Colombia: El "Santo" por patear la mesa de paz

Era de esperarse que el presidente colombiano Manuel Santos, una vez reelecto, se inclinara por patear la mesa de diálogo por la paz establecida en La Habana-Cuba.

Al parecer, si se examinan sus discursos, sus iniciativas y sus debilidades frente al canalla de Uribe Vélez y la extrema derecha, las señales en esa dirección van creciendo.

No olvidemos que pese a su acomodado lenguaje pro-paz, de factura previa a los comicios presidenciales y generales, Santos fue un cruel ministro de la guerra sucia.

  • SIMULACIÓN UTILITARIA Y TRAMPA ELECTORAL.

Siempre se sospechó que ese nuevo tono de este presidente colombiano con vocación de “tahur”, tenía por motivo esencial procurar simpatías electorales en una sociedad agobiada por la guerra e inclinada en más de un 70 % hacia la paz; sobre todo después de su diferendo con Uribe y de sus dificultades para obtener apoyo en la franja del voto duro guerrerista sin contar con éste.

Las encuestas le decían que subía cuando se mostraba en favor de los diálogos y bajaba cuando lo entorpecía.

El choque con el uribismo le ofrecía además a la clase dominante, a las derechas de todos los calibres y al imperialismo estadounidense, montar unas elecciones para competir fundamentalmente entre sus dos principales facciones  y oligopolizar así las votaciones. Una facción con la bandera de la paz negociada y otra con la de la continuidad de la guerra.

Esto tuvo lugar en un periodo en que el planteamiento consecuente de la salida política al conflicto social armado potenció políticamente a la insurgencia y dio paso al proceso de formación de un gran movimiento político-social alternativo de izquierda, con perspectiva de derrotar a las derechas en diversos escenarios aunque todavía sin garantías para actuar a nivel electoral y sin fórmula unitaria contundente en ese plano.

Esa engañosa fórmula comicial le dio resultado al bloque dominante, cosechando Uribe y su entorno las mayores ventajas institucionales a nivel congresual e intermedio, auque logrando Santos su propósito de reelección, agregando en segunda vuelta a su precaria votación inicial un buen cúmulo de votos prestados, motivados por los anhelos de paz  y la amenaza de retorno del uribismo al gobierno.

  • ALTA ABSTENCIÓN Y DEBILITAMIENTO DE SANTOS.

La abstención, en el contexto de un sistema electoral podrido y un régimen cruelmente represivo y con escasa credibilidad, derrotó por mucho a la participación electoral.

Las derechas se debilitaron, pero hegemonizaron la competencia. Santos llevó la peor parte en la competencia con Uribe. El centro-izquierda reformista creció significativamente en votos, pero entrampado por esa polarización entre las derechas, terminó agregando sus votos al partido de Santos para cerrarle el paso al uribismo.

  • REAGRUPAMIENTO DERECHISTA CONTRA LA PAZ.

Santos de por sí, solo con su propia fuerza, ha conformado un gobierno extremadamente débil, que de permanecer distante de la otra derecha, reducería la cohesión y la fortaleza del régimen establecido en el curso de la confrontación político-social-militar en marcha. Y como las clases dominantes y sus padrinos imperiales no se suicidan, pasadas las elecciones se está registrando un proceso de reagrupamiento de las decadentes derechas colombianas, que incluye nuevos pactos del santismo con el uribismo.

El presidente Santos y otros agrupamientos de derecha han comenzado a proteger a Uribe a nivel de Congreso y sistema judicial, bloqueando en conjunto las justas iniciativas contra su impunidad y la de su corte; igualmente ha iniciado el desmonte del tono pro-paz de su gobierno para complacer a la extrema derecha guerrerista, a las mafias para-militares internas y a los halcones estadounidenses.

Ese pretendido reagrupamiento pasa por patear la mesa de La Habana, los acuerdos alcanzados, la agenda pendiente y su indudable impacto positivo a nivel nacional e internacional. Otro crimen de consecuencias imprevisibles todavía no consumado.

Justo cuando se va a tratar el tema de las víctimas y victimarios dentro del conflicto armado, justo cuando la realidad obliga a precisar la verdad histórica, de la que Santos y Uribe no pueden salir bien parados, crece la conjura contra los diálogos y el Presidente supuestamente pacifista vuelve a exhibir con descaro el traje de los “falsos positivos”, los bombardeos en gran escala y las persecuciones punitivas contra los líderes de la insurgencia político militar y contra la multicolor resistencia civil que luchan por una nueva Colombia.

  • ¿CIRCULO VICIOSO O ESPIRAL?

La historia del engaño, de las simulaciones, de las trampas, de la doble moral…se intenta repetir.

Pero visto lo acumulado en la conciencia social y la organización popular en favor de una paz digna, con justicia social y soberanía, cabe pensar que no se trata de un nuevo giro dentro de un círculo vicioso donde todo vuelve a la posición anterior. El viraje hacia lo peor, por demás, no les será fácil a esa facción derechista.

Pienso que esta vez estamos dentro de un movimiento en espiral, en un estadio superior de acumulación para el cambio, en medio del cual el retroceso que implica “patear la mesa” de  La Habana, le impone un enorme costo político a Santos, a su gobierno, al Estado y a las derechas en general, que bien podría devenir en boomerang poli-insurgente y en tsunami por la paz. ¡Que así sea!



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Narciso Isa Conde


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