Los Nobelados de la Economía Vulgar

Estimados lectores, las universidades más renombradas del planeta son las mismas que reciben sus pensa de estudios de lo más granado del panegirismo burgués, conservaduristas y anticomunistas por excelencia. Todo estudio que centre sus atención en la ganancia del fabricante, del comerciante y del banquero deja por fuera la parte más importante de la oferta-demanda, la de los trabajadores asalariados; tales estudios dejan de ser una ciencia social para convertirse en una paraciencia clasista, unos estudios vulgares.

Ocurre igual con los Nobeles de Economía: estos salen de la Academia de Ciencias, pero no de la Fundación Alfred Nobel ,y con marcados criterios subjetivos o acientíficos. Por este motivo, sus jurados se los otorgan en favor de ellos mismos y de los incondicionales de la Economía Vulgar.

No hay un solo economista de esos Nobelados que no pase de ejercer su Economía vulgar, así calificada por Karl Marx. Los casos como Correa, de Ecuador, son para ellos una suerte de “ovejas negras”.

De partida, apreciados lectores, ninguno de ellos puede ejercer la Macroeconomía con éxito y cientificidad, que es la base de la Economía Política científica, porque sencillamente sólo se mueven dentro del estrecho lecho procustiano de la esfera de la economía individual, de una bodega, de una empresa en particular[1], y a lo sumo de la economía de una que otra potencia burguesa sin que sus hipótesis logren concretarse positivamente. La Economía como ciencia no tiene nada de innovador anualmente observable como si se trata de los indudables hallazgos casi diario de las variables físicas, biológicas, químicas o literarias. No se verá jamás un Nobel en Economía con contenido científico marxiano.

Estos economistas se ocupan de un inversionista en particular, de una empresa aislada, y jamás pueden abordar con acierto el tema de todos los empresarios coactuantes. Cuando lo hacen, suelen incurrir en disparates y desaguisados de fondo aunque formalmente presentados con mucha parafernalia matemática y hasta econométrica, dada sus cargas especulativas porque sus trabajos, diagnósticos y proyectos no guardan relación ni coherencia alguna con la realidad macroeconómica.

Por ejemplo, han pretendido analizar y prever las crisis periódicas que siempre serán inevitables dentro de la Economía capitalista e individualizada por antonomasia, dado que los empresarios no operan en su conjunto, no tienen interés global, salvo pequeños grupos de empresas paramonopólicas o consolidadas, pero estas tampoco se acercan a una verdadera Economía de Conjunto donde se podría armonizar y sincronizar los flujos de inventarios y fabricación entre los sectores básicos de la Economía total.

Lo de cada una de esas empresas es competir para sacar del juego a las demás del ramo correspondiente. La Ley de la oferta-demanda viabiliza su plataforma competitiva y excluyentista. ¿Cómo estimar los volúmenes total de una oferta nacional óptima que resultaría de sumando heterogéneos y con precios sobrepuestos alejados de esa competencia excluyentista?


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Manuel C. Martínez


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