América Latina y Estados Unidos: apoteósica desconfianza

 Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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El año 2013 fue extremadamente dañino para las relaciones entre los países de América Latina y Estados Unidos. Las revelaciones de Edward Snowden demostraron que en el Hemisferio Occidental, Washington está tratando de aplicar solo las normas dictadas por él.

Empleando programas de espionaje tales como Prism, Boundless Informant y otros, la inteligencia norteamericana recolecta informaciones estratégicamente útiles a través del continente suramericano, información que emplea para asegurar la efectividad de su política en la región.

No necesita explicación eso que el conocer los planes y las intenciones de sus socios y de sus rivales, permite a Washington calcular su estrategia, desarrollar planes, trabajar proactivamente y lograr éxito en diferentes situaciones, incluso en aquellas que son críticas.

El imperio no confía en sus socios y muchos menos en los “regímenes hostiles”. Los aliados tradicionalmente sumisos o más exactamente satélites, están sujetos a su total control. En este grupo se incluye a Costa Rica, Honduras, Guatemala, Panamá, Belice, la República Dominicana y Paraguay –aunque estos no son todos. Los “Controladores Imperiales” prestan especial atención a los grandes países de América Latina, México, Brasil y Argentina.

Las acciones preventivas para evitar situaciones conflictivas con ellos están en el centro de la atención en Washington. Las razones son muy claras: Estados Unidos tiene importantes problemas no resueltos, primero y principal, neutralizar la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América, ALBA; a la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR; a la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, CELAC y otras alianzas que no incluyen a Estados Unidos. La mera existencia de estos bloques ilustra la falta de confianza de los latinoamericanos en la capacidad de Estados Unidos para implementar programas que sean ventajosos para la región latinoamericana.

Durante la última década la posición geopolítica de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental se ha debilitado notoriamente. Colosales recursos financieros y militares han sido invertidos en asegurar la hegemonía norteamericana en otras regiones del mundo –Afganistán, Irak, África del Norte y el Medio Oriente. La efectividad de esos esfuerzos es altamente dudosa. En los próximos años se verá si Estados Unidos y la OTAN serán capaces de mantener su presencia en los territorios conquistados y continuar “su expansión” hacia el Este. No obstante, y a pesar de todo, las ambiciones imperialistas de Estados Unidos no tienen límites. Tanto Moscú como Beiyín tienen una idea clara de lo que Washington está planeando para la etapa final de su “marcha hacia el Este.” Otras capitales del mundo también comprenden la causa fundamental norteamericana.

En América Latina resultan evidentes los efectos colaterales negativos de estas expediciones imperiales. La desconfianza en lo que busca Washington está en aumento. Persistentes preocupaciones se están manifestando en el sentido que la meta final de los “grupos extremistas imperialistas” actualmente en el poder en Estados Unidos es establecer la dominación mundial empleando, si es necesario, la fuerza bruta para reprimir cualquier forma de resistencia. La militarización del Departamento de Estado resulta sumamente obvia.

Muchos de sus empleados han hechos cursos de instrucción en colegios e institutos militares, han realizado trabajos de campo en zonas calientes alrededor del mundo, desde Libia hasta Afganistán o en funciones combinadas diplomáticas y militares de inteligencia antes de ser asignados a puestos importantes en países latinoamericanos. El Pentágono cuenta con abundante información acerca de un futuro teatro de acciones militares. El Comando Sur de las fuerzas armadas de Estados Unidos está sistemáticamente reforzando sus infraestructuras en la región –bases aéreas y navales, aprovechando cualquier pretexto posible, desde la lucha contra el terrorismo hasta campañas de vacunación a las poblaciones locales.

Washington está interesado en mantener puntos de tensión en América Latina. Por ejemplo, la reconciliación entre las partes en guerra en Colombia se considera extremadamente indeseable para el gobierno de Obama. Los representantes norteamericanos asumen una postura hostil hacia las negociaciones entre el gobierno de Juan Santos y los delegados de la guerrilla de las FARC que se están llevando a cabo en Cuba. La reconciliación podría significar la liquidación de siete grandes bases militares en Colombia que los estrategas norteamericanos planean utilizar contra los “regímenes populistas” en Venezuela, Ecuador y Nicaragua como también contra Cuba. Recientemente expertos en política evaluaron publicaciones en los medios acerca de la labor de inteligencia norteamericana que trabaja estrechamente con el ejército colombiano con el objeto de discernir los grupos guerrilleros de las FARC y ELN como una provocación que apunta a descarrilar las conversaciones de paz. Los artículos revelan en detalle cómo la CIA la NSA y la inteligencia militar contribuyeron a la eliminación física de los jefes guerrilleros, incluso participaron en la organización de los ataques en la zona fronteriza con Ecuador.

El gobierno de Obama está acelerando sus esfuerzos para fortalecer la denominada Alianza del Pacífico, la cual incluye a México, Perú, Colombia y Chile. Costa Rica recientemente se hizo miembro de la Alianza. No cabe duda que el carácter subversivo de Alianza, que fue establecida el mes de junio del 2012 está dirigido contra los gobiernos de Brasil, Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia. Algunos expertos creen que está dirigido hacia la neutralización del ALBA, mientras que otros creen ver en ella un designio anti brasileño.

Washington ha empleado energía y recursos en la sincronización de actividades de los regímenes del continente que están bajo su control y han creado una versión miniaturizada del mercado panamericano que ingresó a la historia bajo el nombre de Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA. Este proyecto norteamericano fue rechazado en la Cuarta Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina el año 2005 a través de los esfuerzos de los presidentes Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales y otros.

Brasil sigue con mucha atención el sesgo hostil de la política norteamericana en el continente. El gobierno de Dilma Rousseff todavía no recibe una disculpa de parte del gobierno de Obama por las actividades de espionaje de la NSA y la CIA contra Brasil. Rousseff canceló su visita de estado a Washington y algunos proyectos que eran prometedores para Estados Unidos, fueron redimensionados y algunos acuerdos bilaterales en los campos de seguridad y cooperación militar y policial están siendo reconsiderados. En el área de la cooperación armamentista, Brasil ya tomó una decisión final respecto de la adquisición de aviones de combate para su fuerza aérea, rechazando el avión de combate de multipropósito Super Hornet de la Boeing norteamericana. Se impuso la empresa sueca SAAB. Se espera que el contrato por la suma de 4,5 mil millones de dólares para la entrega de 36 aviones de combate Gripen sea firmado durante el año 2014 luego de haber alcanzado acuerdos en cuanto a las condiciones técnicas y financieras. El primer avión llegará a Brasil a fines del 2018.

Una consecuencia de la creciente desconfianza hacia Estados Unidos es el incremento de las actividades de países tales como Rusia, la India, Irán y especialmente China en el continente suramericano.

Cada vez hay más síntomas en el sentido que el siglo XXI será el siglo del “avance chino” en el Hemisferio Occidental considerando los enormes recursos que los chinos ya están invirtiendo en el desarrollo de las economías nacionales de América Latina. Electricidad, petróleo, minería, electrónica, infraestructuras de transportes, industrias de la defensa –los chinos de manera persistente están vulnerando los santuarios de los negocios norteamericanos. Un aspecto simbólico de esta penetración china es el lanzamiento de satélites de investigación y comunicaciones para países latinoamericanos. China avanza en un frente amplio en América Latina. Muchos creen que esto es indetenible.

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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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