Esos que asesinaron a Patricio Lumumba, a Kadafi, a Chávez y a los niños de Gaza, es decir a los varones más útiles entre los revolucionarios del Congo, Libia y Venezuela, le harían un gran bien a la humanidad si se ahorcaran en masa en la torre Eiffel o en cualquier otro lugar y dejaran que los pueblos y sus dirigentes resolvieran los problemas por ellos mismos.
Ahora con la mayor desvergüenza están pidiendo a los palestinos de Gaza que paguen por el daño provocado a Israel. Como si el mundo no conociera que desde los años 60 los israelitas robaron el país a los palestinos y desde esa época vienen bombardeando las ciudades con todo y sus habitantes, derribando las viviendas palestinas y estableciendo colonias israelitas sobre lo destruido. Que paguen ellos por el daño causado a la humanidad, a los niños, ancianos, mujeres y jóvenes palestinos, que devuelvan el terreno, la patria robada a los palestinos.
Con la treta de luchar contra la narcoactividad que ellos mismos propician, movilizan tropas en Perú y Colombia, como si fueran los latinoamericanos tan ciegos de no ver que se trata de un operativo militar que sirve para acompañar los intentos de golpes de Estado en Venezuela y desestabilizar los gobiernos progresistas de Bolivia, Ecuador y Argentina.
Y en nombre de adiestramiento en salud están enviando tropas y armas a Ucrania para levantar el ánimo del ejército derrotado de Poroshenko y luchar contra las recién fundadas repúblicas populares de Donbás y Donetsk.
Esos, como señalé en el título del artículo, que son portadores de la destrucción de la humanidad y de las sociedades progresistas. Esos que en los hechos mencionados se manifiestan en su maldad, bien harían si se ahorcaran en masa y le dejaran a los pueblos hacer su historia.