Michel Bachelet ha ganado las elecciones presidenciales en Chile. Un triunfo pírrico, por una abstención del 60%. La mayoría de los chilenos, al parecer, no se sintió atraída por ninguna de las dos candidatas. La Bachelet y la Matthei; la primera por el partido socialista chileno y la segunda en representación de la derecha de Piñera y Pinochet, sintieron el castigo del electorado.
Fue así porque ambas, en buena medida, representan los intereses más conservadores del país austral. La Bachelet, en su ejercicio presidencial anterior, pasó por el Palacio de la Moneda, el mismo donde se inmoló el gran Salvador Allende, sin pena ni gloria, pese que le tocó vivir un momento importante de la historia de América Latina, cuando en Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay y Venezuela, ascendía el movimiento popular y se impulsaban medidas de claro y definido corte popular y antimperialista. Hizo todo lo posible por mantenerse a buena distancia del presidente Chávez y marcar una fuerte señal para que los gringos la aceptasen y no la percibiesen “contaminada”.
Por eso, el pueblo chileno que no vio en la Matthei sino a la representante del pinochetismo y el mediocre gobierno de Piñera, tampoco se vio representado y atraído por la señora Bachelet. En ello está la causa de esa abstención alarmante que da inicio a un gobierno débil y hasta cuestionable.
Pero si eso es lamentable, también lo es la opinión y lo propuesto por Camila Vallejo, la muy joven ex dirigente del movimiento estudiantil chileno que se lanzó a la calle a protestar por las políticas reaccionarias de Piñera, a favor de la educación popular y pública, recientemente electa diputada en representación del Partido Comunista chileno, el mismo en el cual militó hasta su muerte Pablo Neruda.
Olvidó la Vallejo que ella se convirtió en figura política, liderando a multitudes de estudiantes que se sintieron desasistidos y hasta reprimidos en todos los sentidos por el gobierno de Piñera. Esos estudiantes y ese pueblo, aspiran cambios profundos que no esperan de la Matthei y tampoco de la señora Bachelet. Por eso la abstención.
Pero ante los hechos, la ahora diputada Camila Vallejo, declara como culpando al pueblo, considerando sus potenciales votantes como incursos en un delito y un acto desleal; más o menos lo mismo que aquí dijo Capriles el 8D en la noche, cuando se enteró de los resultados electorales de unas elecciones que él y los suyos asumieron como si fuese un plebiscito. Pero Capriles, no sólo es de derecha; lo es de la más extrema y primitiva. Y siendo las nuestras unas elecciones municipales la cifra de votantes llegó al 60%, lo que bastante alta.
Como la Ley chilena no contempla el acto electoral como obligatorio, la diputada pide que se modifique para que se sancione a todo aquél que no vote. Pero llegó a más; propuso una sanción, así como para empezar, que a quien no vote se le retire del registro electoral; es decir, se le niegue un derecho universal y hasta sagrado, el cual ejerce o no, es su voluntad.
Si tal proposición proviniese de la derecha no habría motivos para alarmarse, escribir esto y hasta no sería nada noticioso, pero si cuando la hace una joven dirigente estudiantil, hasta hace poco en las calles de Santiago arengando al movimiento popular descontento, irreverente y, para más, siendo ella militante del Partido Comunista.
El pueblo tiene derecho a votar y no hacerlo. Esta es una forma de protestar y dejar sentado su inconformidad. Son los políticos, desde el gobierno o la oposición, quienes están obligados a sintonizarse con él y hacerle sentirse representado. En Chile, por lo sucedido, a quienes debería castigarse es a los políticos y exigírseles que cumplan con su responsabilidad y sobre todo que trabajen, luchen, construyan en favor de las multitudes para que estas sientan deseos de seguirles.
Los políticos chilenos, sobre todo los que uno piensa deberían tremolar las banderas del pueblo, harían bien en mirar las figuras y firmeza de hombres como Evo Morales, Lula, Rafael Correa, Pepe Mujica y el insigne Hugo Chávez, quienes llevan a multitudes a votar hasta en contra de ellos.
Si supieras Camila, que justamente por esas cosas malas, el pueblo se decepciona, opta por no votar y hasta, para decirlo como una vieja canción, “se alejan de ti”.
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