Dirigentes de la tienda pinochetista releen ese viejo “manual” en el que golpistas del 73 aconsejan las acciones que deben efectuarse para desestabilizar a un gobierno y al país
Arturo Alejandro Muñoz
EL CALDERO, al parecer, no está aun listo ni dispuesto para repetir la consabida receta golpista que la derecha chilena (y también latinoamericana) ha venido utilizando desde las décadas de 1960-1970.
En Suramérica hay un triángulo cronológico que da cuenta de cuán cierto es lo que las líneas anteriores mencionan. Allende, Chávez (Maduro) y Bachelet lo conforman, aunque –distancia y categoría- doña Michelle está muy por debajo, ideológicamente, de los dos primeros. Claro que a la derecha ultra conservadora ello le importa un cuesco… su interés se centra en sí mismo, vale decir, en el interés… del dinero, en la depredación ambiental (para obtener más dinero), en la expoliación laboral (para aumentar lo ya dicho), y en una dependencia casi colonial respecto del patroncito del norte (para asegurar todo lo anterior).
Mientras el sistema neoliberal salvaje actuó con manos libres y a destajo a pesar de encontrarse administrado por bloques socialdemócratas como la Concertación y hoy la Nueva Mayoría, esa derecha calló, aceptó y participó en el festín de los corruptos. Pero, no bien aparecieron tibias brisas reformistas en materias tributarias y educacionales, los fundamentalistas del mercado protestaron y decidieron marcar terreno para iniciar una oposición “a la antigua”.
Entonces, echaron mano al enmohecido “manual de los sediciosos” en el que se hallan escritas con tinta sangre las acciones que deben efectuarse para desestabilizar no solo a un gobierno, sino a todo un país. Crear el temor, punto de partida de esas acciones. Luego, revolver el gallinero político a niveles de escándalo; posteriormente, aumentar el temor para transformarlo en miedo. Y es ahí que comienzan a producirse actos violentos, bombazos, atentados a servicios básicos, y todo ello con la promoción efectuada por una prensa al servicio del capital transnacional.
Así fue como se hizo en la época de la Unidad Popular (e incluso, antes de que ese bloque político llegara a La Moneda). Desabastecimiento planificado, inflación desatada, caos en calles y ciudades, atentados violentos e incluso asesinatos, construcción del miedo y de la inseguridad ciudadana. Recordemos, para ejemplificar nada más, lo cometido por la oposición de aquella época el día 26 de julio de 1973; amparados por las sombras nocturnas, criminales pertenecientes a grupos de ultra derecha asesinaron a tiros al capitán Arturo Araya Peters, entonces edecán naval del presidente Allende.
En esos años, sectores ‘pensantes’ de la derecha chilena decidieron jugar al ultra izquierdismo para derribar el gobierno constitucional. Lamentablemente, algunos sectores de las FFAA se prestaron para tales actos. El “manual de los sediciosos” dio pleno resultado y Chile cayó en una vorágine de violencia y caos que, a la postre, dejó puerta abierta para la concurrencia de la tragedia mayor.
En alguna página de ese ‘manual’, se indica la necesidad de infiltrar una o más tiendas partidistas proclives al progresismo, ojalá cristianas, ojalá católicas, y arrastrarlas al área de los golpistas. Ocurrió de esa laya con la Democracia Cristiana en el trienio 1970-73…. y hoy, cuatro décadas más tarde, acciones como la relatada se repiten, de otra forma, claro está, pero con el mismo objetivo. Los ejemplos de ello saltan a la vista; Ignacio Walker, Gutenberg Martínez, Mariana Aylwin, Sebastián Sichel –por nombrar a algunos miembros de esa tienda- confirman lo dicho.
El ‘manual’ fue recomendado a la oposición ultraderechista venezolana por varios politicastros chilenos… pero hasta este momento su aplicación en tierras llaneras no ha dado resultado. Es que allá, tanto las fuerzas armadas bolivarianas como el pueblo mismo, han mostrado férrea defensa de la Constitución. Luego de diez años de inútiles intentonas por derribar el gobierno venezolano, fracasada esa experiencia, nuestros sediciosos criollos decidieron traer el manual de regreso al país.
Y no lo hacen exclusivamente porque deseen ponerle severos problemas a la administración de Michelle Bachelet… el propósito va más allá, pues desde el viejo continente llegan rumores que ponen en extremo nerviosos a los dueños de la férula. El sistema neoliberal tambalea… tocó techo (¿o fondo?), y no tiene capacidad para satisfacer las nuevas demandas… ni las viejas tampoco.
En Latinoamérica, Chile ha sido el laboratorio del FMI y de Wall Street, por lo que un derrumbe del sistemita en estos lados importará el fracaso de los predadores transnacionales que desean imponerlo –con el mismo salvajismo conocido por los chilenos- en todas las repúblicas de nuestro subcontinente, y con especial interés en países como Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Consciente de que en el viejo continente el neoliberalismo enfrenta líos severos paridos por su propia alma, el FMI hace ingentes esfuerzos por convencer a los gobiernos latinoamericanos (especialmente a los de México, Colombia, Perú y Chile) a seguir sosteniendo un sistema que a fin de cuentas agotó su stock de ofertones y que carece de capacidad para resolver situaciones deficitarias que él mismo ayudó a nutrir… y muchas otras que inventó para goce, uso, abuso y usufructo de escasas poderosas familias locales.
Por ello, en el caso chileno no se trata solamente de algunas tibias reformas, sino del conjunto en su totalidad. Sabido es que en Europa occidental se hace difícil establecer dictaduras (aunque la suplen con leyes coercitivas); en cambio, por estos rumbos, todavía es posible hacerlo, al menos eso creen los talibanes del mercado salvaje que se esfuerzan por mantener a sangre y fuego las prerrogativas y excesos que hoy poseen.
Sin embargo, el horno no está para bollos todavía. Problemas de desunión marcan la actualidad de los sectores patronales colonizados, ya que un significativo número de dirigentes y simpatizantes derechistas ha decidido abandonar la ‘sociedad política’ que mantenía con la tienda sediciosa y golpista, aquella que reconoce ser heredera del ‘pinochetismo’ bestial (¿hay otro?).
Así, entonces, la UDI comienza a hojear las últimas páginas del ‘manual de los sediciosos’, tratando de encontrar en ellas la respuesta –violenta o no- a sus inquietudes e intereses antes que esta feble democracia electoralista le pase la cuenta final, y la envié al baúl de los recuerdos… para siempre.