviente de una plumada al duopolio sacándolo de la casa de Toesca, de las carteras ministeriales, intendencias, embajadas y servicios públicos.
La derecha –siempre con notorias carencias en la creatividad- optó por repetir añosas y gastadas consignas anticubanas y anti izquierdistas, lo cual, definitivamente, no le dio el fruto que deseaba. Por ello recurrió a sus ‘aliados’ de antaño, los que hace varios calendarios iniciaron una persistente y falaz campaña contra todo lo que ocurriese en países verdaderamente libres e independientes, como Venezuela, Bolivia y Ecuador… e incluso Argentina y Brasil. Día tras día, en la prensa escrita, en la televisión e incluso en muchas radioemisoras, esos ‘aliados’ derechistas (quizás, algunos de los mismos que en 1988 se encargaron de construir la publicidad para la campaña del ‘NO’ en aquel histórico plebiscito) edificaron un andamiaje de mentiras y mitos destinados a obnubilar la información objetiva y, de hecho así fue, construir una falsa realidad paralela con la que se engañó a los chilenos presentándoles datos, estadísticas y acciones que no correspondían a la objetiva situación vivida en esas naciones hermanas.
Aprovechando “el vuelito”, conservadores y mayordomos fueron más allá de lo deleznable –cayendo ya en territorio del antipatriotismo- falseando cifras de documentos vitales para la nación, como la CASEN y el propio Censo, así como también prostituyeron documentaciones atingentes al cuidado y preservación del medio ambiente, para, de ese modo, mentirle al país diciéndole que los organismos pertinentes autorizaban inundar valles, destruir glaciares y arrasar bosques, todo ello en beneficio de nuevos y jugosos negocios para los consorcios que se adueñaron de Chile con el apoyo y vista gorda de quienes hoy, una vez más, pretenden embaucar al electorado presentándose como “demócratas ypatriotas”.
Es así que ante el rechazo de tales mentiras exteriorizado por millones de chilenos –lo cual puede redundar en una paliza electoral- los sectores de agiotistas políticos, y vende patrias asociados, juegan hoy las cartas no ya de simples amenazas sino, tal vez, estén mostrándonos sus verdaderas intenciones sin temor a consecuencias negativas, pues confían a ojos cerrados en lo que ellos creen que es una característica del pueblo chileno convertida en idiosincrasia: su pasividad.
No obstante, la Historia también está construida a partir de errores. Este podría ser uno de los más gruesos (y significativos) que cometiesen los administradores del establishment actual, ya que han hecho ingentes esfuerzos por soslayar la fuerza de las movilizaciones sociales de pobladores y estudiantes, haciendo también un pésimo análisis de lo que viene ocurriendo en países como España, Grecia, Portugal, Turquía y Brasil. ¿O esa confianza de la derecha se basa y sustenta en la certeza de que podrá, de nuevo, sacar de sus cuarteles a las fuerzas armadas para que estas defiendan los intereses de quienes han vendido y destruido los recursos naturales del país?
Al menos, así lo piensan y afirman conocidos talibanes pinochetistas y totalitarios, como Hermógenes Pérez de Arce y sus amigos dueños de una poderosa cadena de prensa, la cual en gran medida ‘pautea’ el accionar de dirigentes políticos fundamentalistas y de empresarios predadores.


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Arturo Alejandro Muñoz


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