La humanidad experimentó una gran tragedia un poco antes de la llegada del nuevo siglo XXI cuando vio colapsar en 1991 -y casi sin resistencia- el campo socialista y el poder soviético. El nuevo siglo arrastraba consigo un inmenso problema. Luego de aquel trágico evento, el equilibrio mundial que imponía la existencia de la URSS se había roto y todos los países del mundo quedaron a meced de las hienas estadounidenses, de sus aliados sionistas y europeos. La plutocracia mundial pretendió imponer su hegemonía a todos los pueblos y teniendo las vías libres para este propósito. A partir de entonces, la barbarie capitalista comenzó a percibirse con mayor crudeza y las guerras comenzaron a plantearse como “infinitas”, pues los halcones construyeron rápidamente a su nuevo enemigo que llamaron “terrorismo”. Y como no fue suficiente, contra aquellos Estados que mantuvieron o levantaron banderas de soberanía y dignidad los estrategas imperiales han venido orquestando toda una campaña de “golpes suaves”, golpes de Estados y guerras mercenarias.
Muchos de esos gobiernos tildados de “forajidos” y “antidemocráticos” por los Estados Unidos terminaron siendo agredido bajo el pretexto de la “responsabilidad de proteger”.
Los derechos humanos, los innumerables acuerdos internacionales y la carta de Naciones Unidas quedaron rotos instantáneamente luego de aquel penoso suceso. Muy temprano los halcones imperiales quisieron probar su fuerza y ajustar cuentas con Yugoslavia, único país de Europa que se resistía a los cambios que afectaban a toda la región y a las exigencias estadounidenses que pedían doblegar su soberanía por la fuerza. Así que violando las disposiciones del propio Consejo de Seguridad de la ONU, las hienas se estrenaron haciendo uso de la OTAN contra el pueblo yugoslavo. Desde aquel duro momento, el belicoso organismo imperial que había sido creado para contener a la Unión Soviética había comenzado a actuar dentro y fuera de Europa para imponer los intereses de la plutocracia mundial. Afganistán, Irak y Libia.
Hoy las hienas estadounidenses y sionistas han salido a la casa de su nueva presa Siria. La campaña de bombardeos “humanitarios” que han planificado los halcones contra los puntos neurálgicos de las Fuerzas Armadas sirias persigue socorrer a sus perros takfiristas (Al-Qaeda) que han sido derrotados en el terreno militar. El falso pretexto de las armas químicas ha sido el más idóneo para el caso sirio. El pretexto para Irak fue las supuestas armas de destrucción masivas que nunca encontraron.
Siria ha sido un histórico aliado antes de la Unión Soviética y hoy de la Federación Rusa. Importantes intereses geopolíticos, militares y comerciales unen a esas dos naciones. Hoy no existe la URSS y un Kruchov dispuesto a zapatear nuevamente la mesa para amenazar a las potencias arrogantes que pretenden agredir a Siria. Pero tampoco se encuentra el borracho Boris Yeltsin dirigiendo los destinos de la gran nación rusa.
Rusia está a tiempo de mostrar al mundo que ha resurgido como poder mundial y ha superado la traición de su vieja dirigencia política. De no hacer nada el líder ruso Vladimir Putin por su aliado en Siria, el Presidente Bashar Al Asad, estaría dando una clara señal de debilidad al resto de sus aliados que traería graves consecuencias para su liderazgo.
¿Hará algo Vladimir Putin por defender los intereses rusos y a sus aliados de la región? ¿Estará Rusia dispuesta a perder su liderazgo en la región por algunos mezquinos intereses económicos estadounidenses?
Espero no se equivoque.